Revista Política

La violencia contra los huelguistas españoles no es casual

Publicado el 30 septiembre 2010 por Joaquim
La violencia contra los huelguistas españoles no es casual
En Coslada, un pueblo de Madrid, una componente de un piquete fue atropellada de modo intencionado y está muy grave en el hospital. Al menos otros dos integrantes de piquetes, uno de ellos en Andalucía, están asimismo en el hospital con heridas de menor gravedad luego de ser atropellados intencionadamente por esquiroles.
En Getafe la policía disparó repetidamente al aire, al ser presuntamente atacado un grupo de antidisturbios por un piquete de huelguistas (ya ven qué país tan raro es España: aquí los piquetes cargan contra la policía y no al revés, como ocurre en el resto del mundo). Afortunadamente los huelguistas ya no vuelan, como al parecer lo hacían en tiempos de Franco, cuando la policía disparaba al aire y siempre mataba algún manifestante.
En León, la Policía Nacional apaleó a los mineros huelguistas que se manifestaban en el centro de la ciudad. Sus patronos no les pagan los salarios ni abonan las cotizaciones a la Seguridad Social desde hace meses, y se quedan con las subvenciones a la minería que otorgan la UE y el Gobierno español. A pesar de ello, al parecer el desorden público consiste en denunciarlo pacíficamente en la plaza pública. Cosas del libre mercado.
En Valladolid fue la Policía Municipal quien por orden del alcalde dispersó brutalmente a pacíficos ciudadanos concentrados en la Plaza Mayor de la ciudad. Según declaró a la radio el jefe de la policía local, "La Ley Orgánica del Estado les autoriza a hacerlo" (sic). ¿Dónde habrán contratado a esta lumbrera?.
En Valencia, un antidisturbios se dirigió a un manifestante al grito de "¡dame esa bandera!", al tiempo que intentaba arrebatarle la enseña republicana que portaba. Dado que el manifestante explicó sucintamente al machote uniformado lo que iba a hacerle si intentaba tocarle su bandera (que según la Constitución Española de 1978 forma parte del patrimonio simbólico del Estado español), el antidisturbios optó por no insistir en su demanda.
(por cierto, en la misma Valencia, esta primavera pasada y durante una carga policial contra manifestantes que protestaban porque el Ayuntamiento de esa ciudad está arrasando el barrio marinero en el marco de una operación urbanístico-inmobiliaria especulativa, un oficial de la Policía Nacional fue fotografiado luciendo en el pecho sobre el uniforme reglamentario un retrato de Franco. A pesar de que el individuo en cuestión fue plenamente identificado ni siquiera se le abrió un expediente, ni por supuesto ninguno de sus compañeros intentó arrebatarle el símbolo fascista que lucía tan donosamente).
En Barcelona, unas docenas de salvajes incontrolados "antisistema" (perfectamente controlados por personas muy del sistema, como sabe todo el mundo desde hace décadas), arrasaron el centro de la ciudad ante la incapacidad de impedirlo de quien debía hacerlo. La imagen mundial que ha quedado de la manifestación de Barcelona es la de un coche de la Guardia Urbana ardiendo, tiendas de lujo apedreadas y mobiliario urbano destrozado, en vez de la que componían 400.000 ciudadanos y ciudadanas manifestándose pacíficamente en defensa de los derechos de los trabajadores.
¿Por qué toda esta violencia? ¿Tan nerviosos están "los mercados" ante la incipiente reacción popular? ¿Qué harán de seguir la escalada de la contestación, cuando los antidisturbios y los "antisistema" ya no sean eficaces para dispersar y desprestigiar a masas crecientes de ciudadanos que denuncien las políticas del capitalismo salvaje que nos asfixia? ¿volverán a llamar a la peste azul mahón, como hicieron en los años treinta?.
La foto que ilustra el post corresponde a la actuación de la policía municipal contra los piquetes de huelguistas en las cocheras de Fuencarral (Madrid) de la Empresa Municipal de Transportes madrileña.

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