Revista Cultura y Ocio

La voz a ti debida, de Pedro Salinas

Por Goizeder Lamariano Martín

La voz a ti debida, de Pedro Salinas

Título: La voz a ti debida

Autor: Pedro Salinas

Editorial: Voces críticas Público

Año de publicación: 1934

Páginas: 140

ISBN: B373892010

Vuelvo a leer poesía después de haber disfrutado en enero de Poesía castellana completa, de Garcilaso de la Vega. Y vuelvo a la poesía de la mano de Pedro Salinas, un autor totalmente desconocido para mí hasta ahora, al que nunca había leído y que, sin embargo, me ha fascinado. Esta obra del que muchos denominan el poeta del amor de la Generación del 27 me ha parecido una delicia.

Una obra que, a pesar de sus 140 páginas, me ha sabido a poco, me ha dejado con muy buen sabor de boca y que espero volver a leerla para disfrutar una vez más de estos poemas.
La voz a ti debida es un largo poema dividido en 70 fragmentos que tienen en común, como hilo conductor, el amor. El amor como principio de todas las cosas, desde el descubrimiento de la mujer amada hasta el intento del enamorado por desvelar su esencia. Un amor evocado, a través de la poesía, en imágenes cargadas de una sutil sensualidad, un amor expresado con un lenguaje intenso, emocionante, apasionado pero, al mismo tiempo claro, transparente y directo.
Y eso es precisamente lo que más me ha gustado de Salinas, su estilo, su forma de hablar del amor como lo más importante, lo más esencial, lo más imprescindible de la vida, el amor es algo extraordinario que nos permite existir, ser, respirar, vivir. Pero, a la vez, consigue hablar del amor como algo cotidiano, algo que forma parte, sin que nos demos cuenta, de nuestro día a día, de nuestra vida, de nuestra esencia, de nosotros mismos.

El amor nos rodea, convivimos con él, está en nuestro cuerpo, en nuestra piel, en nuestro alma, pero también en los objetos que nos rodean, en nuestras casas, en los relojes que nos marcan el paso del tiempo, ese tiempo que hace que no vemos a la amada o ese tiempo que llevamos disfrutando de ella.

Por otra parte, me ha llamado la atención y me ha gustado que en algunos de sus poemas Salinas vea el amor no sólo como un regalo, sino como algo que puede ser inalcanzable, porque hay que ganárselo, hay que merecerlo, todo el mundo puede amar, pero no todo el mundo puede ser amado.

Y eso provoca mucho miedo. Miedo a no merecer el amor, miedo a perder al ser amado, miedo a no saber disfrutar el tiempo juntos, miedo a no recordar, miedo a olvidar. Miedo a no saber expresar con palabras, con el cuerpo, lo que sienten el corazón y el alma.
Salinas, en estos 70 poemas, es capaz de decirlo todo y, al mismo tiempo, no decir nada. Me ha gustado su voz, me ha sonado dulce, tierna, cercana, amiga. Una voz que juega con las palabras, con los silencios, con las preguntas y las respuestas, con lo temporal y lo eterno, con el miedo y la esperanza, con el amor y la soledad, con el dolor y la alegría. En definitiva, una voz que sabe que se debe a la amada, al amor, una voz que sabe quién es y, sobre todo, para quién es.
Os dejo los dos poemas que más me han gustado, aunque me ha costado elegir sólo dos porque todos, los 70, me han parecido preciosos.

Lo que eres me distrae de lo que dices.

Lanzas palabras veloces, empavesadas de risas, invitándome a ir adonde ellas me lleven.No te atiendo, no las sigo:estoy mirando los labios donde nacieron.
Miras de pronto a lo lejos. Clavas la mirada allí, no sé en qué, y se te disparaa buscarlo ya tu almaafilada, de saeta. Yo no miro adonde miras:yo te estoy viendo mirar.
Y cuando deseas algono pienso en lo que tú quieres, ni lo envidio: es lo de menos. Lo que quieres hoy, lo deseas;mañana lo olvidaráspor una querencia nueva. No. Te espero más alláde los fines y los términos.
En lo que ha de pasarme quedo, en el puro actode tu deseo, queriéndote. Y no quiero ya otra cosamás que verte a ti querer.

La forma de querer tú es dejarme que te quiera.

El sí con que te me rindeses el silencio. Tus besosson ofrecerme los labiospara que los bese yo. Jamás palabras, abrazosme dirán que tú existías,que me quisiste: jamás. Me lo dicen hojas blancasmapas, augurios, teléfonos;tú, no. Y estoy abrazado a tisin preguntarte, de miedoa que no sea verdadque tú vives y me quieres. Y estoy abrazado a ti sin mirar y sin tocarte. No vaya a ser que descubracon preguntas, con caricias,esa soledad inmensade quererte sólo yo.












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