Revista Opinión

La vida perra de Juanita Narboni (I)

Publicado el 05 febrero 2018 por Jcromero

Ante el sopor de la controversia partidaria y la inoperancia de tanto inepto, lo mejor es leer y escuchar. Frente a los manipuladores potenciales de todo tipo y ante la frustración por tanta desidia social, la mejor defensa es la lectura. Leer para formarse e informarse, para documentarse y aprender; para evadirse, ver más allá de lo que alcanza la vista y comprender cuanto sucede. Leer, como recurso para no dejarse arrastrar.

El último libro leído trata de una mujer, tal vez un hombre, y una ciudad; Juanita Narboni y Tánger. Juanita es una persona atormentada, paranoica. Todo cuanto sucede a su alrededor le reconcome. Vive frustrada y obsesionada por todo, por el qué dirán y por una cierta insatisfacción sexual. Tiene una visión pesimista de la vida. Piensa que ésta se ceba con ella; que solo le da motivos para el reproche, la frustración y la desesperanza.

Tánger es la ciudad. Todo se desarrolla en el periodo comprendido entre 1914 y finales de los años sesenta. Años que abarcan su esplendor y decadencia como ciudad cosmopolita, multicultural, liberal y bohemia. Un

La vida perra de Juanita Narboni (I)
Tánger atractivo y sugerente para reconocidos escritores, pintores, cineastas y poetas. Una ciudad que paulatinamente viene a menos, que envejece y se aleja de lo que fue una ciudad internacional al perder el prestigio de su antigua condición de refugio intelectual. A Tánger le sucede lo que a Juanita; una degradación gradual e irremediable. "Una ciudad por donde los autobuses pasean vacíos es una ciudad fantasma", dice la protagonista. Tánger es Juanita. En el trasfondo, todos los conflictos bélicos de la época. La II Guerra Mundial: "Acabamos de salir de una guerra y parece que nos metemos en otra. La ciudad se está llenando de polacos. Judíos. Aquí los llaman polacos, pero son de todas partes de Europa". La guerra civil española: "Sí, hija, sí, ya lo sé, las que ayer tocaban hierro cuando veían pasar a un fraile, hoy en la Purísima en primera fila y los hijos jefes de flechas". La entrada de las tropas españolas en Tánger: "El pasado día doce, a las once de la mañana entraron las tropas españolas y ocuparon la ciudad [...] Todo fue muy rápido, y no sabíamos si reír o llorar [...] Ahora están deteniendo a todo el mundo [...] En Tetuán, las puertas de las casas de los masones las marcan, como en Alí Babá, y por las mañanas se llevan a los hombres y los fusilan". También hay referencias a la independencia de Marruecos y al velo decadente que desde entonces envuelve a la ciudad.

El drama de Juanita es no admitir que su realidad cambia por su propio ciclo vital, por los acontecimientos históricos que le toca vivir y por una inconfesable fijación con la bebida. El autor usa múltiples referencias culturales, cinematográficas y musicales así como una especie de dialecto que se nutre de la estructura y pronunciación del castellano enriquecido con vocablos y expresiones hebreas, francesas, árabes y portuguesas . Es el habla de todas las Juanitas Narboni del Tánger de entonces. Igualmente hace un uso arbitrario del tiempo, pero deja pistas al lector para identificar a qué año se refiere Narboni en sus divagaciones. Así, por ejemplo, cuando recuerda la película Lo que el viento se llevó, sabemos que no puede ser anterior a 1939; al hablar de la entrada de las tropas españolas en la ciudad, nos sitúa en 1940 y al aludir al cambio de sexo la atleta catalana María Torremadé, en 1941.

Ángel Vázquez, el autor de La vida perra de Juanita Narboni, escribe una novela donde la ciudad, la vida cotidiana y la soledad de Juanita nos sumergen en un mundo ficticio y tan real como la vida misma. Juanita es Tánger. Tanta verdad hay en el personaje que se diría que la Narboni es Ángel Vázquez. La novela es ficción, tal vez realidad, en todo caso una crónica de costumbres de Tánger y sus Juanitas.

Escucho a Greg McKenzie:


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