Revista Ciencia

Las armas invisibles de Arlequín

Por Naturalista
Las armas invisibles de Arlequín Arlequín, Arlecchino, llevaba un traje de rombos de colores en las comedias de improvisación de la Italia del Renacimiento, compartiendo escenario con Polichinela, Colombina, Pantalone... De este Arlequín de la Comedia dell'Arte viene el nombre de la más extraordinaria mariposa de nuestro ecosistema. Zerynthia rumina, el arlequín de los insectos ibéricos, habita exclusivamente en las tierras del oeste de la cuenca mediterránea, y en España hay varias subespecies, dos de ellas catalogadas como en peligro de extinción (subespecies cantabricae y minima, si bien la última es de dudosa validez). Pero en conjunto el arlequín no está amenazado en nuestro país; aun así, es la mariposa más rara y esquiva del monte al que dedico este blog. Solamente he visto dos arlequines en cuatro años, y ambos revoloteaban cerca de las aristoloquias, las únicas plantas que comen sus orugas, plantas venenosas y hasta letales para nosotros.
El peligro de las aristoloquias ya se conocía en la Grecia antigua, donde se sabía que provocan la menstruación y el dar a luz, de ahí su nombre, que significa "lo mejor para el parto". Como escribió el médico griego Dioscórides: "La aristoloquia se llamó ansí por parecer que a las mujeres socorría en el parto [...] Bebida con pimienta y con mirra expele el menstruo, las pares y la criatura del vientre, y lo mismo hace metida en la natura de la mujer." Hoy sabemos que las aristoloquias contienen un potente alcaloide, la aristoloquina, o ácido aristolóquico, que favorece la aparición de cánceres porque causa mutaciones en las células, y además es tóxico para el riñón, llegando a causar la muerte por fallo renal. Y esta sustancia es sólo uno de los muchos alcaloides que protegen a la planta de los animales herbívoros. Como muchas otras orugas de otras plantas, las de Zerynthia acumulan en su cuerpo los alcaloides que continuamente ingieren con las hojas. Igual que la aristoloquia secuestra polinizadores, su parásito secuestra alcaloides. Tal vez la oruga sea insensible a estos venenos, o tal vez los almacene dentro de células especiales donde permanecen inactivos. El caso es que la oruga está repleta de alcaloides y por eso, a su vez, es venenosa. De este modo, las armas invisibles con que se defiende la aristoloquia pasan a proteger a una mariposa. Precisamente el color llamativo de estas orugas parece avisar a los pájaros de que no serán plato de gusto, al estilo de tantos otros insectos con colores de advertencia (aposemáticos). ¿Quién hubiera imaginado que esta historia increíble de flores secuestradoras y arlequines venenosos tenía lugar en la umbría secreta de las marañas de encina?
Traducción de Dioscórides realizada por Andrés Laguna (1566).

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