Revista Cultura y Ocio

La séptima función del lenguaje. Laurent Binet

Por Mientrasleo @MientrasleoS
La séptima función del lenguaje. Laurent Binet
     "La vida no es una novela. Al menos es lo que a ustedes les gustaría creer. Roland Barthes sube una vez más por la rue de Bièvre. El mayor crítico literario del siglo XX tiene sobrados motivos para estar angustiado en grado sumo. Su madre, con quien mantenía unas relaciones muy proustianas, ha muerto. Y su curso en el Collège de France, titulado "La preparación de la novela", ha resultado un fracaso del que difícilmente puede sustraerse."
     Tras la lectura de su primer libro Hhhh, no había vuelto a saber nada de Binet, se había convertido sin darme cuenta de uno de esos autores relegados al olvido, hasta que se anunció la salida de este libro. Hoy traigo a mi estantería virtual, La séptima función del lenguaje.
     Un hombre llamado Roland Barthes es atropellado y Giscard, al ser informado del suceso y de la existencia de un documento, pide a un comisario de policía que investigue el caso. Este policía, ajeno a todo el mundo de la semiótica y los significados, necesitará la ayuda de un académico para intentar moverse. Seguiremos los pasos entonces del policía Bayard, un hombre conservador y de ideologías políticas marcadas, y de Herzog, de ideologías contrarias, durante el proceso de una investigación que se adentra en los campos del poder más allá de las fronteras de un país.
     Roland Barthes existió. No solo eso, sino que fue famoso por sus aportes a la semiótica y, además, murió atropellado en marzo de 1980 un mes después de haber sido atropellado, tal y como nos relata Binet en las primeras páginas de su libro. Efectivamente tenía las relaciones que nos plantea con personas como Foucault, pero lo que hace Binet es desdoblar el mundo real para, en esas mismas páginas, plantearnos la ficción. En este mundo paralelo en el que estamos entrando, el creador del concepto de "la muerte del autor" fallece por un atropello que tal vez no sea un accidente, y además es portador de un poderoso documento... que desaparece. Y si según Jakobson el lenguaje tiene seis funciones, aquí Binet nos habla de la séptima que es la que le otorga ese enorme poder.
       La novela, es un claro homenaje de Umberto Eco en más de una ocasión, de hecho incluso un personaje lleva su nombre, y mezcla lo detectivesco con la parodia para hacernos pasar un rato más que divertido en el que Binet nos lleva de sorpresa en sorpresa haciéndonos dudar con su atrevida mezcla de qué partes son reales y cuales no. La narración, cuidada hasta el más mínimo detalle, se llena de nombres que se nos antojan conocidos, ya sea Foucault dando una clase magistral (real), o el nombre del policía encargado de investigar el caso y que se corresponde con el del autor de "¿Quién mató a Roger Ackroyd?" así que el lector que guste de introducirse en las motivaciones y grietas en las novelas, estará francamente entretenido. Un thriller divertido en el que el autor nos hace dudar de si estamos ante una obra a ratos retorcida o una parodia pero que nos empuja constantemente a la sonrisa de la mano de los comentarios de su protagonista. No duda en elegir además escenarios atractivos, famosos, personajes narcisistas y en insistir una y otra vez sobre la importancia de las palabras a través de esa supuesta séptima función que daría más poder del imaginable. La trama está servida y el lector francamente interesado en descubrir qué trata realmente de hacer Binet en esta novela que nos mantiene pegados e intrigados a partes iguales, a sus páginas. Y entonces nos sacude preguntándonos casi directamente sobre el mundo en el que vivimos y sus mentiras, y su control.
     Pero si el libro está lleno de nombres  referencias intelectuales francesas, ¿qué le queda entonces al lector que desconozca todos esos datos para poder hacer esa suerte de compleja lectura de la que todos hablan cuando nombran a Binet?
     A ese lector, que es en realidad el lector común, el habitual, le queda una novela policiaca divertida, a ratos muy divertida en la que, como comentaba antes, en claro homenaje a El nombre de la rosa, lo importante es la importancia de la escritura, del documento, de lo escrito que puede otorgar una suerte de poder supremo a quien lo posea. Y si el primero hablaba de un manuscrito prohibido, Binet nos habla de semiótica para explicarnos el poder que puede otorgar este documento a quien lo posea y la importancia de su custodia.
     La séptima función del lenguaje me ha parecido una novela divertida que se desarrolla como un ejercicio, no sé si brillante o concebido para mostrar lo brillante de la cabeza de su autor, pero que funciona perfectamente. Una novela diferente a lo que suelo encontrarme en las librerías, de un autor que comienza a acostumbrarme a libros que se salen de la norma.
     Y vosotros, ¿os gustan los libros que mezclan realidad y ficción?
     Gracias.
     Y si en la novela no falta nadie del ambiente erudito comentado, no podía faltar aquí la prueba de algunos de los que existieron. Os presento a Wabl, Sollers, Pleynet y al mismísimo Barthes.
La séptima función del lenguaje. Laurent Binet

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