Aunque el museo de Atenas fue cerrado en nuestra cara, al menos pudimos visitar este museo, que también posee algunas piezas bien conservadas e impresionantes.
Después continuamos camino para salir del Peloponeso a través de un puente que lo une al continente atravesando el Istmo de Corintio. Se trata de una obra de ingeniería espectacular, enorme y fascinante en todos sus 2253 metros de longitud. Además, después de cruzarlo, pudimos contemplar el atardecer y hacer las siguientes fotos.
Una pena que el resto del camino hasta Delfos, donde pasaríamos la noche, estuviese oscuro, porque se pudieron intuir pequeños pueblos costeros al pie de aguas cristalinas que deben ser bien interesantes. Sobre todo en verano.
Esa noche la pasamos en Delfos, en el hotel que gestionan unos abuelitos muy agradables, y cuyas habitaciones tienen una vista preciosa al golfo de Corintio. En la mañana fuimos a visitar las famosas ruinas de Delfos, situadas en un enclave montañoso en una ladera del monte Parnaso. Otro lugar patrimonio de la humanidad y famoso por el oráculo de Delfos, a donde venían personas de toda Grecia para consultar a los dioses. Aquí también hay un museo interesante, donde se conservan esfinges y estatuas que han sobrevivido a los miles de años.
Ejemplo de ducha de hotel griega, en la que no puedes ni agacharte para enjabonarte. Todas eran así. Un horror
Para concluir el día, fuimos hacia las montañas por carreteras laberínticas hasta llegar al Monasterio bizantino de Osios Loukás, también patrimonio de la humanidad por la UNESCO. Muy bien conservado y completamente funcional en la actualidad, donde viven un gran número de sacerdotes ortodoxos. Por el camino pasamos por Arachova, un precioso pueblo situado en la montaña, cuya panorámica una vez sobrepasado, es muy bonita.
Agua bendita en cantidades indstriales (por si acaso)
Después emprendimos camino hacia el norte continental...