Revista Cultura y Ocio

La Sexta Cruzada

Por Joaquintoledo

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El Gran logro de Federico

Juan de Brienne, rey de Jerusalén y protagonista de la quinta Cruzada, decide viajar a Europa en el otoño de 1222, con el fin de acordar con el Papa el futuro del reino en medio oriente, bastante presionado pues selyúcidas y ayyubíes mantenían algunas pugnas y guerras, mientras los reinos cristianos sólo dependían de un frágil comercio para mantenerse con vida. En su nueva discusión el Papa y Juan de Brienne coincidieron en comprometer al gran rey ausente durante la campaña anterior: Federico II de Alemania.

De ahí en más todos los reinos fueron indiferentes, a excepción de Francia, cuyo rey, Felipe, dio 50 mil marcos en beneficio del reino de Juan de Brienne. Para convencer a Federico, a propósito, se tuvo que recurrir a algunas condiciones un tanto desesperadas, pues Juan se vio obligado a ofrecer a su hija en matrimonio, de tan sólo 15 años, la que es aceptada con gusto por el rey quien se atreve a hacerle un par de desaires a su suegro y hasta a quitarle parte del tesoro que Felipe le había dado.

El emperador vio esto como una posibilidad para incrementar su poder, tierra y riquezas. A fin de cuentas era prácticamente agnóstico y le agradaba mucho la cultura árabe. En medio de todos los preparativos, el Papa Gregorio IX sucede ante la muerte inesperada de Honorio, y todo continuó en su cauce, a pesar de que Federico nunca tuvo buenas relaciones con ninguno de los dos.

A pesar de algunas dificultades últimas la mayor parte de su ejército zarpó de Brindisi en agosto de 1227 bajo el mando del duque de Limburgo Enrique VI. Federico iría unos días después ya que estuvo enfermo durante el viaje. Sin embargo,  esta acción súbita se hacía sin la bendición y aprobación del Papa. El emperador era muy independiente y esto hizo que a lo largo de su vida el Papa lo llegara a  excomulgar dos veces, entre ellas una por haber viajado sin autorización. Luego de hacer una escala en Chipre llegó a Acre, donde se enteró de su excomunión sin inmutarse en absoluto, si bien todo esto le valió el poco apoyo de las órdenes en medio oriente.

Gracias a su esposa, la corona del reino de Jerusalén le pertenecía. Por ende, Federico tuvo dónde resguardar a su ejército a pesar de que sus enemigos musulmanes y cristianos rondaban todo el tiempo. La mayor parte de sus problemas provenían  de su ejército, ya que los primeros soldados que habían llegado a tierra santa estaban regresando. Estos  tenían miedo a las represalias  y para inicios de 1228 contaban solo con alrededor 5 mil soldados, un ejército muy mermado. Sin embargo, no se resignaría a regresar  con las manos vacías y humillado.

Federico no perdió tiempo en tierra santa y se mantuvo al tanto de los acontecimientos  y sorprendiendo a todos decide meterse en la ya mencionada, guerra civil entre musulmanes. Para entonces al-Kamil se hallaba en guerra desde Egipto contra Damasco, donde su sobrino al-Naser se mostraba en rebeldía, esto hizo que Federico tome este contexto como su herramienta para llegar a un acuerdo. El emperador, ante la sorpresa de todo el mundo cristiano, tenía gran simpatía por al-Kamil  de quien recibió el ofrecimiento de ayuda y apoyo si es que el recibía el mismo trato en la guerra que estaba llevando a cabo contra su pariente rebelde.

¿Es qué acaso Federico olvidaba que al-Kamil había sido aquel sultán que humilló a los cruzados en la campaña anterior y que los obligó a regresar a casa con las manos y bolsillos casi vacíos? Todo medio oriente se preguntaba eso, pero Federico no daba marcha atrás en sus planes y sin ningún reparo moral o religioso aceptó la oferta de Al-Kamil estableciendo el siguiente pacto: se le daría al emperador europeo Jerusalén con excepción de dos mezquitas, entre ellas la Cúpula de la Roca, claro está, y otras plazas como Belén, Nazareth y Tiro, en las cercanías, lo que permitiría la total defensa de la sagrada ciudad, en caso de un ataque. El sultán a cambio sólo exigía que se lo ayuden en la guerra contra su sobrino y el paso libre de los musulmanes para peregrinar en Jerusalén. Federico, había logrado lo impensable en un corto período y sin un inútil derramamiento de sangre.

