Revista Opinión

Langosta. Solterofobia

Publicado el 20 abril 2016 por Braveronica @braveronica

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Si en mi post anterior os hablaba del amor y el papel que podía ejercer la tecnología en este aspecto, hoy os traigo un tema que mencioné por encima: la presión social de vivir en pareja. Ha querido la casualidad que el otro día acabase viendo Langosta y que precisamente tratase sobre esto mismo.

La verdad es que Langosta es una película extraña donde las haya, como ya nos muestra la sinopsis de IMDb (obviamente, traducida a mi manera): “En un futuro distópico cercano, los solteros son llevados al Hotel, según las leyes de La Ciudad, donde se les obliga a encontrar pareja en cuarenta y cinco días. Si no lo consiguen, serán transformados en animales y enviados al Bosque”. Haciendo a un lado todos los momentos surrealistas que no tienen ni pies ni cabeza, como la transformación de los solteros en animales, la caza de solteros humanos y el propio final, destaca la imposición social de tener pareja.

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   Que la presión social por encontrar pareja en la sociedad occidental sea menor que en la oriental (más concretamente China) no quiere decir que no exista. En una cierta escena, la directora del Hotel explica que “las cosas se hacen mejor en pareja”, con su correspondiente dosis de machismo puesto que se representa teatralmente los peligros que tiene para una mujer ir sola por la calle, solucionado si se va acompañada por un hombre. La idea de que las mujeres están más seguras acompañadas por un hombre, por lo que necesitan un novio, es algo presente en nuestra sociedad de forma subliminal, y es que se acepta que vivimos en una sociedad machista y que las mujeres no se valen por sí solas, no pueden defenderse. Es una muestra más de lo mucho que seguimos necesitando el feminismo, por mucho que algunos digan.

Este estigma machista que pervive aun hoy en día se junta a la idea de que alguien de cierta edad que no tenga pareja es un/a bala perdida, alguien con un problema. De hecho, esto se dijo –una vez más– en el programa del martes 19 de First Dates, ese programa televisivo tan discutible que ha estrenado hace poco Cuatro. La conclusión: por alguna extraña razón, la sociedad quiere que vivamos en pareja. Ser soltero no es una verdadera opción.

El resultado más destacable de esta “solterofobia” –que obviamente no es el nombre científico– es la anuptafobia. Es decir, la imposición social de encontrar pareja conlleva que, a nivel personal, las personas tengan miedo de quedarse solteras. Temer quedarse soltero es, lamentablemente, algo comprensible en una sociedad que siente cierta desconfianza hacia aquellos que no encuentran pareja. En Langosta, la anuptafobia está justificada mediante la transformación en animales de los solteros, pero la verdad es que esto no deja de ser la respuesta de la sociedad ante lo que yo llamo solterofobia. Por eso mismo –y ojo, que esto podría considerarse spoiler–, El Cojo y la Señora de las Galletas representan las consecuencias que puede tener para el individuo: o bien permanecer en una relación tóxica en la que se engaña a la pareja para fingir tener algo en común, o incluso el suicidio. Lo último me parece más una dramatización o una reacción ante el miedo a la muerte, pero en todo caso los suicidios ocurren en muchos casos por incomprensión o presión social.

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   Al margen de la anuptafobia, algo que también me ha llamado la atención es una de las normas del Hotel, que recoge Fotogramas: “Cada persona tiene un rasgo distintivo de personalidad. Para encontrar a tu pareja ambos deberéis compartir ese mismo rasgo”. En la película, los rasgos distintivos son mayormente defectos, en uno u otro nivel: cojera, hemorragias nasales, crueldad… Que cada uno lea en ello lo que quiera. La afinidad es la base de la pareja pero Yorgos Lanthimos, el director, se ríe de aquello que consideramos rasgos comunes. Sobre todo en el final, con el que muestra la pervivencia de los estereotipos en nosotros por mucho que los rechacemos.

En definitiva, Langosta desglosa las bases de una pareja, los miedos y los estereotipos y los da forma, creando un cuento distópico. La solterofobia es un hecho –aunque no el nombre– y está en nuestra mano ir eliminándola poco a poco, dejando de mirar por encima del hombro a los solteros, por ejemplo.

Créditos: Todas las imágenes de esta entrada han sido extraídas del tráiler de Langosta (The Lobster), disponible aquí.


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