Revista Cultura y Ocio

Las Cinco Canciones de JakeSnake (II): “Wasted Years” (Iron Maiden)

Publicado el 25 abril 2017 por Raúl Rn

Jake nos habla hoy de cómo era su vida a los catorce años, de la intensidad con la que se viven las relaciones sociales, los juegos, el aprendizaje de lo cotidiano y, en general, todo lo que tiene que ver con la amistad y el sentido eufórico de la existencia. Pero también de algo que es bien difícil a esta edad, como es tener juicio crítico e ideas propias; de cómo amar el heavy metal cuando el resto de tus amigos pierden el sentido por el " bakalao ", un invento surgido en la zona de Levante durante los años noventa que triunfó en las discotecas españolas, en los coches de algunos de sus seguidores y entre todos los deseosos de agitación "makinera". El tema que nos propone Jake para ilustrar estas vivencias es "Wasted Years", escrito por el guitarrista Adrian Smith, incluido en el sexto álbum de estudio de la banda británica Iron Maiden, titulado "Somewhere in Time" (1986).

"Una vez iniciada mi recalcitrante e irreversible devoción musical, siempre he considerado a la música como una fiel compañera de mi vida y sobre todo, como una especie de banda sonora de todas y cada una de las etapas que he ido quemando a lo largo de mi existencia. Algo así como una especie de recurso para trasladarme a distintos y remotos momentos vitales, un vehículo (¿acaso un DeLorean?) en el que viajar en sentido contrario al que sigue la inexorable línea de mi vida.

Si en mi primera contribución hacía alusión a mi más tierna infancia, hoy voy a referir sobre el verano de los 14 años. Hubieron otros, el de los 17, el de los 19, el de los 22... pero guardo un cariño muy especial al del año ´94, supongo que por ese aroma tan fresco, inquieto e ingenuo inherente a esas tempranas edades. Además ocurrió en aquel intervalo estival un fenómeno que, aún a día de hoy, o mejor dicho, especialmente hoy, me sigue pareciendo tan sorprendente como maravilloso: Era feliz y era consciente de ello. Recuerdo que incluso, mientras íbamos en bus hacia la playa, disputábamos apasionantes e interminables partidos de fútbol o jugábamos eternas partidas de cartas en las aceras hasta altas horas de la madrugada, había momentos en los que me era imposible evitar interrumpir mentalmente mi frenética actividad social para reflexionar ante tan radiante estado de ánimo.

No sé si me explico, aunque quizá tampoco haga falta, esa sensación puede resultar tan difícil de argüir para el que suscribe como fácil de reconocer para el que lee. Supongo que todos, de un modo u otro, hemos experimentado esa maravillosa sensación de libertad plena totalmente exenta de responsabilidad más allá de pasarlo bien, esa creencia ciega de que aquellos amigos eran los mejores que se podían tener y que permanecerían ahí el resto de tus días, ese descaro casi insolente por probarlo todo y no tener que arrepentirte de nada excepto de no haberlo intentado, esa palpitante impresión ante nuevas y fascinantes vivencias, ese convencimiento absoluto de que nada podría salir mal... Si una leve sonrisa se dibuja ahora mismo en tu rostro, no hay duda, tú también has tenido 14 años.

En aquellas primeras épocas de devoción musical mi punto de mira apuntaba única y directamente hacia todo lo relacionado con el Rock y Heavy ochentero (intereses, actitudes, vestimentas, peinado 😆), a pesar de que la mayoría de los colegas del barrio se inclinaron más hacia lo que se denominó como Bakalao, con especial mención hacia Las Cantaditas, muy de moda en aquel entonces por la zona levantina. Tan sólo unos pocos valientes en la barriada osamos a desafiar el dominio makinero mediante un juramento que particularmente aún mantengo con más vigencia que nunca. ¿Qué fue de los otros audaces retadores? Desconozco si rompieron sus promesas. En nuestro caso, y a pesar de lo que uno cree con 14 años, para siempre resultó ser demasiado tiempo...

No obstante, quiero pensar que el invisible lazo que nos unió mientras escuchábamos " Shot Through The Heart" o " Born to be my baby", o cuando descubríamos conjuntamente temas como " On Broken Wings", " Hail and kill" o " I want out", en cierto modo, nunca se romperá. Mención especial a nuestro primer concierto, nada menos que Iron Maiden, algo así como desvirgarse con Sharon Stone (nuestra musa por aquel entonces). Volvimos a ver a Steve Harris, Dickinson y compañía tres o cuatro veces más, incluyendo un inolvidable (a pesar de las lagunas que produjeron en nuestra memoria ciertas sustancias) viaje de pirados a La Cubierta de Leganés junto a Megadeth, pero nunca pudo ser lo mismo. Jamás podré olvidar (esta vez el recuerdo sí es muy nítido) nuestras sonrisas bobaliconas mezcla entre incredulidad y felicidad plena tras el "desvirgador" concierto en Los Alcázares mientras corríamos como dementes en pleno éxtasis de locura hacia el lugar acordado con el hermano mayor de uno de ellos para recogernos.

Y es que si hubo una banda más especial en aquella etapa, esa fue sin duda Iron Maiden, con especial relevancia hacia " Live after death" y " Somewhere in time". He estado a punto de elegir " Hallowed be thy name", por ser mi preferida de siempre de la doncella, o " Heaven can wait", la que mejor logro evocar del mencionado concierto. Sin embargo voy a destacar "Wasted Years" por dos motivos: El primero porque, al contrario de lo que aquí estoy haciendo, sus líricas tratan acerca de no quedarse anclado en el pasado, de no desperdiciar nuestro tiempo buscando irrecuperables y lejanos años, quizás estos sean los mejores y no nos estamos dando cuenta de que lo que realmente cuenta es el eterno presente; y el segundo porque, aquella madrugada en la que interrumpimos la partida de Cuatrola para colarnos en el salón de la casa de mi amigo mientras sus padres dormían para visualizar en VHS el videoclip expuesto a continuación, comprendí que amaría el Heavy el resto de mis días. A veces, con 14 años, uno no se equivoca tanto como se pudiera creer..."


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