Revista Coaching

La razón de mi “Marathon-15%”

Por Antonio J. Alonso Sampedro @AntonioJAlonso

Trazar caminos

Quizás la lección más importante que aprenden los niños en sus primeros años de vida pueda venir relacionada con la imposibilidad de tener todo lo que quieren y por el solo hecho de desearlo.

Los deseos, aunque predisponen, nunca aseguran las obtenciones pues estas cuestan mientras son gratuitos aquellos.

El nacimiento nos inaugura una vida que parte su camino desde la consideración del propio yo como único valor universal. Satisfacer automáticamente todas sus necesidades es el objetivo instintivo del bebé, quien desconoce todavía las reglas que su vida en sociedad le obligará a adoptar. El transito que le lleva desde los primeros meses de vida como capitán general de su familia descendiendo galones hasta su juventud como soldado de una colectividad, es el que le define uno de los preceptos más importantes para manejarse en la vida: la transacción.

La transacción es consustancial con nuestra existencia pues habitamos un mundo de escasez que todavía no es capaz de generar “todo para todos” quedándose, por el momento, en “algo para todos”.

Así ha acontecido y con mayor evidencia si cabe desde el comienzo de nuestra especie, siendo el denominador común de las demás. La pugna violenta que los animales evidencian para obtener sus propósitos (alimento, bebida, cobijo, apareamiento, etc.) en nuestro caso se ha convertido en transacción (lamentablemente en algunas ocasiones, también violenta) por mor de la civilización.

La escasez genera el concepto de “precio” como valor de cambio de las cosas.

Inevitablemente, casi todo tiene un precio (material o inmaterial) y desarrollar capacidades de pago en cualquier orden de actuación vital es lo que verdaderamente distingue a quienes apuestan y consiguen una vida de crecimiento personal.

Pero desarrollar capacidades de pago para avanzar por la vida obteniendo aquello que deseamos y estimamos no es tarea sencilla y en este sentido es muy posible que cada cual coleccione algunas evidencias de propósitos incumplidos cuyas causas frecuentemente nunca se aciertan claramente a determinar. En ocasiones se deberá a una visión distorsionada del propio actuar derivada de la innata indulgencia con la que solemos autoanalizar el resultado de nuestras actuaciones. En otras por la socorrida atribución de nuestros fracasos a condicionantes externos o circunstanciales. En las más por una sobrevenida resignación vital que, a modo de condicionamiento mental, nos autolimita las posibilidades de consecución simplemente por fomentarnos la propia inacción personal.

Nada garantiza la obtención de nuestros deseos.

Yo mismo no estaría tan comprometido con mi Proyecto “Marathon-15%” de saber la fórmula magistral que de manera instantánea y sin esfuerzo recorre el largo camino entre el querer y el poder. Nadie la ha descubierto, por más que algunos proclamen mercantilistamente lo contrario (al igual que lo puedan hacer aquellos que secularmente prometen un remedio para el crecimiento del cabello). No existen perezosos atajos en cuestiones tan complejas como lo es la consecución de nuestros deseos vitales, pero si hay caminos identificados y probados cuya longitud (dependiente siempre de lo ambicioso de nuestros objetivos) vendrá minimizada al trazar una acertada orientación que apunte directamente hacia nuestros destinos.

En encontrar dichos caminos y seguirlos radica parte del éxito de nuestra vida, entendiendo este simplemente como la consecución de nuestros deseos, sin duda el único patrimonio inexpropiable de cada cual.

Con “Marathon-15%”, a todo ello yo quiero ayudar…

Saludos de Antonio J. Alonso


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