Debido a algunos pequeños roces entre caravanas y algunas guarniciones, nada importante, se habían hecho algunos prisioneros, que fueron inmediatamente intercambiados mediante el pacto. En el bando musulmán, Al-Kamil tampoco fue bien visto por semejante intercambio que sólo favorecía a su gobierno así que se dedicó a armar toda una propaganda que engañó al pueblo haciéndole creer la hipotética superioridad del ejército de Federico, quedando así justificado su pacto. El tratado quedó firmado exactamente un 18 de febrero de 1229, con la presencia de musulmanes notables, el emperador, obispos y el maestre de la orden teutónica.  Muchos nobles cristianos prefirieron no asistir debido a que consideraban un agravio pactar con los infieles, ¿o era quizá porque se recuperó Jerusalén sin la necesidad de guerra?

Sea como sea la obra de Federico tenía que ser calificada de antológica.  En marzo de 1229 Federico entra a la ciudad y es coronado oficialmente como rey de Jerusalén con nueva capital. Su ingreso no fue bienvenido, las calles estuvieron prácticamente vacías el día de su ingreso, pues no dejaba de levantar sospechas frente a todos, tanto cristianos, judíos o musulmanes. Su fama de soberbio y malvado se había esparcido por todas partes. En su escolta sólo se hallaban algunos de sus amigos ingleses y los caballeros teutónicos y tras el término de la procesión el musulmán Qadi Shams le hace la entrega de las llaves de la ciudad.

Así terminó oficialmente la sexta Cruzada, con la pacífica recuperación de Jerusalén, el resto de tiempo el emperador Federico se dedicó a vagabundear por la ciudad y mientras recorría las calles de aquella santa ciudad visitó lugares sagrados para el Islam como la Cúpula de la Roca, además, tuvo muchos roces con los cristianos y hasta prefirió a los musulmanes antes que a estos, lo que le generó muchas críticas. Incluso,  prohibió que todos los cristianos ingresaran a lugares sagrados para los musulmanes.

Tampoco acarreaba todas las gracias musulmanas, pues no era desconocido su agnosticismo o hasta ateísmo lo que le valió desprestigio. De ahí en más sólo se dedicó a organizar la ciudad y preparar su retorno, justo cuando se enteró que existía una sublevación en Damasco y se vio obligada a acabarla, al Naser huye refugiándose en Kerak, así, quedaba más que saldado el pacto hecho con al-Kamel. Sin embargo, las cosas para Federico se hicieron pronto insostenibles, tanto porque sus pares cristianos lo miraban con desdén, así como cuando le llegaron noticias de que su suegro Juan de Brienne y el Papa se encargaban de generar disturbios en su reino. Federico decide que había llegado la hora de volver, dejándole encargado a Balian de Sidón y Garnier, el germánico, el reino de Jerusalén y en especial la capital, Jerusalén recuperada recientemente.

Si bien Federico había conseguido recuperar la dichosa ciudad, no pudo acabar con los sultanatos, recuperar nuevas tierras  y obtener grandes riquezas producto del saqueo. Esto era lo que los ejércitos, el Papa y los reyes más buscaban. Pero fue astuto, pues con eso consiguió callar a Roma y a todos aquellos que buscaban una innecesaria guerra en medio oriente. El 1 de mayo de 1229 Federico ponía marcha rumbo a Europa, llegando en junio a Brindisi. Atrás dejaba una ciudad sagrada recuperada pero en proceso de fortificación lo que hacia en extremo difícil mantenerla de posibles ataques. Los musulmanes asaltaron la ciudad a un par de semanas de la partida del soberano y los roces parecieron comenzar otra vez. En pocas palabras Federico dejó atrás la semilla para una nueva guerra civil, religiosa, ¿acaso la Séptima Cruzada?

Escrito porJoaquín Toledo, especialista en historia del mundo, historia antigua y  con amplia experiencia en investigaciones sobre conflictos bélicos.


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