Revista Psicología

La salud

Por Paulo Mesa @paucemeher
La salud

La salud, algo de lo casi no hablo y que doy por sentada en medio de un montón de males silenciosos que sé que tenía y otros que también ignoraba. Ahora mismo estoy acá sentado escribiendo con la mano izquierda solamente porque tengo el brazo derecho (el dominante) en medio de la recuperación por una fractura del hueso cúbito luego de una caída.

Ha sido un proceso difícil en muchos sentidos, sumado al hecho de que hace una semana me hicieron un cirugía para extraerme un cálculo renal de 0,5 cm. de diámetro (algo grande en la escala de los cálculos).

Cuando la salud se va hasta lo más simple y cotidiano se complica demasiado. Ir al baño, vestirme, empujar cosas, rascarme, cargar cosas, jugar con mi hijo, teclear... en fin, todo es difícil y ocasionalmente llega a ser doloroso. Tengo un cateter y reirme hace que se mueva... más dolor... lo mismo pasa cuando debo toser...

No puedo agarrar botellas para abrirlas... no me da. Me cuesta un tremendo esfuerzo amarrarme un zapato, cerrarme el pantalón, abrocharme el cinturón de seguridad del auto. Chatear por Whatsapp es complicado, así que toca todo por audio. No puedo trinchar mi comida, alguien me tiene que ayudar. El trabajo en la oficina se me acumula por toneladas; tal vez me despidan cuando regrese...

Esta entrada la escribo por etapas porque el brazo se cansa. No es mi brazo dominante y todo el trabajo le ha quedado a él.

Una nueva vida

La enfermedad me muestra todo lo que no puedo hacer, todo lo que me gusta y que en este estado me es imposible o muy difícil: andar en bicicleta, caminar, volar, escribir, nadar, viajar, cocinar, lavar los platos, ordenar la casa, trabajar en la laptop.

Por fortuna no fueron lesiones radicales, nada fulminante. El hueso volverá a su lugar, luego vendrá la fisioterapia y la recuperación. El riñón ya se desinflamó y no tiene ese cálculo, se irá sanando y debo cuidarlo más. La enfermedad, con todo esto que me está pasando, es una bendición. Me pone a ver la realidad desde otra perspectiva, me hace ser más agradecido con muchas cosas y sobre todo con muchas personas.

Este cuerpo es un vehículo para desplegarme en esta existencia. Debo preservarlo, honrarlo y aprovecharlo. No es nada desdeñable. Agradezco tener dos manos y todo lo que me permiten, agradezco no depender de un riñón artificial y poder andar libre por el mundo.

Me hacía falta este proceso para reconectarme con el dolor intenso, el desespero, la vulnerabilidad, la dependencia, la limitación. También siento que la madre naturaleza me obligó a parar, a ir más despacio por la vida a valorarla como se lo merece.

Si lees esto valora mucho tu salud, valora todas aquellas pequeñas cosas que te permite hacer tu cuerpo, esa es la verdadera libertad, la más genuina de todas, la libertad de poder desplegar nuestra existencia... de nada nos sirve algo de dinero sin un cuerpo sano para poder ir a gastarlo.

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