Revista Cultura y Ocio

La revuelta de los asalariados

Publicado el 20 febrero 2014 por Juan Pablo
La revuelta de los asalariados
La posibilidad de que el intelecto general sea privatizado fue algo que Marx nunca previó en sus textos sobre el capitalismo (en gran parte porque pasó por alto su dimensión social). Sin embargo, este es el núcleo de las luchas actuales sobre la propiedad intelectual: como el rol del intelecto general -basado en el conocimiento colectivo y la cooperación social- ha aumentado en la era del capitalismo post-industrial, entonces la riqueza puede ser acumulada fuera de toda proporción con el trabajo involucrado en su producción. El resultado no es, como Marx pareciera haber previsto, la auto-disolución del capitalismo, sino la transformación gradual de la ganancia generada por la explotación del trabajo en la renta apropiada mediante la privatización del conocimiento.
Una consecuencia del alza en la productividad generada por el impacto del crecimiento exponencial del conocimiento colectivo es un cambio en el rol del desempleo. Es el éxito mismo del capitalismo (mayor eficiencia, aumento de la productividad, etc.) lo que produce desempleo, haciendo que más y más trabajadores sean innecesarios: lo que debería ser una bendición -que se necesite menos trabajo duro- se vuelve una maldición. O, para decirlo de otra manera, la posibilidad de ser explotado en un trabajo de largo plazo se considera ahora como un privilegio. El mercado mundial, como lo dijo Fredric Jameson, es ahora 'un espacio en el que todos han sido alguna vez trabajadores productivos, y en el que el trabajo en todas partes ha comenzado a ser valuado fuera del sistema'. En el proceso en desarrollo de la globalización capitalista, la categoría de desempleado ha dejado de estar limitada al 'ejército de reserva de mano de obra' definido por Marx; también incluye lo que Jameson describe como 'aquella masiva población alrededor del mundo que ha sido, como si estuviera "fuera de la historia", deliberadamente excluida de los proyectos modernos del capitalismo del Primer Mundo y descartada como un caso terminal o sin esperanzas': los llamados estados fracasados (R.D. del Congo, Somalia), víctimas del hambre o de los desastres ecológicos, atrapados por seudo-arcaicos 'odios étnicos', recipientes de filantropía y ONGs o blancos de la 'lucha contra el terrorismo'. La categoría de los desempleados, por lo tanto, ha sido expandida para abarcar a un vasto rango de personas, desde los desempleados temporales, hasta los que han perdido toda posibilidad de ser empleados y los desempleados permanentes, hasta los habitantes de ghettos y villas miserias o favelas (todos estos con frecuencia dejados de lado por el mismo Marx como 'lumpen-proletarios'), y finalmente, las poblaciones enteras o estados excluidos del proceso capitalista global, como los espacios en blanco en los mapas antiguos.
La noción de salario excedente también abre una nueva perspectiva para analizar las actuales protestas 'anticapitalistas'. En épocas de crisis, los candidatos obvios para 'ajustarse el cinturón' son los niveles más bajos de la burguesía asalariada: las protestas políticas son su único recurso, si quieren evitar unirse al proletariado. Aunque sus protestas están nominalmente dirigidas contra la lógica brutal del mercado, están en efecto protestado contra la erosión gradual de su posición económica (políticamente) privilegiada. Ayn Rand expresa una fantasía en La rebelión de Atlas de una huelga de capitalistas 'creativos', una fantasía realizada perversamente en las huelgas actuales, que en su mayoría son llevadas a cabo por la 'burguesía asalariada' empujada por el miedo a perder sus privilegios (el excedente sobre el salario mínimo). Estas no son protestas proletarias, sino protestas contra la amenaza de ser reducidos a proletarios.¿Quién se atreve a hacer huelga hoy, cuando el hecho de tener un trabajo permanente se ha vuelto un privilegio? No ciertamente los trabajadores con los salarios más bajos (lo que queda de ellos) de la industria textil u otras, sino los trabajadores privilegiados cuyos trabajos están garantizados (maestros/profesores, empleados del transporte público, policías). Esto también se aplica a la ola de protestas estudiantiles: su principal motivación es el miedo de que la educación superior deje de garantizarles un salario excedente más adelante...http://www.rebelion.org/noticia.php?id=143383.

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