La soledad del sentido común

Desconozco el alcance, si es para los de Venezuela, si alcanza a los latinoamericanos como los argentinos, chilenos, colombianos, uruguayos o cualquiera de las nacionalidades de esta subregión. Destrabar el sentido común como fórmula de vida es el principal secreto del avance que tienen sociedades y naciones del mundo y en esta zona estamos muy lejos de aquello.

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Vamos a más, definir el sentido común parece complicado. Desde cualquier perspectiva – económica, social, política o cultural – resulta complejo dejar una línea en la que todos coincidamos. No sé si corresponde a los años vividos, a convenciones sociales o una dura creencia en los origines pero son pocas las sociedades, los países o las naciones que tienen como fórmula de vida el sentido común.

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Hagamos el intento. El sentido común puede ser la norma no escrita en la que acordamos que nuestros actos, buenos y malos, tendrán efecto en nuestras vidas y en las del resto. Es una guía transparente, que apenas percibimos, con la que sabemos que hay un equilibrio en la vida. Tal vez sea mejor con ejemplos: si usted pone un mayor esfuerzo en las cosas que hace, aunque le pongan los mejores obstáculos, estará en capacidad de vencerlos. Si usted roba o se afana algo que no es suyo, y que además pertenece a un grupo, esa ausencia la tendrán que reponer entre todos o lo pagarán – como sucede normalmente – los que se encuentran más desubicados.

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Si usted va manejando distraído, repercutirá en todos los que van tras suyo, por eso es común que luego de la mentada de madre, le toquen corneta. Si usted no cumple con la normativa del lugar donde reside, sabrá entender que los vecinos – a propósito – lo harán peor cuando a usted le afecte. Eso de meterse por donde no es, reventar el volumen hasta que vuelve a verse el sol, ensuciar como si los que limpian – más allá de una remuneración – son esclavos. Cada uno de vosotros tendrá un ejemplo donde se aplica, o no, el sentido común.

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Los ejemplos y las pinceladas pueden acercarnos a un concepto, pero lo grande del sentido común, es que lo define nuestro accionar ante las cosas. Es el tiempo que nos toma entender que es bueno y que es malo, es el tiempo que nos toma hacer sentir a los demás que están en el lugar correcto y con la persona adecuada. El sentido común es cuando respiramos un poco más lento, cuando nos fijamos un poco más, cuando al hablar pensamos un poco más, cuando nos hablan prestamos atención un poco más, en definitiva es ese un poco más que con el pasar de los años se ha vuelto un esfuerzo inútil, un gesto no valorado.

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La soledad del sentido común radica en que ser mejores ya no es interesante, es como el que ante la posibilidad de ganarse un premio, digamos el Nobel, para evitar el esfuerzo reúne una guita y si se puede que lo compren. No hay sentido común cuando las personas ponderan un precio ante un esfuerzo.
No podríamos cerrarnos con temas recurrentes, los abusos y corrupción de políticos, la forma en la que vivimos como sociedad y tantas cosas de las que no cansamos pero poco aportamos. El esfuerzo que le pongamos nosotros, a nuestra vida, es donde tendremos que cerrarnos y donde podríamos dejar de lado la soledad en la que encontramos al sentido común.

(Puerto la Cruz - Fuente: Wikipedia - EEUU)

Ojala que los venezolanos, latinoamericanos y donde haga falta, nos animemos a darle prioridad al sentido común, que sepamos valorar las cosas como son pero especialmente sepamos distinguir lo bueno y lo malo, para uno y para todos. ¿Sera que le ponemos huevos al sentido común?