Revista Ciencia

Las consecuencias económicas de la paz

Por Carlos Carlos L, Marco Ortega @carlosmarco22
Las consecuencias económicas de la pazLas consecuencias económicas de la paz

El 14 de mayo de 1919, Keynes escribía a su madre, en estado -según decía- de gran depresión e incluso con fuertes remordimientos por su pequeña participación en el Tratado de Versalles: "La paz es afrentosa e imposible, sólo puede acarrear desgracias". Poco después publicaba una de sus obras de más éxito, Las consecuencias económicas de la paz, en la que criticaba fuertemente las cargas impuestas a Alemania y denunciaba la insinceridad, hipocresía e iniquidad del tratado, pero, sobre todo, las consecuencias desastrosas que acarrearía a toda la economía europea. La paz cartaginesa impuesta a Alemania no era viable ni sostenible.

Las consecuencias económicas de la paz

Angela Merkel haría bien en leer este libro porque, en estos momentos, es Alemania la empeñada en imponer a Grecia unas condiciones económicas que difícilmente va a poder cumplir. La situación ahora es tanto más injusta por cuanto no ha mediado ninguna contienda y el único pecado de Grecia es haberse integrado en la Unión monetaria, colocándose así un corsé que le impide respirar. El 3 de mayo pasado uno de los más prestigiosos diarios del mundo se preguntaba sobre la idoneidad de someter al país heleno a un ajuste tan duro puesto que, lejos de propiciar que pueda hacer frente a sus compromisos crediticios, va a hundir su economía en la deflación y en un foso desde donde le va a ser imposible pagar sus deudas.

Las consecuencias económicas de la paz

El plan aplicado a Grecia es radicalmente injusto. En primer lugar, en una óptica interna, porque mientras un ajuste en el ámbito monetario a través de una devaluación de la divisa empobrece más o menos por igual a toda la población, cuando el ajuste se realiza en el ámbito de la economía real y con la intensidad y dureza de esta ocasión, el coste recae brutalmente y de forma exclusiva sobre los jubilados, trabajadores y funcionarios. En segundo lugar, desde la perspectiva internacional, al distribuir la carga de manera desigual entre los países miembros, castigando fuertemente a los deudores y no a los acreedores. El déficit griego tiene su contrapartida en el superávit de Alemania, país que principalmente se ha beneficiado de la Unión monetaria y que es tanto o más responsable que Grecia, Portugal o España de los desequilibrios actuales. Tal como Keynes pensaba del Tratado de Versalles, la dureza del ajuste heleno puede ser un bumerán que se vuelva contra Europa en su totalidad.

En dicho libro advierte de las desastrosas consecuencias que el tratado tendría para la economía alemana y para la economía mundial en general. En su opinión, la clave para recuperar la economía europea no eran ni de lejos las indemnizaciones y reparaciones que debía pagar Alemania (se acabaron de pagar en octubre de 2010).

Entre 1924 y 1929, la república de Weimar se mantuvo casi exclusivamente con los préstamos recibidos de Estados Unidos (más de un billón de dólares), destinados en parte a sufragar las indemnizaciones señaladas. Con el crack del 29 la situación se hizo insostenible siendo necesario una renegociación de la deuda. En 1930 con el Plan Young, la deuda quedó reducida a la mitad (112,000 millones).

Entre 1931 y 1932, y dada la situación de la economía mundial, EEUU condonó las deudas de guerra a Francia y Reino Unido. Al mismo tiempo, dichos países renunciaron a buena parte de la deuda alemana (Moratoria Hoover y Conferencia de Lausanne). En definitiva, hacia 1932 Alemania consiguió una reducción neta de más del 98% de las deudas reflejadas en el Tratado de Versalles. En 1939, cuando comenzó la II GM, Hitler suspendió unilateralmente todos los pagos, incluido este 2%. Finalizada la II Guerra Mundial, Alemania también fue condenada a pagar indemnizaciones de guerra. Sin embargo, gracias al Tratado de Londres (1953), EEUU convirtió a la nueva Alemania Federal (creada en 1949) en un bastión de la OTAN frente al bloque soviético. En otras palabras, la Guerra Fría acabó con las deudas alemanas derivadas de la II GM y activó el Plan Marshall.

Finalmente, el domingo 3 de octubre de 2010, Alemania pagó las últimas deudas producto de la Primera Guerra Mundial (1914-1918): aproximadamente 75 millones de euros (102 millones de dólares). Recapitulemos. Tras resultar derrotada (1918), Alemania debió hacer frente a importantes indemnizaciones con respecto a los vencedores y a las deudas con los propios ciudadanos alemanes que habían invertido en la compra de bonos de guerra. Para cumplir con sus obligaciones, Alemania recibió una serie de créditos entre 1924 y 1930, entre ellos los préstamos Dawes y Young, respaldados sobre todo por operadores estadounidenses, y un préstamo del magnate sueco Ivar Krueger, que a cambio recibió un monopolio fosforero.

Las cantidades originales de los préstamos se terminaron de pagar en 1983. Para lograrlo, sin embargo, Alemania dejó de pagar los intereses. No obstante, se determinó que los pagaría en un plazo de 20 años a partir del momento en que ambas Alemanias (RFA y RDA) se reunificasen. Algo que en plena Guerra Fría parecía prácticamente imposible. Una vez producida la Reunificación Alemana ( aquí y aquí), el 3 de octubre de 1990, se reabrió el plazo de 20 años para terminar de pagar todos los intereses adeudados.


Volver a la Portada de Logo Paperblog