Revista Toros

La triste historia

Por Solymoscas
LA TRISTE HISTORIALa meravella...

Vayamos con la triste historia de la gallina ponedora. Son encerradas en jaulas del tamaño de medio folio (430 centímetros cuadrados, o sea, para ponerlo en perspectiva, aunque esto el escritor no lo sabe, tiene 1.400.000 veces menos espacio que un toro de lidia), les privan de luz o la encienden todo el día para conseguir 300 huevos al año. Solo el primero, al segundo no llegan; como saben que baja su producción, las matan. Sale más barato alimentar a otras nuevas.
Sigamos con la tristísima historia de la pechuga a la plancha. Son pollos modificados genéticamente para que crezca antes la carne que los huesos, por lo cual la mayoría no se sostiene en pie o presenta problemas de movilidad durante sus 39 días de vida (antaño un pollo podía vivir hasta 20 años). Cuando el pollo llega al matadero, un tercio tiene algún hueso roto y todos el pico amputado. El degollador automático que se encarga de poner fin a sus vidas no es tan automático. Los pollos se desangran lentamente, se les cuelga aún conscientes, se les despelleja conscientes y aún siguen conscientes mientras se les descuartiza, motivos suficientes para cerrar la cuarta parte de los mataderos.
Acabemos con la triste historia encontrada entre vómitos en el Raval de Barcelona, aquella que habla de que los catalanes algún día se creerán su propio mito. A lo Espada: Ese mito, la aportación catalana más relevante al conocimiento humano... con su cazurro espíritu moralizante, su ufanía de vencedores de Liga, su pequeño delirio provincial. Ésta, seguramente, no sea la más triste de las tres historias pero seguro que es la más estúpida.
LA TRISTE HISTORIAL'horror, l'horror...

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