Revista Empresa

La recesión económica y las familias

Publicado el 24 octubre 2011 por Empresadehoy

Las estadísticas de desempleo no cuentan toda la dramática historia que hay detrás de la recesión económica, aunque las cifras son más que alarmantes y podemos suponerlo. Por ejemplo, miles de niños y adolescentes dependientes de los padres, viven en familias donde el padre, la madre, o los dos, están desempleados.

Todas estas familias tienen muy bajos ingresos. Para familias con niños, el desempleo no es sólo una preocupación, es una tragedia que acaba minando la salud de los parados y de sus familias. Por ello, podemos decir que los efectos de la recesión van mucho más allá de las estadísticas de desempleo.

Además, tampoco en las estadísticas de desempleo se menciona el gran número de trabajadores por cuenta propia cuyos ingresos han sido dramáticamente cortados por la recesión económica, aunque sus empresas sigan funcionando, con un aumento de sus deudas y dejando a la familia en una situación de absoluta inseguridad.

Sin contar tampoco con los jóvenes que finalizan sus estudios, del nivel que sea, o las amas de casa que quisieran volver al trabajo remunerado, o los que estaban sin trabajo antes de la recesión.

Tienen, en las actuales circunstancias muy escasas posibilidades.

Por tanto, el número de familias gravemente afectadas por la recesión es enorme. Historias humanas se encuentran detrás de estos afectados.

Los analistas económicos hablan del desempleo como una estadística económica desfavorable y añaden que durará o empeorará durante algún tiempo más.

El sufrimiento humano causado por la recesión creemos que ha de ser tratado por el gobierno, la oposición, los empresarios y los sindicatos de una manera inequívoca y todos juntos deben abordar estrategias específicas y formas que acaben con esta situación. El objetivo necesario, a cumplir urgentemente, es forzar acciones imprescindibles.

Vivíamos en un rápido crecimiento, que no era del todo cierto. Demasiada gente trabajando en servicios relacionados con la construcción de viviendas. Los bancos y otras entidades financieras invitaban constantemente a la compra de vivienda. Todo era fácil y rápido. Al cabo de unos años, solo una pequeña parte de la población seguía, por fuerza o por convicción, viviendo de alquiler, parte a la que se sumaban una buena parte de los muchos inmigrantes recientes.

En pocos meses, nos vimos seriamente afectados por el desempleo y por la dificultad creciente, casi generalizada, de las pequeñas empresas y los trabajadores autónomos.

Muchas familias compraron sus casas en los últimos años. En consecuencia, casi todos deben ahora pagar sus hipotecas. Muy vulnerables al despido y a la escasez de ingresos, habían establecido sus compromisos relacionados con la vivienda sobre la base incluso de dos fuentes de ingresos, la del padre y la de la madre.

Los dos ingresos por tanto eran necesarios. ¿Se imagina como comienza a desmoronarse el presupuesto sólo con que falte uno de estos dos ingresos? ¿Y cuando faltan los dos? Es bastante obvio que la familia es incapaz de cumplir con sus compromisos.

Reciben, los pocos, ayuda económica de otros parientes para pagar el día a día de sus necesidades. Otros, reciben ayuda material de bienestar social y otras entidades. “Si no fuera por estas ayudas, nuestros hijos no habrían tenido comida”, dicen estos afortunados.
Estos mismos y todos los demás, tienen un retraso en los pagos de electricidad, gas o agua y a muchos les cortaron el teléfono. Tienen un retraso en el pago de la hipoteca o deben el alquiler de sus viviendas. Algunos han tenido que vender su pequeño negocio para pagar las deudas, o cambiado a los niños de la escuela para reducir costes, o empeñado y vendido algo para obtener dinero en efectivo.

Todos tienen deudas, con las que no pueden cumplir. Muchas familias sufren situaciones de ansiedad y estrés. Es la tensión, que les causa no poder cumplir con sus deudas.

Muchos desempleados hablan de aburrimiento, desesperanza y la pérdida de su autoestima y la confianza. La incertidumbre hace la vida difícil.

Varias familias hablan también de la reducción de gasto en alimentos, ropa y necesidades básicas. “Si pagamos la hipoteca, quedamos sin apenas dinero para otras cosas”, dijo un encuestado.

La salud tiende a empeorar en una recesión y, en el extremo, se duplica el riesgo de suicidio y la depresión. En tono menor, tiene numerosas consecuencias sobre el sistema cardiovascular y el sistema inmunológico. La gente sufre un más rápido envejecimiento, con tasas más altas de tabaquismo y alcohol.

Muchos se enfrentan a la venta de sus casas y, a menos que la recesión se invierta en breve, Todavía más se verán enfrentados a esta eventualidad. Parece que los bancos podrían decir algo sobre los préstamos para la vivienda en estas circunstancias y es de esperar que este sea el caso.

Y, mientras que los apoyos y servicios públicos son esenciales en el corto plazo, claramente lo que estas personas desean y lo que necesitan son puestos de trabajo.

Sin embargo, en el momento que escribimos, la situación no mejora.


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