Revista Cultura y Ocio

‘Las brujas de la noche’

Publicado el 06 septiembre 2016 por Joaquín Armada @Hipoenlacuerda

Rufina Gasheva y Nataly Meklin pilotos soviéticas

Moscú resistirá. Sí, pero, con los tanques de Hitler a las puertas de la capital soviética, miles de mujeres y ancianos inician el éxodo hacia el este. Hace ya meses que Stalin – previsor, pesimista – ordenó el traslado de la momia de Lenin a Tiumén, una pequeña ciudad al otro lado de los Urales. A pesar de este ‘por si acaso’, el dictador sigue en el Kremlin. Es allí donde Marina Raskova, aviadora plusmarquista, agente del NKVD, lo convence para crear tres escuadrones integrados solo por mujeres.

Raskova, que ha sobrevolado la URSS casi de punta a punta, rompiendo un récord tras otro, reclutará en esas semanas cruciales a un puñado de entusiastas. La mayoría tienen menos de 20 años y pertenecen a la primera generación soviética. Todas sus nuevas subordinadas querían volar – escribe Lyuba Vinogradova –, si no de pilotos, al menos de navegantes. Todas las navegantes querían ser pilotos, y todas las pilotos querían ser pilotos de caza. La mayoría, incluida Raskova, no sobrevivirán a la guerra.

Sello dedicado a Marina Raskova

Marina Raskova

En ‘Las brujas de la noche’, la historia rusa Lyuba Vinogradova – colaboradora indispensable de Antony Beevor y Max Hastings en algunos de sus mejores libros – cuenta la historia de estas mujeres valientes que se enfrentaron a los invasores nazis en el inmenso cielo soviético. Raskova creó tres escuadrones: uno de cazas, otro de bombarderos tácticos y otro, el que titula el libro, de bombardeo nocturno. Si los primeros tenían los mejores aviones soviéticos, las ‘brujas’ volaban sin paracaídas en biplanos vetustos, lentos y frágiles.

Nos era simplemente incomprensible que los pilotos soviéticos que nos daban tantos problemas eran, de hecho…. mujeres – contaría Johannes Steinhoff, apuesto as de la Lufwaffe de Hitler deformado tras quemarse en un reactor Me 262 al final de la guerra – Estas mujeres no le temían a nada: venían noche tras noche, en sus destartalados aviones, impidiéndonos dormir…”  Más aún les costó admitir que las mejores cazadoras soviéticas – como Lydia Litvyak  o Katia Budánova – los derribasen en el aire y acabasen haciendo su ropa interior con la seda de los paracaídas de los pilotos alemanes.

Lily Litvak con su caza

Lydia Litvyak

No era un capricho. Vinogradova cuenta con detalle las penurias que pasaron, pese al apoyo de Stalin. Sus equipos de vuelo eran de hombres y, por no tener, no tenían ni sujetadores. Tanto en la retirada como en el avance, la comida, siempre era escasa: mediocre para las pilotos, pésima para mecánicas y armeras. Vinogradova lo cuenta en 41 capítulos breves y veloces de lectura apasionante. No es un mérito menor su rescate del testimonio de las últimas supervivientes, a las que entrevistó justo antes de que la muerte que burlaron una y otra vez en el cielo las derribase por fin.

‘Las brujas de la noche’. Lyuba Vinogradova. Pasado & Presente. Barcelona, 2016. 448 páginas, 33 euros.


‘Las brujas de la noche’

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