El título de la hermosa película de Jaime Chávarri (y de la obra de teatro de Fernando Fernán Gómez) de la que tomamos el titular, nos lleva a una época en que el velocípedo apenas tenia otra función que el ocio. En nuestras latitudes el “verano”, por lo que respecta a las bicicletas, empieza en primavera. En otras dura todo el año. Hay una distancia entre el uso recreativo de las bicicletas y su uso como medio de transporte. En todo caso, las bicicletas son un excelente invento que el próximo año celebrará su segundo siglo de existencia, del que se han fabricado más de 2000 millones.
Una de las características del invento es que su funcionamiento es dependiente del equilibrio y, como cualquier otro artilugio que se mueva, contiene suficiente inercia como para su detención súbita pueda provocar una caída y más de un golpe a quien lo usa. Las bicis se caen y sus pasajeros con ellas. Y si son niños, con la suma de inexperiencias y temeridades, las posibilidades de que se hagan daño aumentan.
Algunas lesiones por caídas de bicicleta son características. Entre ellas las lesiones de las vísceras abdominales profundas, como el páncreas, cuando se golpea el vientre con uno de los cuernos del manillar. A menudo pasa desapercibida en el momento de la caída, hasta que comienza a dar síntomas, mas tarde con la complicación que eso representa.
Pero las lesiones más peligrosas de los accidentes en bicicleta son los traumatismos craneoencefálicos. Su gravedad, al afectar centros vitales, es evidente. Por eso la protección adicional que proporciona el casco es esencial para reducir los riesgos. Las organizaciones profesionales pediátricas de todo el mundo recomiendan enfáticamente que todo niño que utilice una bicicleta debe protegerse con un casco. Y eso sea la que sea la propuesta duración del viaje. El suelo de la acera delante de casa es igual de duro que las rocas de una pista de trial. Si se golpea el cráneo, la posibilidad de una fractura o de un hematoma epidural es idéntica.
Casco y bicicleta deben formar parte de la misma cosa, si queremos evitar las demasiadas lesiones irreversibles que pueden padecer nuestros niños.
X. Allué (Editor)