Revista Cómics

La señorita Tetis

Publicado el 20 octubre 2020 por Airin

 Esta es la historia de cómo la señorita Tetis perdió la fe en la humanidad y la volvió a encontrar. La señorita Tetis tenía 39 años oriunda de Bebelascañas, de familia clase media y pechos prominentes. Tuvo una infancia bastante corriente: los pequeños ponys, osos amorosos, karate kid, la historia interminable o soldado universal eran sus programas preferidos y Dylan, el malote de Sensación de Vivir, su hombre ideal. Tetis se fue forjando una personalidad abierta, extravagante, inteligente y buenista. Amante del arte y de los animes, su faceta intelectual se combinaba a la perfección con su mente creativa e innovadora. Todo parecía irle bien a nuestra protagonista. Tetis fue consiguiendo diversos trabajos de mierda que no encajaban con ella hasta que consiguió, no sin mucho esfuerzo, constancia y sacrificio, que la admitiesen en el Centro Especial de Formación de Reponedores como ayudante del auxiliar del reponedor en prácticas. En ese centro trabajaba mucha gente, la mayoría hombres y era un ambiente muy jerarquizado, con lo que Tetis estaba en la base de la pirámide de poder. Ella tenía fe en ascender poco a poco, a lo largo de los años, para convertirse en coordinadora de reponedores, su sueño desde que vio a los 6 años cómo una mujer del Economato manejaba con destreza un palé lleno de compresas y chorizos de Burgo de Arias.

Como ya hemos mencionado antes, Tetis era una buenista, una misterwonderful, una persona optimista que no hacía caso ni a la Ley de Murphy ni a las predicciones del tiempo que ofrecían los canales de la televisión rusa. Era amiga de sus amigos, vestía de rosa, decía buenos días por la mañana, reciclaba en casa y confiaba en la vida. De hecho, ese era su mantra: "Confío en que la vida sólo me traiga cosas buenas" . Pobre Señorita Tetis, no sabía la prueba que le había reservado la vida. 

Los fines de semana, le gustaba hacer fotos a paisajes, personas o a sí misma. Era uno de sus mayores hobbies, la fotografía creativa. No tenía estudios profesionales pero la pobre ponía mucho empeño y pasión (la pasión que no falte, o eso dicen los coaches), y esperaba algún día exponer en una galería de arte o ser contratada por alguna empresa para hacer fotos cuanto más controvertidas, mejor (tenía alma de artista). Los lunes, cuando llegaba al trabajo, le gustaba enseñar sus fotos a sus compañeros para intercambiar opiniones y seguir soñando despierta (sin olvidar su otro sueño de ser coordinadora). 

Todo cambió un martes a la hora del café, cuando Tetis entró en la sala de ocio y tiempo libre y comprobó que todos sus compañeros se estaban riendo de ella. Se reían de su personalidad y sus sueños como fotógrafa mientras proferían variados insultos dañinos y mezquinos. Nuestra señorita tuvo que irse a casa llena de una gran confusión y tristeza por que no se esperaba ese zafio comportamiento por parte de sus compañeros. Tuvo días en los que se replanteaba sus valores, su existencia y su continuidad como socia en la Fnac. Era una verdadera crisis, pero ella tenía que ser más fuerte y no dejar que 400 fanáticos del libro "365 chistes para todo el año" le chafasen su meta. Así que interiormente, su corazón generoso se volvió aún más generoso, más humilde y más fuerte que Chuache en sus mejores tiempos.

Así pasaron los meses hasta que un día, un miércoles no de ceniza, la señorita Tetis se levantó especialmente de buen humor. Al llegar al trabajo, sacó de una funda negra su carabina y sus cascos inalámbricos recién comprados gracias a una oferta en internet y al ritmo de Girls Generation, el grupo de chicas coreano del momento, fue matando uno a uno a sus estúpidos compañeros, quienes caían desplomados en grandes charcos de sangre ante la atenta y feliz sonrisa de la cándida Tetis. Cuando hubo acabado con todos, volvió a recordar su mantra con gran satisfacción: Sí, yo confío en la vida. Y empezó a sacar fotos de todos los muertos sabiendo que esa era su gran obra maestra.


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