Revista Cultura y Ocio

La Sanjurjada: primer golpe de estado contra la democracia republicana

Por Manu Perez @revistadehisto

El general José Sanjurjo, conocido como El León de Rif, director general de la Guardia Civil, resultó decisivo para que el 14 de Abril de 1931 el nuevo régimen republicano español fuera proclamado definitivamente. Sanjurjo visitó en su domicilio a Miguel Maura, poniéndose a su servicio como nuevo ministro de la gobernación del gobierno  provisional de la república.

 No obstante muy pronto quedaría descontento con el rumbo que el nuevo régimen republicano estaba tomando. El incendio de numerosas instituciones religiosas en Mayo y, sobre todo, el proyecto del Estatuto de Autonomía para Cataluña encendieron las alarmas de los sectores más conservadores del país. Para evitar lo que estos consideraban la segura “ruptura de España” Sanjurjo y sus cómplices prepararon un golpe de estado que depusiese al gobierno presidido por Manuel Azaña y embridase la república hacia un orden más conservador, a la espera de decidir el futuro sistema político nacional.

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De hecho, desde la propia fundación de la República, los partidos de la extrema derecha habían tenido extensas relaciones con aquellos oficiales del Ejército cuyo descontento  maduraba hacia la sedición. Ya en 1931 el general alfonsino Luis Orgaz, participó en planes para un levantamiento militar. Para los monárquicos el régimen republicano carecía de legitimidad y, por tanto, estaba justificada su eliminación por cualquier medio, sirviéndose de la actividad legal de sus partidos para fomentar la propaganda antirrepublicana y conspirando en secreto para levantar al ejército a favor de la causa realista. Sin embargo no sería hasta el año 32 cuando cuajase un intento de golpe de estado, la Sanjurjada.

Sanjurjo sería el hombre destinado a protagonizar el primer golpe de estado contra la naciente democracia republicana, si bien no estaba solo en la conspiración. Monárquicos alfonsinos, carlistas, republicanos de derechas, financieros, terratenientes, aristócratas o religiosos estaban también implicados, pero sus nombres nunca salieron a la luz. Profundamente ofendido tras su traslado forzoso a la jefatura de carabineros, el marqués del Rif asumió la idea de que el país se encaminaba indefectiblemente hacia la anarquía y que un levantamiento militar sería ampliamente secundado por el pueblo, cansado del fracaso de una ineficaz república.

La Sanjurjada

El 10 de agosto de 1932 desde la capitanía de Sevilla lanzó la asonada, apoyado por otros militares, como los coroneles  José Enrique Valera o Valentín Galarza , implicados en el futuro alzamiento del 18 de Julio de 1936 contando con el apoyo de diversos oficiales retirados por las reformas de Azaña.  Se presentó con su uniforme en una cartera y dio el grito de Viva la España indivisible. Los conspiradores habían contado con que el general Franco se sublevaría en La Coruña, pero este, siempre precavido, decidió días antes no comprometerse en el pronunciamiento.

El levantamiento pecó de una gran improvisación y además el gobierno de la nación había sido advertido con antelación de los movimientos preparatorios del mismo. La población civil no mostró ninguna simpatía por el levantamiento, aspecto este de gran relevancia en el desarrollo de los acontecimientos.  A las cuatro de la madrugada unos 30 sublevados intentan tomar el Palacio de Comunicaciones y el Ministerio de la Guerra, en donde Azaña espera los acontecimientos, informado horas antes por el director general de seguridad.  Guardias de Asalto y soldados les hacen frente, deteniendo a algunos. En el resto de la capital, en los puntos clave, las fuerza leales a la legalidad controlan rápidamente a los rebeldes.

En Sevilla, desde su cuartel general, Sanjurjo , quizás inseguro en el último momento, mantuvo acuarteladas sus tropas antes de declarar el estado de guerra en la mañana del 10 de agosto, llegando a dominar durante algunas horas la capital hispalense.  En su manifiesto aseguraba que no se alzaba contra la república sino contra un parlamento “ilegítimo” convocado por un “régimen de terror” y que en el futuro unas cortes elegidas libremente determinarían la forma de estado.  También hacía referencia al aumento del paro obrero, al caos imperante, al ataque que las reformas azañistas habían supuesto para el ejército, del que se erigía en representante supremo y al excesivo poder concedido al nacionalismo separatista, asunto este que como hemos visto aglutinó a la mayoría de los golpistas.

La Sanjurjada: primer golpe de estado contra la democracia republicana

Ante las noticias sobre la declaración del estado de guerra los obreros sevillanos convocaron rápidamente una huelga general .  Tras el evidente fracaso de la asonada, el general Sanjurjo trató de escapar del país hacia Portugal pero fue detenido en Huelva cuando se aproximaba a la frontera lusa. En el consejo de guerra al que se enfrentó fue condenado a muerte por rebelión militar pero el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, le conmutó la pena sustituyéndola por cadena perpetua.  Hasta 145 participantes en el golpe, la mayoría monárquicos, fueron condenados a ser deportados hasta la ciudad colonial de Villa Cisneros. Sin embargo, tras la caída de la coalición republicano socialista y el triunfo en las elecciones generales de las derechas, capitaneadas por la CEDA, Sanjurjo sería, junto con el resto de golpistas, parcialmente amnistiado, y desterrado a Portugal. Desde allí, como es sabido, conspiró y dirigió, en parte, el golpe de estado del 18 de julio de 1936 del que estaba predestinado a salir como jefe de la dictadura, hecho que se truncaría por el accidente de aviación en el que perdería la vida.

El fracasado golpe de estado de Sanjurjo, la Sanjurjada, produjo un número escaso de víctimas mortales y tuvo el efecto de una rápida aprobación del Estatuto de autonomía catalán en las Cortes aunque la mayoría republicano-socialista, junto con una parte de los radicales rebajaron las pretensiones de los nacionalistas, aprobando un texto que descartaba la federalización de España. Azaña pudo apuntarse una sonora victoria, no solo personal sino del propio régimen republicano, que no hacía prever a corto plazo las enormes dificultades a las que se enfrentaría en un futuro muy cercano.

Autor: Luis Pueyo para revistadehistoria.es

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BIBLIOGRAFÍA:

-Jackson, Gabriel: La República Española y la Guerra Civil

-Carr, Raymond: España , 1808-1975

-Azaña, Manuel: Diarios completos

-Márquez Hidalgo, Francisco: Las sublevaciones contra la Segunda República

­-http://florentinoareneros.blogspot.com.es/2012/08/la-sanjurjada-i.html

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