Revista Cultura y Ocio

La Segunda Cruzada

Por Joaquintoledo

las-cruzadasLuego de la Primera Cruzada que resultó en un desastre para occidente y que conmovió a cristianos y musulmanes, casi medio siglo después ,un caudillo llamado Zengi sería aquel que volviese a remover los ánimos. De todos modos,  los reinos cristianos en medio oriente ya de por sí estaban en un territorio hostil, por lo que una nueva guerra parecía estar más cerca de lo esperado.

Finalmente, Zengi, conquistaría  Edesa. Los monjes de todas partes pronto llevaron la mala nueva a todas partes de Europa y se convocó inmediatamente una nueva cruzada, aunque como se trataba de una empresa ambiciosa tardó dos años y no hubo nada listo hasta 1147. Los famosos europeos en participar esta vez serían Luis VII de Francia y Conrado II de Alemania, quienes, en teoría, alistaría un poderoso ejército que defienda los intereses de los reinos cristianos en tierras medio orientales. Si Zengi u otro caudillo infiel se salían con la suya, creerían que occidente y los cristianos eran muy débiles, y eso no debía quedar patente bajo ningún modo.

De por sí el inicio fue malo pues tanto Conrado como Luis partieron por sendas distintas. Los alemanes partieron en mayo de 1147, y Conrado esperó a su ejército en Viena, a lo que siguió el paso por Hungría, llegando hasta el Imperio Bizantino, donde por fortuna, se hizo todo lo posible por evitar los vergonzosos incidentes de la Primera Cruzada, aunque claro no se pudieron evitar algunos roces con los romanos orientales. De hecho Manuel, el emperador de turno, los recibió fríamente  aconsejándoles que se vayan. Conrado decide dar el primer golpe y avanza sobre Iconio, la capital del sultanato de Rüm sin siquiera esperar a sus aliados franceses. Conrado pagó cara su ineptitud y fue atacado por los turcos selyúcidas quienes aprovechando la división del ejército alemán, derrotan una parte de éste en la Batalla de Dorileo en octubre de 1147. Conrado tuvo que regresar a Constantinopla con el rabo entre las piernas. El otro grupo sería aniquilado al año siguiente, ni siquiera llegaban a Tierra Santa y ya todo era sombrío.
Luis iba en camino con muchos nobles y las mejores intenciones sin saber exactamente qué pasaba, llegando  Constantinopla cuando las cosas aún se hallaban tibias. Manuel los recibió sin más remedio mientras negociaba la paz con el sultanato de Rum y una alianza con el sultán Masud, en efecto, un cristiano realizando pactos con los infieles a espaldas de los cruzados, nada más paradójico. La llegada de los franceses supuso un mejor panorama para los remanentes de Conrado, mientras Manuel no veía la hora de que se marcharan. Luis fue más afortunado y recibió refuerzos, así todos y luego de mejorar los términos con los turcos abandonaron la capital del imperio romano oriental para dirigirse a Asia Menor, antes de irse Manuel tuvo la cínica solicitud de pedirles que, derrotados los turcos, los cristianos les devolviesen los territorios que estos infieles le habían quitado a su imperio.

Los cruzados marcharon hacia Nicea cometiendo algunos saqueos, donde se encontró con el ejército de Conrado derrotado y casi destruido, se unieron y marcharon por la costa del Mediterráneo hasta Éfeso. A propósito, Conrado estaba ya muy enfermo y tuvo que volver a Constantinopla.

Todo quedaba en manos de Luis entonces y abandonó Efeso sin un previo conocimiento del enemigo o de sus propios amigos, pues las tropas de Conrado tuvieron encontrones con los griegos, los turcos los acosaban y Manuel se había burlado de ellos. Se creyeron traicionados y perdidos, pero Luis viviría para contarlo. Llegó a duras penas a Laodicea, siendo ya enero de 1148, justo cuando el ejército de Conrado, la otra mitad era destruido.

