Revista Psicología

La Yerba Mate: “la bebida de los dioses”

Por Redespress60

Los indígenas la llaman "la bebida de los dioses", la cual vincula a través de la energía física, la tranquilidad mental y el placer de estar enfocado en el aquí y en el ahora...

La Yerba Mate: “la bebida de los dioses”

La historia escrita de la yerba mate se remonta al año 1612, cuando Ruiz Díaz de Guzmán señalaba que las hojas de yerba mate ya se empleaban desde el año 1592. Pero lo cierto es que los aborígenes locales, los indios guaraníes, ya las empleaban desde tiempos inmemorables.

Su nombre científico es Ilex paraguariensis, y ha crecido de manera natural en las cuencas de los ríos Paraná y Uruguay, sobre todo en sus partes altas. Los nativos guaraníes y tupís de esas regiones solían utilizar la yerba de manera tradicional, recolectando las hojas de la planta entonces silvestre. Los nativos, que tienen su propia explicación del origen de la planta con su "leyenda de la yerba mate", bebían el caá (así le llamaban) en una vasija de barro. La yerba tenía en la cultura guaraní un rol social más allá del fin nutritivo. Era objeto de culto, ritual y moneda de cambio en sus trueques con otros pueblos prehispánicos. También cuentan que al finalizar la creación de diferentes dioses, se reunieron todos a tomar mate.

Los jesuítas

Los jesuitas fueron un eslabón clave para que la yerba mate abandonara su estatus de planta que empleaban solamente los indígenas para ser una bebida que se propagaría dentro de toda la colonia española en esa zona de Sudamérica.

A pesar de que en sus comienzos fue considerada como una bebida profana y peligrosa, -incluso fue llevada a consideración del tribunal inquisidor de Lima-, pronto se dieron cuenta de sus múltiples beneficios. Así fue como empezaron a cultivar la yerba mate y a comercializarla, hasta que finalmente se convirtió en la principal fuente de ingresos de las misiones jesuíticas.

Tras la expulsión de los jesuítas en 1769 por la Corona española, los yerbatales fueron abandonados, perdiéndose la tradición de su cultivo, hasta que en 1903 se realizó la primera plantación racional y de importancia en San Ignacio de Misiones, justamente donde se encuentran ubicadas las célebres ruinas jesuíticas. Con el transcurso de los años, las técnicas aplicadas al cultivo y la poda fueron perfeccionándose, optimizándose así el rendimiento de las plantaciones. Actualmente, con unas 200.000 hectáreas cultivadas, Argentina es el primer productor mundial de yerba mate, seguida por Brasil y Paraguay.

La Yerba Mate: “la bebida de los dioses”

Beneficios de la yerba mate en la salud

La yerba mate contiene cafeína en cantidades importantes, así como antioxidantes, potasio, aminoácidos y vitaminas. Los principales beneficios de la yerba mate en la salud son:

    Ayuda en la salud cardiovascular. Gracias a la buena cantidad de antioxidantes, el mate puede ayudar a prevenir enfermedades cardiovasculares evitando que el colesterol y la grasa se acumulen en las arterias. Este es un aspecto sumamente importante del consumo de esta tradicional bebida.
    Aumenta el colesterol "bueno". Relacionado con el beneficio anterior, en un reciente estudio llevado a cabo por la Universidad de Illinois (Estados Unidos), se demostró que el consumo del mate aumenta la cantidad de colesterol "bueno". Este tipo de colesterol, también conocido como HDL, protege contra los ataques al corazón.
    Ayuda a retardar el envejecimiento. Por la misma acción de los antioxidantes, el consumo regular del mate ayuda a prevenir la oxidación y el desgaste de las células.
    Brinda resistencia física. Tomar mate colabora con la aceleración del metabolismo, lo cual se logra haciendo que el cuerpo consuma de manera más rápida los carbohidratos. El aumento de energía se debe tanto a la quema de las calorías que se han consumido con los alimentos como las que se encuentran almacenadas en el organismo en forma de grasa.
La Yerba Mate: “la bebida de los dioses”

Leyenda de la Yerba Mate

Los guaraníes cuentan que la diosa luna, Yacy, paseaba desde siempre por los cielos nocturnos, observando curiosa los bosques, las lagunas desde lo alto. La solitaria Luna quería bajar a la Tierra para poder pisar las verdes praderas y descender las colinas hasta llegar al mar. Como se sentía presa en el espacio lloró lágrimas de plata, provocando la piedad de la diosa Araí, una de las nubes.

Así que un día Yacy junto con Araí, fueron a pedirle autorización al dios Kuaray, el Sol, para que las dejase bajar un día a la tierra para así poder tocar las bellezas de la Tierra. El dios Sol les concedió el deseo, aunque les impuso una condición: en la tierra serían vulnerables a los peligros de la selva como cualquier humano.

Así fue como Yacy y Araí fueron visitando los lugares que veían desde las alturas, maravilladas a cada paso. Observaron de cerca como las arañas tejían sus redes, sintieron el frío del agua del río, tocaron la tierra roja con sus manos. Tan absortas en su mundo estaban ambas diosas que no se percataron del acecho de un yaguareté que las seguía de cerca. El felino estaba hambriento y quería comer, por lo que en un momento largo el zarpazo para atraparlas.

En ese mismo instante el animal fue alcanzado por una flecha lanzada por un joven cazador guaraní, que justo pasaba por el lugar, salvando la vida de las diosas.

Cuando el joven decidió descansar al pie de un árbol quedándose dormido, fue visitado en sueños por las diosas que, vestidas de blanco, le hablaron con cariño. Yacy le dijo que como símbolo de gratitud, al llegar su tribu encontraría un arbusto a la entrada que nunca antes había visto. Le dijo que al preparar una infusión uniría a las personas de todas las tribus como símbolo de hermandad y de confraternidad.

Cuando se despertó y volvió con su gente, el joven cazador vio el arbusto a la entrada del campamento y siguiendo las instrucciones que la diosa le dio en sueños, el muchacho buscó una calabaza hueca, picó las hojas del arbusto, las puso dentro y llenó el cuenco con agua. Luego, con una pequeña caña tomó la bebida. Inmediatamente compartió la infusión con la gente de la tribu. La calabaza fue pasando de mano en mano, y todos fueron tomando la infusión.

Así nació , que une a las personas, que es un símbolo de paz y confraternidad. Y que fue un regalo de las diosas a los hombres para que compartan vivencias, para que fomenten su amistad, o para que disfruten un silencio compartido.


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