Revista Expatriados

La radicalización del Islam indonesio (6)

Por Tiburciosamsa

La caída de Suharto pilló a los islamistas reformistas con el pie cambiado. Eran quienes más se habían beneficiado de la debilidad del régimen en sus últimos momentos y ahora no sabían cómo posicionarse. Muchos confiaron en que el sucesor de Suharto, Habibie, promovería el Islam reformista igual que había sido el impulsor de ICMI. Se equivocaron. La Presidencia de Habibie, que fue corta pero daría para una entrada muy larga, se caracterizó porque nada salió como se esperaba. Habibie no sólo no islamizó el país, sino que convocó elecciones, que fueron razonablemente limpias, en 1999.

En las elecciones los partidos islamistas recibieron el apoyo de un tercio del electorado. Un porcentaje un poco escuálido, cuando pensamos que en las últimas elecciones realmente libres, las de 1955, que tuvieron lugar en una sociedad menos islamizada, los partidos islamistas habían conseguido el 44% de los sufragios. Tal vez los resultados de 1999 fueran un poco decepcionantes para algunos musulmanes indonesios, pero más decepcionante lo fueron todavía para los más radicales de entre ellos. Los partidos más rabiosamente fundamentalistas salieron bastante mal parados. Sólo dos partidos de corte islámico fundamentalista lograron más de un 1% de los votos: el Partido de la Luna y la Estrella (Partai Bulan Bintang-PBB), 1,94% de los votos y el Partido de la Justicia (Partai Keadilan-PK), 1,36%. Entre los dos no consiguieron más que 20 de los 462 escaños de la asamblea. El PBB nació de la fusión del ICMI, el Forum Ukhuwah Islamiyah y el Himpumam Mahasiswa Islam Indonesia. Lo lideraba Yusril Isha Mahendra y aspiraba a reeditar los logros de Masyumi en los años 50. El PK, liderado por Fahri Hamzah, aspiraba a moralizar la sociedad indonesia en un sentido islámico. Más interesante que los partidos políticos que los islamistas radicales fundaron tras la caída de Suharto para aprovechar las oportunidades que ofrecía la democracia recién recuperada, es echar un vistazo a los grupúsculos que optaron por mantenerse al margen del juego político. Aquí estaban los radicales de los radicales, aquéllos que apostaban abiertamente por la violencia y la islamización a las bravas de la sociedad. Muchos de estos grupúsculos gozaron del apoyo de oficiales del Ejército y de antiguos partidarios de Suharto que deseaban una continuación del Nuevo Orden bajo la batuta de Habibie.Uno de esos grupos fue el Frente de los Defensores del Islam (Front Pembela Islam-FPI). Fue fundado por religiosos de origen árabe en 1998, siendo su líder Habib Muhammad Rizieq Syihab, y parece que habría gozado de cierto apoyo de oficiales del Ejército y de la policía. Su objetivo confesado es la implantación de la shariah en Indonesia y entretanto sus actividades se centran en atacar violentamente cualquier cosa que les parezca impía, lo que incluye a la revista playboy, a las tiendas que venden alcohol y a Lady Gaga (por cierto, ¿por qué atacar a Lady Gaga en nombre de la religión cuando bastaría hacerlo en nombre del buen gusto?).Pero el Frente y otros grupúsculos similares se quedan en naderías en comparación con la Jemaah Islamiah (JI). Los orígenes remotos de Jemaah Islamiah están en Darul Islam, el abuelo de todos los movimientos islámicos violentos indonesios. En 1982 los fundadores de Ngukri, Abu Bakar Ba’asyir y Abdullah Sungkar, fueron puestos en libertad después de que hubieran pasado cuatro años en prisión por sus vínculos con Darul Islam. En 1985 se refugiaron en Malasia y comenzaron a reclutar adeptos. Durante su exilio malasio Ba’asyir y Sungkar se radicalizaron todavía más, lo cual en su caso es mucho decir. Ambos terminaron por desarrollar un odio cerval a Occidente. La única solución para los musulmanes era coaligarse y lanzar la guerra