Revista Cultura y Ocio

La tregua / Benedetti

Publicado el 08 diciembre 2016 por Ispamaga @is_ma_ga

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“La Tregua“ de Mario Benedetti está escrita en forma de diario, Martín Santomé, el protagonista, es un oficinista de Montevideo. Aquí redacta una etapa de su vida de un año, mostrándonos recuerdos del pasado, es por ello que siempre sabremos qué pasó antes del diario. El título se refiere al tiempo de relación que tiene con Laura Avellaneda. Mientras avanza la historia el protagonista experimenta una felicidad única que le ha tocado el corazón con el pasar del tiempo.

Sinopsis:

Martín Santomé, viudo con tres hijos, en las vísperas de su jubilación comienza a registrar en un diario su vida gris y sin relieve. La vida cotidiana de la rutina en la oficina y la de un hogar desunido y crispado se verán alteradas cuando irrumpe en su rutina la joven Laura Avellaneda, su nueva empleada. Y este hombre, casi sin proponérselo, decide abrir en su vida un paréntesis luminoso. La soledad y la incomunicación, el amor y la sexualidad, la felicidad, la muerte y los problemas políticos son algunos de los temas que aparecen en La tregua, una novela que se ha traducido a decenas de idiomas y ha sido adaptada al cine, la televisión, el teatro y la radio, pero que sobre todo ha gozado de la excepcional acogida de los lectores de todo el mundo.

Resumen

Escrita en forma de diario, una narrativa de fina ironía y sentido del humor sutil, revela las confesiones íntimas de un hombre de 49 años de edad. Con un pie en el pasado y el otro en el presente, será la presentación de informes del día a día, los recuerdos de los años que vivió con su esposa alterna. Viuda desde los 28 años, fue padre y madre de tres hijos, trabajado, dedicado a la familia y nunca tuvo una implicación emocional que se repite más de una vez.
Es inevitable no sentir empatía por Martín Santomé. A pesar de todo el esfuerzo, las relaciones con los hijos se maneja con cierta frialdad, renunció a la monotonía, tanto en la vida personal y profesional. Lleva una vida tibia, no tiene sueños o aspiraciones. Quiere retirarse, pero no sabe lo que hará con el tiempo libre. Siente que es buena persona que merece más, pero la vida era la madrastra y él no tendrá suficiente fuerza o la voluntad para salir del agujero.

Cuando conoce a Laura Avellaneda, se salió de su conformismo. Entre los dos (muy lentamente y con el sabor de las cosas preciosas) nació un amor lleno, lleno, lo que conduce a constantes juicios de conciencia y un lúcido análisis de envejecimiento y las consecuencias de una relación con una mujer mucho más joven. Más que nunca, el paso inexorable del tiempo que ha caído en silencio tan profundo y se fue tan insegura. Saboreando al máximo cada día, cada hora, como algo irremediablemente irrepetible e irrecuperable, se convirtió en su principal objetivo. Es el renacer a la vida y un amor vivido en su plenitud, pero todavía envuelto en melancolía, como si cautiva de la tiranía del tiempo o da algún movimiento de destino injusto.

Lunes 12 de Agosto: “Ella me estaba mirando y de pronto movió los labios para decir dos palabras dijo: ‘te quiero’. Entonces me di cuenta que era la primera vez que me lo decía, más aún; que era la primera vez que lo decía a alguien . Isabel me lo hubiera repetido veinte veces por noche. Para mi ex mujer, Isabel, decir “te quiero” era como otro simple beso Avellaneda , en cambio, lo había dicho una vez, la necesaria. (…)”

“Ella me daba la mano y no hacía falta más. Me alcanzaba para sentir que era bien acogido. Más que besarla, más que acostarnos juntos, más que ninguna otra cosa, ella me daba la mano y eso era amor.”

“Posiblemente me quisiera, vaya uno a saberlo, pero lo cierto es que tenía una habilidad especial para herirme”

“A mí me cuesta ser cariñoso, inclusive en la vida amorosa. Siempre doy menos de lo que tengo. Mi estilo de querer es ése, un poco reticente, reservando, el máximo sólo para las grandes ocasiones. De modo qué si siempre estuviera expresando el máximo ¿qué dejaría para esos momentos (siempre hay cuatro o cinco en cada vida, en cada individuo) en que uno debe apelar el corazón en pleno? También siento un leve resquemor frente a lo cursi, y a mí lo cursi me parece justamente eso: andar siempre con el corazón en la mano.”

“Era ese llanto que sobreviene cuando uno se siente opacamente desgraciado. Cuando alguien se siente brillantemente desgraciado, entonces sí vale la pena llorar con acompañamiento de temblores, convulsiones, y, sobre todo, con público. Pero cuando, además de desgraciado, uno se siente opaco, cuando no queda sitio para la rebeldía, el sacrificio o la heroicidad, entonces hay que llorar sin ruido, porque nadie puede ayudar y porque uno tiene conciencia de que eso pasa y al final se retoma el equilibrio, la normalidad.”

“A veces me siento desdichada, nada más que de no saber qué es lo que estoy echando de menos.”

Este libro te deja con ganas de leer más de Benedetti. Es una novela romántica pero también realista, el amor es algo que se cruza con nosotros cuando menos lo esperamos.

Leer a Benedetti, fue como caminar de la mano con el protagonista a lo largo de sus vivencias; llegué a encariñarme por su manera de vivir y de ver las cosas, que eran sencillamente profundas. Es de esas obras que te calan hasta lo más hondo de tu ser y pensamientos sin mucho esfuerzo. Me gustó el estilo de Mario Benedetti que no exageró en la filosofía e incluso escribió una novedosa vida humana normal de empleados lejos de la vida romántica de adoración.

Mario Benedetti escribió de manera sensible y profunda sobre temas que nos tocan a todos con el paso de los años. La inseguridad, el arrepentimiento, la demanda de la felicidad, el difícil arte de las relaciones, la honestidad (con nosotros y otros) lo que aprendemos de lo que vivimos y, sobre todo, lo que hacemos con el tiempo que nos queda. Este libro es todo. Todo esto y mucho más.

Después de la lectura hay preguntas obligatorias que debemos plantearnos:

 ¿La idea de la felicidad es duradera o una utopía?

¿Debemos contentarnos con pequeñas treguas que la vida nos da?

Teniendo en Dostoievski en las noches blancas ¿basta un minuto para llenar de felicidad la vida de un hombre?


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