Revista Educación

La vida es cine

Por Siempreenmedio @Siempreblog

La vida es cine

Cada vez que oigo hablar con pasión de las películas que fulano o mengano vio en el cine en su infancia o en su adolescencia me reconcome un sentimiento que no sé muy bien cómo describir. Decir “envidia” sería demasiado sencillo, porque tengo la sensación de que ese sentimiento va un poco más allá. Es como una añoranza retroactiva, no sé, un echar de menos algo que necesitaba, probablemente sin saberlo, y que seguramente me habría moldeado de una manera ligeramente diferente. Yo crecí en un pueblo que quedaba a tomar bastante por saco de todo (quedaba y queda, la verdad) incluidos los cines, así que me conformaba con la más bien escasa oferta del videoclub y la televisión.

Supongo que fue por eso, por intentar recuperar el tiempo perdido, por lo que mi primer día en esta ciudad en la que ahora vivo, lo primero que quise saber era dónde estaban las salas. Y allá que me iba en cuanto el bolsillo me daba la oportunidad. Cuatro o cinco películas a la semana y a esperar pacientemente a que renovaran la cartelera. Pero lo bueno no dura para siempre. Esos cines que añoro cerraron, los precios de los demás subieron y yo cada vez manejaba menos. Además, tenía la impresión de que nada de lo que ponían merecía un esfuerzo económico (para mí lo era) de tal calibre. Todo eso coincidió, afortunadamente, con la popularización de las descargas y los roscos de CDs rulando de mano en mano entre los amigos.

Así estuve un tiempo distanciada de las salas de cine, de lo que para mí era más que un entretenimiento una recompensa a todos aquellos años de espera, aunque todavía seguía rumiando la magua de no haber visto tal o cual película en sala oscura y pantalla grande. Seguía, y sigo, descargándome cosas y disfrutándolas en casa, pero con la matraquilla por dentro: “esta era para haberla visto en el cine”, por la calidad, por el sonido, pero sobre todo, por disfrutar ese ritual que, para mí, aún hoy, sigue siendo de los más emocionantes.
Escribo estas notas a los veinte minutos de ver Birdman (enorme en todos los sentidos) en una sala de cine. No es como las de antes: está en los bajos de un centro comercial y hay dieciocho películas a la vez, pero el espíritu de Multicines Tenerife desde hace un tiempo se parece bastante a ese cine del que yo nunca disfruté. Precios razonables, estrenos, versiones originales y reposición de clásicos seleccionados con un gusto exquisito. Supongo que estarán haciendo un gran esfuerzo para mantener todo esto, pero lo cierto es que tengo la impresión de que el público los respalda. Vuelve a haber colas en las taquillas y salas casi llenas, lo que me reconforta y me tranquiliza, porque me hace pensar que podremos disfrutar de esto al menos algún tiempo más. A mí me han vuelto a ganar.

Birman IMDB.com

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