santa. En esta deriva influyó el hecho de que muchos de sus reclutas habían pasado por Afghanistán y por los campos de entrenamiento en Pakistán. Uno de esos reclutas que tendría mucho peso en el futuro fue Riduan Isamuddin, alias Hambali, que luego sería jefe de operaciones de JI. Hambali era uno de los que habían pasado por esos campos de entrenamiento y esa experiencia más los contactos que había entablado con al-Qaeda le valieron el ascenso.La JI se estableció oficialmente en 1993. Desde el comienzo se caracterizó por su tendencia al internacionalismo islámico y su disposición a entablar vínculos con cualesquiera grupúsculos de otros países que compartieran su ideario. Así, a los vínculos con al-Qaeda vinieron a sumarse los que establecieron con los filipinos Abu Sayyaf, Frente Moro de Liberación Islámica (MILF) y el movimiento Rajah Sulaiman (RSM).La JI aprovechó los conflictos que azotaron Indonesia especialmente entre 1999 y 2001 para sacar los dientes, reclutar combatientes y extender sus redes dentro del país. Los enfrentamientos entre cristianos y musulmanes fueron especialmente fuertes en las Molucas y en Poso (centro de Sulawesi). Dentro del caos de esos años, la JI pasó relativamente desapercibida hasta que decidió dar un bombazo en 2002 y nunca esa palabra ha estado mejor escogida. El 12 de octubre de 2002 JI hizo estallar un coche bomba en la parte más turística de Bali y mato a 202 personas, de las que la mayor parte eran turistas australianos. Las autoridades indonesias se dieron cuenta entonces de que habían subestimado a la organización. JI ha seguido golpeando desde entonces, pero se ha resentido del acoso policial de todos estos años y a día de hoy es una sombra de lo que llegó a ser en sus mejores tiempos. Me he detenido en JI porque fue la organización terrorista más sonada, pero en los finales de los noventa y comienzos del siglo XXI emergieron muchas otras milicias musulmanas radicales, al hilo de los conflictos sectarios que sacudieron el archipiélago y que les sirvieron para esgrimir la bandera de la jihad contra los cristianos. Solían contar con miembros que habían pasado por Pakistán. Es el caso de Laskar Jihad, de Muhajidin Kompak, de Laskar Mujahidin o del Batallón Abu Bakar. Por cierto, existe un estudio sobre Laskar Jihad que arroja cierta luz sobre sus raíces sociales. Dice que sus reclutas eran, en general, jóvenes mal escolarizados procedentes del medio rural que al llegar a la universidad se vieron atraídos por las doctrinas salafistas. Sí, en la radicalización del Islam indonesio han tenido mucha influencia los grupos que operan en los campus universitarios. Estos grupos radicales nunca tuvieron posibilidades reales de alcanzar el poder político. No obstante, a nivel social sí que hicieron algunas cosas: hicieron que las minorías se sintieran amenazadas y en algunas zonas ciertas normas de lo que ellos entendían que era la moralidad islámica se cumplieran por coerción (adiós a los garitos que vendian alcohol y las chicas que quisieran vestir un poco más provocativas sabían que se la estaban jugando). De alguna manera coadyuvaron a la creciente islamización de las costumbres.

En la violencia de estos grupos pueden diferenciarse dos fases. En la primera, que va desde la caída de Suharto hasta 2007, sus víctimas eran básicamente los cristianos y su zona de actuación las islas fuera de Java, especialmente las Molucas y Sulawesi. Tras 2007 han redirigido sus ataques contra los musulmanes abangan o demasiado laxos y la minoría ahmadiya y su centro principal de actuación se ha trasladado a la isla de Java. Mientras que en la primera etapa las fuerzas de seguridad del Estado trataron de atajar la violencia, en la segunda ha habido un cierto laxismo con respecto a estos grupos. 

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