'La voz dormida' o la imagen manipulada

Afortunadamente, cada uno puede pensar como quiera y hacer el cine que desee… si encuentra financiación para la película en cuestión. Pero, viendo “La suerte dormida”, he pensado en más de un momento que el cine se desvirtúa -y se devalúa- cuando se usa visceralmente como arma arrojadiza contra quienes piensan o han pensado de manera contraria a la nuestra. Y eso no porque se defienda una postura concreta, en este caso en torno a la guerra civil y posterior represión, sino porque fácilmente se contamina de ideología y toma aires de venganza en lo que se muestra, en un intento de manipular al espectador. Está claro que todos tenemos derecho a oír esa “voz dormida o silenciada” y a conocer el otro lado de una realidad histórica que nos incumbe, y también que el cine -y más el político- tiene su vertiente de denuncia y su vocación reivindicativa, pero cuando se retrata un pasado de manera tan sesgada y poco equilibrada como en este caso… el espectador no puede sino cuestionar lo que ve y se le cuenta.

No hablo aquí de los hechos que recoge “La voz dormida” -tarea que dejo para el historiador-, sino de cómo lo cuenta Benito Zambrano, de cómo en determinados momentos parece que se enrabieta y saca el sable para no dejar títere nacional o eclesiástico con cabeza. Ante el juez y tribunal militar, con la monja empeñada en que las mujeres presas besen la imagen del Niño Jesús, o con ese cura que chantajea a Hortensia con la salvación para que ceda en el bautizo del bebé… el espectador siente que se está ridiculizando a unos personajes convertidos en la maldad personificada, en vudús a los que clavar todo el odio almacenado, en caricaturas de amargura e intolerancia.

La falta de contención y mesura, el subrayado emocional y manipulador, el esquematismo de unos personajes desalmados frente a la riqueza humana de otros, el exceso discursivo en pro de unas ideas nada sutiles evidencian en esos momentos una falta de inteligencia preocupante -aquí, no en “Solas” por ejemplo-, pues la ironía o el sarcasmo hubieran sido más eficaces para la crítica; y también una escasa sensibilidad artística… que le lleva a abandonarse a lo explícito (como en la secuencia de tortura) o a lo esperpéntico (las escenas antes citadas, teniendo en cuenta que no estamos ante una comedia paródica, donde sí tendrían su lugar).

Por eso, me parece que a Benito Zambrano se le ha ido la mano en muchos momentos de esta película (hay otros excesos melodramáticos, pero aquí no hacemos propiamente una crítica de la película), llevado quizá por viejos rencores o ajustes de cuentas, y que todo lo señalado hace que la cinta pierda fuerza y verosimilitud. Una vez más, me he convencido de que el cine español que mira a la Guerra Civil y al pasado franquista tiene una asignatura pendiente, la de abandonar una ideología marcada a fuego y dar un paso de honestidad… para contar la parte de verdad que cada uno conoce, que puede no coincidir con la del otro, pero que es mostrada con rectitud y sin resentimiento. Y, siguiendo la opinión del crítico Carlos F. Heredero, parece que somos más dados a “representar una barbarie desde nuestra perspectiva actual… desde la España suavemente progresista de Zapatero” que a mostrar la realidad como se vivió en la propia posguerra.

En realidad, lo que el espectador quiere ver son personajes como ese anciano de rostro compasivo al que siempre se le ve a la cola de la cárcel o esa conmovedora maestra metida a funcionaria de prisiones (Ana Wagener) o la misma Pepita (María León, lo mejor de la cinta)… personajes todos ellos con sus pliegues y tonos grises, con cierta hondura y humanidad, en ningún caso muñecos sin vida ni atractivo. Además, el espectador también siente la necesidad de exigir coherencia al guionista y al director, que proclaman una y otra vez que “esa maldita guerra no tenía que haber existido nunca”… y que sin embargo alimentan el enfrentamiento entre bandos con una película tan partidista como maniquea y emocional.

En las imágenes: Fotogramas de “La voz dormida”, película distribuida por Warner Bros. Pictures International España © 2011 Maestranza Films. Todos los derechos reservados.