Revista Historia

Las bacterias, los fósiles más antiguos y más pequeños del mundo

Por Ireneu @ireneuc

Las bacterias, los fósiles más antiguos y más pequeños del mundo

Fósiles de cianobacterias


El escabroso asunto del ébola ha puesto los virus y las bacterias en la portada de todos los medios de comunicación. Este súbito foco de atención sobre la peligrosa potencialidad de los organismos más pequeños que existen sobre la Tierra, ha despertado el interés de la sociedad por saber más sobre ellos, aunque, no nos engañemos, más debido al miedo a ser infectados que por una sana curiosidad de conocimiento. ¿De donde han salido? ¿Cual es su origen? El grueso de la sociedad poco sabe de estos minúsculos seres vivos más allá de que no se ven y que son un foco de infecciones, pero... ¿sabía que las bacterias son los seres vivos más antiguos que se conocen? Eso si, si quiere ver sus fósiles tendrá que desplazarse a Australia donde el geólogo James William Schopf los encontró en rocas de 3500 millones de años.

Las bacterias, los fósiles más antiguos y más pequeños del mundo

Estructura de una cianobacteria

Encontrar un fósil de mamut o dinosaurio, si bien siempre es excepcional, es algo relativamente fácil de encontrar. No por su abundancia, sino porque encontrar un esqueleto de un animal de varios metros de largo es algo fácil de distinguir en medio de un roquedo. Sin embargo, encontrar algo tan minúsculo como una bacteria enterrado en sedimentos de hace tantos miles de millones de años es buscar una aguja en un pajar. 

Las bacterias, los fósiles más antiguos y más pequeños del mundo

J.W. Schopf


Una bacteria es poco más que una bolsa de entre 1 y 7 micras con material genético en su interior y unos cuantos orgánulos para obtener energía de su entorno. Esta simplicidad, que las diferencia de las células animales y las de las plantas -más grandes, complejas y con núcleo definido- hace que las posibilidades de que lleguen a ser fósiles sean muy pocas. Pero pocas no significa que sean ninguna.

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Zona de Pilbara

En el noroeste de Australia, en una de las zonas más áridas de la isla-continente, se encuentra la formación Pilbara, una rara secuencia de rocas sedimentarias de la Era Arcaica que, tras 3500 millones de años, ha llegado a nuestros días relativamente bien conservadas. En estas rocas especiales, generadas en los primeros estadios de la historia de la Tierra, el geólogo J.William Schopf descubrió en 1986 una serie de estructuras que no parecían tener ninguna explicación mineral.

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Fósiles e interpretación

Tras su estudio al microscopio y hacer las comprobaciones pertinentes, Schopf determinó que esas estructuras coincidían con las que se pueden encontrar en la actualidad correspondientes a las cianobacterias, una especie de bacterias que tienen la capacidad de hacer la fotosíntesis y que viven en aguas tranquilas ricas en nutrientes (producen las acumulaciones de verdín que se puede encontrar en los charcos en verano).

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Cianobacteria

En aquella época la atmósfera del planeta no tenía oxígeno, pero si altas cantidades de nitrógeno, por lo que las predecesoras de las cianobacterias encontraron un terreno perfecto para desarrollarse. Al ser fotosintéticas, estas células habrían absorbido el nitrógeno del aire y liberado a la atmósfera ingentes cantidades de oxígeno que acabarían por formar la atmósfera que el planeta tiene en la actualidad (contaminación humana a parte, claro está), permitiendo el desarrollo ulterior de la vida en la Tierra.
De esta forma, Schopf había encontrado los restos fósiles de los seres más antiguos que habían existido en el planeta, demostrando que las bacterias habían estado en la base de la evolución de la vida en el planeta.

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Schopf estudiando una muestra

Posteriormente se han encontrado en afloramientos rocosos cercanos, las que parecen ser las evidencias de vida bacteriana aún más tempranas (sobre los 3800 m.a.), pero la dificultad de encontrar en sedimentos tan antiguos indicios irrefutables de la actividad de células extremadamente simples han sembrado la duda entre los paleontólogos y biólogos.
Sea como fuere, lo que ha quedado demostrado es que las bacterias, que aún a día de hoy se pueden encontrar en proporciones de 40 millones por gramo de tierra, son los seres vivos que más tiempo llevan sobre la faz de la Tierra. Ello significa que, por mucho que le parezca que una cosa está limpia siempre encontrará una bacteria que le reciba ansiosamente... y que le sobrevivirá.

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Estromatolitos de cianobacterias. Hoy igual que ayer.


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