Luego pasaron a Attalia y embarcaron a Antioquía para evitar la táctica de tierra quemada de los turcos que estaba haciendo estragos en sus filas y los números iban descendiendo. Luis llegó a Antioquía luego de que algunas tormentas disminuyeran aún más su ejército. Allí el rey Raimundo los trató bien y Luis se alegró cuando vio que el otro  grupo del ejército de Conrado que se había quedado en Constantinopla, entre algunos otros elementos desperdigados, llegaron también a Antioquía. Finalmente,  llegó a Jerusalén los primeros días de abril de 1148. Tuvieron la fortuna de reparar las perdidas tras la llegada de algunos refuerzos de solados de Europa del Norte que se habían alistado como voluntarios y que luego de una gran travesía habían llegado desde Lisboa. Una vez todos juntos y con la moral más alta, se reunieron en Acre y allí se tomó la decisión de cual objetivo atacar.

Una nueva y pésima campaña
Gracias a la gran influencia de Balduino II, el rey de Jerusalén, los innumerables nobles que estaban en la campaña acordaron que lo mejor sería atacar Damasco…lo único que no se entiende es el por qué de atacar a una ciudad que mantenía buenas relaciones con los cristianos, quizá más que tod, o era porque querían hacerse con la ciudad más rica de todos aquellos lares, obviamente  y retornar a la patria con los bolsillos llenos. El gobernador de Damasco, al enterarse del avance de los cristianos, solicitó a Nur al Din otro hijo de Zengi, que viniese en su ayuda, así como aliados desde Alepo y Mosul.

Hubo desorganización, sin embargo, y eso permitió el inicio del asedio a la ciudad. Los cristianos muy ufanos confiaban en sus tácticas, sus armas de asedio y su dios. El ataque no fue largo, pero sí violento y penoso. Los cristianos en una cruel acción arrojaban cabezas y cuerpos musulmanes a la ciudad con sus catapultas. Sin embargo,  la ciudad no cayó y cuando llegaron los refuerzos de Nur al-Din los cristianos estaban perdidos ya. Poco a poco fue ganándoles batallas y desde la ciudad se resistió fieramente, inclusive el recién llegado trató con otros cristianos y en base a intereses estos traicionaron a los sitiadores, pues una cosa estaba clara: ni para cristianos o musulmanes era conveniente el saqueo de una ciudad como Damasco.

La situación se hizo inviable y los cristianos se ven obligados a retirarse, primero Conrado y luego el resto del ejército  y así terminaba la Segunda  Cruzada, sin ningún avance significativo mientras que Nur al-Din quedaba cerca de Jerusalén. Conrado regresaba inmediatamente a Europa para atacar Sicilia, olvidándose por completo de la Cruzada, mientras que Luis permaneció en medio oriente hasta 1149, ansioso por reemprender la ofensiva, algo imposible a todas luces y tuvo que regresar a su patria con las manos vacías y totalmente humillado, siempre recalcando que la mayor parte de la culpa la había tenido Conrado y su ejército maltrecho y desorganizado que perjudicó las cosas desde un inicio.

Sea cual sea la verdadera causa, los cruzados de por sí carecieron totalmente de una organización, apoyo de Constantinopla o del Papado, no contaban con la logística y esto les hizo posar sus ojos en las riquezas de las ciudades medio orientales, descuidando sus objetivos iniciales. Las últimas esperanzas de Luis se vieron aniquiladas cuando Conrado se unió a Manuel, los musulmanes, prácticamente ni sintieron el golpe de una cruzada que tuvo más problemas para los cristianos mismos, tanto en Europa como en otros lares, Damasco por ejemplo no volvió a confiar en reinos cristianos y Jerusalén siguió siendo vulnerable. Pero ahí no acababa todo, ya se veían desde Egipto algunos vientos que hacían suponer que un gran caudillo surgiría poniendo a prueba otra vez a los cristianos en una hipotética tercera campaña, ¿quién ganaría esta vez?

Escrito porJoaquín Toledo, especialista en historia del mundo, historia antigua y  con amplia experiencia en investigaciones sobre conflictos bélicos.


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