Revista Religión

La Virgen de Torreciudad

Por Eugenioolivares
La Virgen de TorreciudadEn un hermoso paraje cerca de la localidad de Barbastro (Huesca) se levanta el Santuario de Torreciudad, construído junto a la vieja hermita de la Virgen que da nombre al lugar. Os cuento una anécdota.Una señora, madre familia, solía frecuentar el lugar; rezaba a la Virgen y solía charlar con un sacerdote que allí trabajaba. En una ocasión, este sacerdote tuvo que ausentarse del santuario, para pasar unos días en Francia. Decidió llevarse un vehículo y cruzar los Pirineos. Habitualmente, cogía el avión, pero, en aquella ocasión -y no sé el motivo- hizo el viaje en coche. De regreso en el santuario, y transcurridos unos días, se extrañó de que aquella señora no viniese a verle. Alguien le informó entonces de que, Esther (por ponerle algún nombre) no vendría más, porque había perdido la fe. El extrañado sacerdote decidió llamarla por teléfono.Esther estaba destrozada: su hija, de apenas 20 años, había muerto días atrás en un accidente de tráfico. Durante la conversación telefónica, la madre explicó que su hija volvía de Francia en coche, con un chico que la acompañaba y que también había fallecido. Lo más doloroso para la madre era que la joven había salido despedida del vehículo y se había estrellado contra las rocas: "Mi hija", decía Esther, "ha muerto como un perro". Al conocer de la madre más detalles sobre el accidente, el sacerdote sintió una profunda conmoción y le pidió a Esther que lo escuchara un momento.Cuando él mismo volvía de Francia en su último viaje, paró a desayunar en un restaurante de los Pirineos. Allí, coincidió con una pareja de la Guardia Civil que, sentados cerca de él, hablaban entre sí de un accidente automovilístico a pocos kilómetros de allí. El sacerdote no lo pudo evitar y les preguntó por el lugar exacto: los cuerpos estaban aún allí. Tras llegar al sitio, los servicios de urgencias atendían a una chica que yacía sobre unas rocas; el conductor había fallecido en el acto. El sacerdote se acercó a la muchacha y le dio la Extrema Unción sub conditione (bajo condición), esto es, si sobrevivía, la joven debería confesarse. No fue así, y al poco tiempo el juez decretó el levantamiento de los dos cadáveres. La Virgen de TorreciudadLa madre rompió a llorar al escuchar el relato del sacerdote. Ambos entendieron que aquella chica era la hija de Esther. Ella confesó entonces que, siempre que subía al santuario, le pedía a la Virgen, entre otras cosas, que ninguna de sus hijas (tenía más) muriera sin recibir los últimos sacramentos. Esther decidió que seguría subiendo a rezar ante la Virgen de Torreciudad.

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