Revista Humor

Larga Muerte en Vida - Glenn Parrish [Libros]

Por Jarol19
Larga Muerte en Vida - Glenn ParrishLarga Muerte en Vida - Glenn Parrish [Libros]
FRAGMENTO DEL LIBROEl ocupante del aeromóvil se sentía sumamente satisfecho.    Mientras pilotaba el vehículo, canturreaba entre dientes. La operación no había podido ser más provechosa.    Para empezar, había recibido un cheque por importe de un millón de «garants», moneda interestelar. Más adelante, llegarían otros beneficios que le convertirían en un hombre muy rico y, con toda seguridad, importante. Por si fuera poco, había tenido ocasión de conocer a la hermosa Sybil Driscoll, quien se había sentido arrobada escuchando el relato de sus numerosas aventuras. Tom Braddock sabía positivamente que había causado un serio impacto en el ánimo de la bella muchacha, heredada, por si fuese poco, de una de las mayores fortunas del planeta.    Le había llevado muchos meses planear la operación, que había rematado felizmente con la última entrevista sostenida con el padre de Sybil. Valió la pena, se dijo. El tiempo empleado en desbrozar, allanar, roturar y sembrar el terreno había sido mucho, pero la cosecha se presentaba espléndida.    Y entonces fue cuando a la lechera se le rompió el cántaro. Durante una fracción de segundo, mientras algo explotaba sordamente en el interior del aeromóvil, Braddock no pudo por menos que pensar en el famoso cuento. El vehículo aéreo estaba a unos ochocientos metros del suelo y, súbitamente, se había cortado la energía de sustentación.    Por fortuna, era un accidente que tenía fácil remedio.    Braddock pulsó a fondo una tecla señalada con el rótulo de «PARACAIDAS DE EMERGENCIA». En el techo del aparato se abrió una pequeña compuerta, pero lo que salió al exterior fueron unos cuantos hilos, sin el menor trozo de tela destinada a la sustentación del aeromóvil en caso de accidente.    Braddock lo supo un segundo después y aulló.    El aeromóvil cayó como una piedra. Al choque, se produjo una segunda y más poderosa explosión, cuyo fogonazo disipó la oscuridad durante un breve momento. Después, se oyeron los ruidos que producían los fragmentos del aeromóvil al caer dispersos al suelo, muchos de ellos hasta doscientos metros de distancia. Pero el mayor apenas si tenía las dimensiones de la mano de un hombre.    Finalmente, sobrevino el silencio.    Poco más tarde, se avistaron en lontananza las luces de un vehículo de patrulla, que se acercaba al lugar del siniestro avisado por un granjero que vivía en las inmediaciones. Continua... 
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