Revista Cultura y Ocio

La viuda. Fiona Barton

Por Mientrasleo @MientrasleoS
La viuda. Fiona Barton
     "Puedo oír el ruido que hace la mujer al recorrer el sendero. Sus pasos son pesados y lleva zapatos de tacón. Ya casi ha llegado a la puerta, y vacila y se aparta el pelo de la cara. Va bien vestida. Chaqueta de botones grandes, un respetable vestido debajo y las gafas sobre la cabeza. No es un testigo de Jehová ni un miembro del Partido Laborista. Debe de ser periodista, pero no parece la típica reportera."
     Estamos en pleno momento de lucha por presentar el libro del verano y casi todas las editoriales tienen su apuesta. El libro que hoy traigo llega con un aval mediático basado en comparaciones, colocando altas expectativas a los posibles lectores. Hoy traigo a mi estantería virtual, La viuda.
     Conocemos a Janne Taylor una mujer anodina que trabaja en una peluquería y que parece haber nacido para no destacar ni tomar decisiones. Casada con un hombre de impecable fachada ve como toda su vida cambia cuando su marido Glen es acusado por la desaparición de una pequeña. La prensa, la familia, sus propios pensamientos, todo gira de forma vertiginosa alrededor de esta mujer. Cuatro años más tarde, Glen muere atropellado y Jean ve como la prensa vuelve a acosarla apostándose en su jardín, de hecho deja entrar a una periodista, mientras el mundo y la policía se preguntan si, ahora que su marido no está, se sincerará finalmente La viuda contando lo que sabe.
     La novela parte de una pregunta que nos ha rondado a todos en la cabeza alguna vez cuando vemos en la televisión que se detiene a algún "mónstruo" de esos que son capaces de hacer cosas horribles. Asistimos a declaraciones de vecinos sorprendidos por la detención y nos preguntamos; y en su casa, ¿no notaban nada?
     Esta es la premisa de este libro que, narrado a varias voces, juega con la historia de la viuda del acusado absuelto. Una mujer sometida además al juicio más implacable: el social. Da igual si su marido no entra a la cárcel, la prensa y la sociedad no olvidan que estuvo en el punto de mira, ni tampoco sus feas costumbres. Y ella sabía de alguna de sus costumbres, por eso lo llamaba sus tonterías. Barton cubre esos cuatro años dando datos y avanzando en esta historia que va a ser protagonizada por un número muy reducido de personajes: la viuda, la periodista Kate, el policía, la madre de la niña desaparecida, y el propio Glen. De ellos los tres primeros serán los que más relevancia tengan, y la viuda, Jean, será la única que tome la palabra utilizando en sus capítulos la primera persona. Para que el lector no se pierda, la autora coloca al comienzo de cada capítulo una referencia para que sepamos si estamos ante lo sucedido con el inspector, la reportera, la viuda...
Explicado así, con los hilos y los personajes, puede parecer un lío, pero en realidad es casi imposible perderse en esta novela en la que la autora nos lleva de la mano permanentemente mientras nos recuerda de forma incansable la pregunta que mueve la historia; ¿qué sabe?, ¿fue él? Y tal vez sea ese el motivo por el que me ha resultado un thriller fallido. Con un ritmo excesivamente lento y ante la ausencia de sorpresas, sólo me quedaban dos opciones para que la novela estuviera a la altura de lo que prometía: el estilo y los personajes. Y no puedo decir que me convencieran ninguna de las dos.
   
     El estilo de la autora es simple hasta parecer demasiado llano y los personajes carecen de la evolución necesaria como para que me sintiera implicada en modo alguno con la novela. Hay un momento en el que nos hablan del texto que escribirá la periodista para que las madres se retuerzan sus batas ante sus maridos mientras comentan que podría haberles pasado a ellas; bien, justo eso es lo que no ha conseguido la novela. Llegué con ganas de conocer a la viuda, ya que me parecía un personaje interesante y que podía dar muchísimo de sí en una novela, y me he topado con una Jean desvaída que no ha sido capaz de despertar mis simpatías ni tampoco mi antipatía. No me preguntaba lo que había vivido, no tenía esa necesidad de saber cómo o por qué. Tres cuartos de lo mismo puedo decir del policía que se obsesiona con el caso y que representa el típico cliché con esposa que se aleja de su vida laboral o de la periodista que finge una empatía que no siente para poder obtener la información necesaria y que tampoco me ha resultado muy novedosa como personaje.
     El resultado es una novela a la que le falta garra, que se deja leer y poco más, aunque no dudo que gustará a mucha gente, pero que dista mucho de lo que yo puedo considerar como el libro del año. O tal vez sea yo y, si os animáis con ella, vuestras impresiones sean mucho mejores.
     Muchas veces las expectativas preconcebidas sobre un libro provocan que no esté a la altura cuando lo leemos. Es más, a veces ni siquiera es culpa del libro que acaba convirtiéndose en víctima de una campaña demasiado entusiasta mientras el lector se queda perplejo tras su lectura. Al menos a mi me ha sucedido ya en demasiadas ocasiones. Y vosotros, ¿alguna vez habéis tenido esa sensación?
     Gracias.

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