Revista Cultura y Ocio

Las Cinco Canciones de Salva (III): “Back in Black ” (AC/DC)

Publicado el 04 mayo 2016 por Raúl Rn

Con este relato (también me ha pasado con la canción que saldrá el viernes) se me saltaron las lágrimas la primera vez que lo leí. Yo también viví unas sensaciones parecidas a las de Salva con mi abuelo materno, con el pasaba mucho tiempo; vivía al lado de la Casa de Campo de Madrid, por lo que íbamos a menudo a pasear, a coger setas y piñones que, luego, en el patio que tenían mis abuelos iba abriendo con un piedra antes de comérmelos. Yo era pequeño cuando él falleció, pero le recuerdo perfectamente, como si aún estuviera con nosotros. Gran tema el que nos propone Salva para tratar de digerir una pérdida como esa, veamos qué nos cuenta.

"Nadie duda de que la música es uno de los hilos conductores que mejor conecta nuestros recuerdos. Tanto los buenos como aquellos que preferiríamos olvidar, pero que ocasionalmente asoman la cabeza para recordarnos que esta vida no es un camino de rosas. Siempre hay canciones que nos retrotraen hasta esas situaciones vividas que, por más que lo intentemos, no podemos olvidar. Uno de mis discos favoritos, me transporta a uno de los peores momentos de mi vida. Visto desde la distancia, hace casi treinta y tres años, el lado oscuro de ese momento se ha difuminado en el recuerdo, pero no puedo evitar cada vez que lo escucho, transportarme a ese día aciago en que con tan solo dieciséis años, el mundo se me vino encima.

Nada más alejado del rock que mi abuelo, pero esta canción inevitablemente me recuerda a él. Desde que era pequeño me llevaba y traía del colegio y los sábados bien temprano venía a buscarme e íbamos a andar por las afueras de un Logroño más reducido que el actual. Nuestros pasos nos conducían por caminos sembrados de huertas y vaquerías y saciábamos nuestra sed en los pozos de las casas que encontrábamos a nuestro paso. Me encantaba accionar arriba y abajo la palanca de la bomba y ver como poco a poco iba manando el agua fría y cristalina. Deliciosa. Cogíamos moras, endrinas para hacer pacharán. Avellanas, nueces, almendrucos o caracoles. Cuando teníamos hambre, en cualquier punto del camino y con cuatro ramas preparábamos una pequeña hoguera y asábamos choricillo o panceta atravesados en un palo, vuelta y vuelta hasta que estaban a punto para comer. Años más tarde se uniría un nuevo compañero. Alex, mi perro no el blogero, jajaja.

Hoy el hierro y el hormigón han borrado todo rastro de aquellos paseos que ahora ocupan mi memoria. Siempre con su inseparable bastón, que lo mismo servía para apartar la maleza en busca de caracoles, gancho para bajar las ramas de los frutales que encontrábamos por el camino y aplacar el apetito o como arma. La de culebras que perecieron a golpes de cachaba a la voz de "¡la madre que te parió! ¡muere bicha!" Creo que yo fui el hijo que nunca tuvo porque sentía autentica devoción por mí. Pedro, que así se llamaba -a mí otro abuelo, Alberto, no lo llegué a conocer-, era un abuelo de los de antes. De los de boina, zapatilla de esparto y palillo en la boca. Su rostro, curtido por años de sol y trabajo en el campo, estaba esculpido con surcos tan profundos como los que labraba a golpe de azadón en su Navarra natal. Religioso a su manera, se ponía hecho un pincel para ir a misa; traje, corbata y zapatos bien lustrados, siempre tenía un "¡Cagüen Dios!" en la comisura de los labios haciendo compañía al Celtas sin boquilla que parecía estar pegado a su boca. Solo lo apartaba de ella para con los dedos pulgar e índice quitarse las briznas de tabaco que se adherían a su lengua. No se si fue de tanto fumar o simplemente porqué su fecha de caducidad expiró a los setenta años, un cáncer de pulmón se lo llevó cuando yo tenía dieciséis años.

Ese día, el que murió mi abuelo, no aguantaba estar en casa. Simplemente me asfixiaba estar encerrado e incapaz de seguir escuchando los comentarios que se hacen en estos casos, cogí a mi perro Alex y mi walkman - los recordáis - con una copia que me había hecho del "Back in Black" y me marché a andar. Siempre, y no es por decirlo, pero siempre que escucho este disco y esa canción, "Back in Black" me acuerdo de ese momento con mi perro, del lugar por el que estuve paseando, que ya no existe porque se ha llenado de casas, y del nudo en la garganta que mi estupidez adolescente se negaba a deshacer".


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