Revista Diario

La segunda parte de un parto estupendo

Por Belen
Pues sí, mi parto fue estupendo. Todo fue rodado, contracciones poco dolorosas al principio que permitieron una dilatación rápida y nada molesta, epidural bien puesta, en el momento justo, matrona eficiente y preocupada. Dos empujones y mi pequeño salió al mundo con ganas de comérselo (y así sigue no creáis). Pero entre medias de todo este idílico suceso sucedieron algunas negligencias médicas que quiero ahora relatar. Quizá el término negligencia es muy fuerte, pero sí fueron fallos médicos provocados por las prisas, la falta de observación y la falta de ganas, creo yo. Yo ya estaba lista, dilatada por completo, mi matrona dándome instrucciones, junto con mi marido (respiración, empujar, ...), entra el tocólogo con otra doctora más joven. Tuve a mi hijo en el hospital de La Paz de Madrid, un hospital universitario. Así que supongo que la "acompañante" era una estudiante. Una mujer corpulenta y muy fuerte, cuando ya estaba en mi segundo pujo se tumbó literalmente encima de mi barriga, y el médico tuvo que gritarla que se retirara porque no era necesario, el bebé ya estaba fuera. Es la llamada maniobra de Kristeller. Cuando hay problemas en los pujos lo hacen para facilitar la expulsión, pero desde el primer pujo, y sin observar la evolución la aspirante ahí se puso encima de mi dejando caer su corpulento cuerpo.
La segunda parte de un parto estupendoHasta ahí, todo bien, ahora tocaba que saliera la placenta, pero no salía. La matrona empezó a coser la pequeña episiotomía que me hicieron (tres puntitos de nada). Que por otro lado no sé por qué la hicieron, ellas mismas me reconocieron que el parto fue tan sencillo que no hubiera hecho falta. Y después de cosida, llamaron al médico porque la placenta seguía dentro. ¿Y que hizo ese magnífico profesional? Pues entró como un huracán en el paritorio, con cara de pocos amigos, metió la mano "ahí dentro" y sacó la placenta de cuajo. Tal cual lo cuento, lo hizo. De nuevo hemorragia, lógicamente. Yo, afortunadamente con los efectos de la bentida epidural, no me enteré de nada, pero enfermera y matrona pusieron una cara de susto que me puso algo nerviosa. Pero como mi niño estaba ahí al lado mío, me daba igual todo.
Después de una hora allí tirada, piernas para arriba tuvo que venir un cirujano, un residente, por supuesto. Intentó coser el desatino que había originado el tocólogo, pero no pudo, y vino, otro, y otro más. No pudieron. Las horas pasaban. Mientras tanto yo ya tenía a mi niño encima mío, poniéndole al pecho, mientras hurgaban en mis partes íntimas. Después de más de 2 horas de intentos de aguja e hilo, vino la cirujano jefe echando broncas a diestro y siniestro, al tocólogo por su maniobra poco profesional, a la matrona por coser antes de tiempo, a sus residentes por inútiles. Ella, con mucho esfuerzo y paciencia consiguió coserlo todo. Sus palabras fueron algo así como "hija, he hecho lo que he podido, habrá unos 40 puntos (¡¡¡¡¡40 puntos!!!!!), tienes un culo de pollo ahí, pero lo bueno es que el útero es un músculo que se recupera muy bien, no tendrás problemas". Ala, ahí queda eso.
Parí a las 16:05 horas, y no me pudieron subir a la habitación hasta las 20:30 horas. Entre tanto mareos por pérdida de sangre, oxígeno, refuerzo de epidural para no sentir todo lo que estaban haciéndome. Y como añadido una sonda para que no me moviera hasta el día siguiente. No está mal ¿verdad?.
Así que yo me cuestiono la efectividad de estos hospitales universitarios, donde dejan a estudiantes con poca experiencia a cargo de tareas que en muchas ocasiones les vienen grandes. Porque me niego a pensar que son falta de ganas, me niego a pensarlo en personas que inician su actividad profesional.
Esa ha sido mi experiencia, como veis nefasta. Afortunadamente no hubo secuelas. Al principio sí, afectó a las relaciones sexuales con mi pareja, sequedad vaginal, molestias. Pero al cabo de unos meses todo cicatrizó muy bien y a día de hoy no hay ninguna consecuencia.
Yo no presenté ninguna queja o reclamación, hice mal. Debería haber presentado una queja formal por escrito, contando lo sucedido. Todos callamos cuando se producen errores en la sanidad, y quizá, si todos contáramos nuestra experiencia, conseguiríamos mejorar la atención que nos brindan.

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