Revista Opinión

La tarea de educar

Publicado el 28 enero 2020 por Jcromero

Contemplo la actualidad política con interés, pero también como un espectador perplejo, atónito y desapasionado. Cada día que pasa la política española se parece un poco más a esos programas de televisión, tertulias incluidas, que necesitan del escándalo constante, de un contertulio provocador predispuesto siempre al exabrupto, de una exclusiva ya conocida y de algún cebo para crear falsas expectativas.

Se trata de someter hasta convertir al ciudadano en un autómata intachable, cegado y obcecado por la pasión partidista; se trata de tenernos distraídos con polémicas estériles, pendientes de las redes sociales, radios o tv. Se trata de convertir la política en un simulacro donde lo relevante queda velado por la estridencia y lo superfluo se airea como la quintaesencia democrática. Nos quieren, en palabras escritas por Javier Melero en El engaño, como el coro de una tragedia griega donde sus protagonistas pueden lamentarse, advertir, recriminar, pero tienen prohibido influir en el curso de los acontecimientos.

No cabe sorprenderse por la exaltación constante de la derecha política, mediática y social. Ocurre cada vez que ellos no tienen todo el poder y, desconozco si hacemos bien, dando pábulo a su estrategia. Porque, cómo comprender a ese político indignado afirmando que "mis hijos son míos y no del Estado". ¿Los berrinches diarios de éste y otros políticos merecen tanta atención cuando habla de oficio, sin distinguir entre actividades extraescolares y complementarias?

Eso del concepto de propiedad con respecto a los hijos viene de lejos. En la antigua Roma los hijos eran del padre en virtud de una figura jurídica denominada , por la que el padre -que no la madre- disponía de sus hijos hasta que alcanzaran la edad adulta. Así, el pater familia tenía poder sobre la vida de sus hijos para castigarlos físicamente, mutilarlos, venderlos como esclavos, abandonarlos o matarlos; también tenía el poder de decisión sobre el matrimonio o divorcio de sus vástagos. Aquellos progenitores decían que sus hijos eran suyos y hacían con ellos lo que consideraban oportuno. Como dice el dicho de aquellos polvos, estos polvos.

La derecha, tratándose de educación, siempre recurre a los mismos resortes: libertad de elección de centro, religión y escuela o eso del adoctrinamiento. Sobre la libertad de centro, me pregunto por la ley, norma o reglamento que impide a cualquier familia inscribir a sus hijos en colegios privados o concertados. Lo que realmente sucede es que ellos se ponen el concepto de libertad por montera para exigir que, entre todos, financiemos eso que se conoce como educación concertada. Al respecto, hay que garantizar que en los centros concertados se cumplen los procedimientos establecidos en el proceso de inscripción y matriculación del alumnado y que, en sus aulas, no se adoctrina contra los valores constitucionales.

Lo del pin pon parental tiene su importancia y desconozco si es una provocación o una estulticia. Lo importante en educación es que el Estado aumente la inversión para la enseñanza hasta alcanzar la media europea, lo relevante es reducir el abandono escolar, facilitar las condiciones necesarias para que los profesionales puedan ejercer su trabajo, que los centros dispongan de recursos materiales y humanos para atender al alumnado incluidos aquellos con necesidades educativas especiales y un largo etc. Y sí, lo del pin parental -ya puestos le podrían llar pin familiar, pero el machismo lo llevan en el ADN- es muy importante, tan importante que hay unos contenidos, recogidos en la Constitución Española, que se deben impartir en la escuela pública, concertada y privada, sin excepción.

El sistema educativo y sus profesionales deben trabajar para formar personas con criterio propio, respetuosas, solidarias y capacitadas para desenvolverse en sociedad. También debe ayudar a los ciudadanos en su cualificación profesional y capacitarlos para que conozcan y defiendan sus derechos; para que sean libres, asuman sus deberes y sepan defenderse de los intentos de manipulación y hostigamiento. Para ello es indispensable, entre otras cosas, que en los centros educativos se enseñe en libertad y se apueste por respetar las diferencias y valores universales como la libertad, la justicia y la tolerancia. Y los más importante, niñas y niños tienen el derecho a una educación integral que les permita cumplimentar los valores que les pueda inculcar sus familias con los presentes en la sociedad.

A los políticos hay que exigirles que se pongan a la tarea en sus responsabilidades, mientras que las familias deben asumir que la acción educativa más importante es la que sucede fuera del horario escolar.


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