Revista Cultura y Ocio

La ruta de Don Quijote, por Azorín

Por Ingelmo



 

En 1905, con motivo del tercer centenario de la publicación de la primera parte del Quijote y por encargo del diario El Imparcial, dirijido entonces por José Ortega Munilla, padre de Ortega y Gasset, Azorín comienza una ruta que, durante quince días, le llevará a visitar los lugares manchegos más emblemáticos en la obra cervantina: Argamasilla de Alba, Puerto Lápice, Ruidera, Campo de Criptana, El Toboso y Alcázar de San Juan (ruta que, dicho sea de paso, casi viene a coincidir con la que yo realizara en el mes de marzo del pasado año, y de la que podeis encontrar en este blog tres entradas: 1, 2 y 3).


Viajar por la llanura manchega a comienzos del siglo XX desde luego debía de ser muy diferente a hacerlo hoy, y tanto es así, que en aquel entonces, un joven Azorín de mi misma edad, treinta y dos años, hubo de realizar la mayor parte del trayecto en carro (ocho horas nos dice que tardó en recorrer los a penas treinta kilómetros que separan Argamasilla de Ruidera y veinte horas en ir y volver de Argamasilla a Puerto Lápice) y acompañado en todo momento de un revólver por si acaso, ya que, como le dijera José Ortega Munilla antes de partir: "en todo viaje hay una legua de mal camino".



 

Desde luego, La ruta de Don Quijote es un relato apasionante narrado por un escritor cuyo dominio de la lengua castellana es verdadéramente asombroso. La riqueza léxica de Azorín es extraordinaria y las descripciones del paisaje manchego salen de su pluma para convertirse en auténticos cuadros impresionistas.


"... Ya es día claro; ya una luz clara, limpia, diáfana, llena la inmensa llanura amarillenta; la campiña se extiende a lo lejos en suaves ondulaciones de terrenos y oteros. De cuando en cuando se divisan las paredes blancas, refulgentes de una casa; se ve perderse a lo lejos, rectos, inacabables, los caminos. Y una cruz tosca de piedra tal vez nos recuerda, en esta llanura solitaria, monótona, yerma, desesperante, el sitio de una muerte, de una tragedia. Y lentamente el tren arranca con un estrépito de hierros viejos..."


Como dijera Vargas Llosa en su discurso de ingreso en la Real Academia Española: "Aunque [La ruta de Don Quijote] hubiera sido el único [libro] que escribió, él sólo bastaría para hacer de Azorín uno de los más elegantes artesanos de nuestra lengua y el creador de un género en el que se alían la fantasía y la observación, la crónica de viaje y la crítica literaria, el diario íntimo y el reportaje periodístico, para producir, condensada como la luz en una piedra preciosa, una obra de consumada orfebrería artística".



 

Puede descargarse el libro completo en pdf en: cervantesvirtual.com
Todas las fotografías de esta entrada pertenecen al alcazareño Miguel Calatayud, recientemente galardonado con el Premio Nacional de Ilustración 2009.


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Por  Ramon Palmeral
publicado el 20 abril a las 14:35

Yo hice la ruta del Quijote y escribí el libro "Buscando a Azorín por la Mancha",