Revista Diario

La vuelta a casa, las vacaciones y Arnidol

Por Belen
¡Ya en casa!, cómo me gusta regresar a mi hogar con el buen sabor de boca de unas vacaciones disfrutadas. Tuvimos un buen viaje y el Peque, como siempre, se portó de maravilla en el coche. A 100 km de llegar el pobre ya decía que estaba aburrido y cansado de tanto coche, pero aún así, soportó el último tramo como un campeón y sin dar la lata. La verdad que con lo inquieto que es nunca hemos tenido malos viajes, se porta fenomenal en el coche.
Ya de camino iba diciendo las ganas que tenía de ver a los abuelos y lo mucho que echaba de menos a su gata.
Llegamos a primera hora de la tarde, así que tuvimos tiempo de todo. Madrid nos recibió con una temperatura agradable, no hacía demasiado calor y me encantó comprobar como a medida que la noche caía ésta iba bajando, qué gusto sentir la brisa fresquita mientras cenábamos. En la playa hemos tenido unas temperaturas mínimas algo altas y se hacía a veces complicado conciliar el sueño. Esta mañana he tenido que cerrar alguna ventana, lo cual se agradece. Bien parece que el verano toca a su fin.
Como ya os dije el balance de las vacaciones ha sido muy positivo, el objetivo primordial de estos días era disfrutar en familia, descansar y recargar baterías. A pesar de que papá sin complejos y yo llegamos algo saturados de juegos infantiles, de prestar atención continua al nene, y cansados físicamente de tanto juego, carrera, nadar, etc, ...., creo que el objetivo está cumplido. Se ha pasado muy rápido, como siempre sucede con las vacaciones, pero han sido muy agradables.
El Peque ha crecido mucho este verano, le miro y le veo más alto, más delgado, muy resuelto, muy curioso con ciertas cosas, inquieto como siempre, inagotable como es costumbre, y muy feliz. Este niño se me hace muy mayor, no en vano ha cumplido sus 4 años y medio y nos dirigimos ya imparables hacia los 5 años.
Ayer en el coche veníamos hablando de las pocas heridas de guerra que hemos tenido este verano. El año pasado, por estas fechas, rodillas y codos estaban llenos de raspaduras o de cicatrices recientes. Caídas, golpes fueron habituales pero esta vez no. Las caídas han sido muy pocas y leves, y no ha habido sangre. Y los golpes también han sido menores, casi siempre en casa y por intentar hacer el fitipaldi, algún golpe contra una mesa, golpes en los deditos contra las sillas al ir descalzo, golpes en la cabeza contra el cabecero de la cama por no parar..... Y ya sabéis lo que hacemos cuando se dan esos golpecitos, utilizamos Arnidol. Ahora es él quien lo coge y se lo aplica tranquilamente, ¡bajo mi supervisión claro!. Doy fe, por experiencia propia, que alivia el dolor y lo más importante, la inflamación posterior, pero también tiene ya un componente psicológico asociado, el de saber que la barrita mágica le aliviará.
Hemos encontrado una aplicación curiosa este verano para la barrita, el juanete de papá sin complejos. El pobre tiene un juanete en un pie que irremediablemente va creciendo, y cuando esto ocurre le duele bastante, la zona se enrojece y se inflama levemente. Hace ya varios años que en determinadas épocas del año experimenta este dolor. Este año ha tocado estos últimos días de vacaciones. Justo habíamos usado ese día Arnidol con el Peque, cuando se me ocurrió que quizá podría servirle. Tanto la arnica como el harpagofito tienen propiedades analgésicas y antiinflamatorias. Y como es totalmente inocuo, probamos. Una aplicación en la zona dolorida y listos. Parece que sí, que ha notado un leve alivio, curioso, ¿no creéis?. Sin duda es un producto con mil y una aplicaciones.
Para mi hermana se ha convertido ya en un aliado imprescindible. Mi sobrina, a sus casi 13 meses ya solo quiere caminar, explorar y arriesgar. Deberíais verla lo comestible que está, lo decidida y terca que es. Su objetivo ya no solo es caminar, ¡¡sino casi correr!! y no se le pone nada por delante. Los golpes están a la orden del día, y de no ser por la bendita barrita los chichones habrían hecho ya acto de presencia en su linda frente.
Miraba ahora una foto de ella hace un año, cuando apenas contaba un mes, tan linda, tan pequeñita, tan vulnerable, y la veo ahora, tan dispuesta a enfrentar el reto de caminar, de pasar a una nueva fase, es una maravilla ver crecer a los niños.
Y ahora, con las pilas cargadas, y muchas ganas empezamos un nuevo curso.

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