Siendo realistas, podemos añadir una condición a la cita según la cual las utopías de hoy son las realidades de mañana: cuando a las multinacionales les interesa. En tecnología y ciencia, también hay utopías, pero las grandes corporaciones también pueden trabajar en su contra para seguir explotando sus modelos de negocio presentes.
Por ejemplo, existen empresas petrolíferas que compran patentes de energía solar para evitar que salgan al mercado. Como afirmó el propio Barack Obama, la nación que tiene el control energético tiene el control del planeta.
No obstante, el progreso tecnológico es imparable, y las multinacionales conocen de primera mano la información sobre las tecnologías que están llamadas a cambiar paradigmas y, sobre todo, generar negocio.
Tecnologías disruptivas:
Según la definición de Clayton M. Christensen, quien acuñó el término en los 90, una tecnología es disruptiva cuando causa una ruptura radical en el mercado mediante un modelo de innovación donde no hay competencia.
Desde una perspectiva empresarial, en la última década se han considerado como ejemplos radicales de innovación las siguientes compañías: en el sector web, Google; en informática, Apple; en telecomunicaciones, Skype; en videojuegos, Zynga; en entretenimiento, Netflix; y en el campo de la fabricación, Tata.
En la actualidad, se sigue trabajando en campos potencialmente disruptivos a largo plazo, como la conquista del espacio o la computación cuántica, pero el Instituto Global McKinsey ha presentado una lista con las tecnologías que marcarán la hoja de ruta de las multinacionales en los próximos años, en este caso atendiendo a su valor económico.
Las conocemos todas, aunque la mayoría no han hecho más que presentar sus credenciales. Suelen aparecer en los medios de comunicación, aunque en muchos casos de forma anécdotica y aislada. Según una visión global, pronto generarán billones de euros. A continuación, los ordenamos según el potencial global de su volumen de negocio anual en 2025.
1. Internet móvil (11 billones de euros):
No es una anécdota. Lo vemos a nuestro alrededor: los dispositivos de nueva generación han cambiado los hábitos de consumo. Nos conectamos a internet desde teléfonos inteligentes y tabletas: el cambio es para siempre. En 2011, una encuesta realizada por Nokia mostraba que el 20% de los consumidores deseaba cambiar su conexión de banda ancha en el hogar por una tarifa de internet móvil.
Hoy, la cuota de mercado ha aumentado. Las compañías lo saben, y el 4G sólo es el último eslabón de una cadena de innovaciones ideada, también, para facturar más. La explotación económica de la conexión a internet en los mercados emergentes sólo es una pequeña porción del pastel más jugoso de todos. Primero se crea la necesidad; después, el mercado.
2. 'Software' del conocimiento (7 billones de euros):
Los trabajadores del conocimiento, aquellos que desempeñan funciones cuya base es el pensamiento, la creatividad y la asociación multidisciplinar de ideas para superar retos y resolver problemas, son la base del sistema actual. Sin embargo, los sistemas de software avanzados serán capaces de tomar decisiones y aplicar metodologías de forma mucho más diligente y eficiente que los seres humanos.
Los sistemas de 'software' avanzados serán capaces de tomar decisiones y aplicar metodologías de forma mucho más diligente y eficiente que los seres humanosPor ejemplo, programas de ordenador que emiten diagnósticos médicos en función de patrones, como Watson. O sistemas informáticos capaces de registrar y evaluar millones de datos de voz para detectar terroristas, sin mediación humana, como Agnitio, la única empresa española citada en los archivos de Wikileaks.
3. Internet de las cosas (6 billones de euros):
Se bautizó, quizás con una fórmula demasiado infantil, a partir de un concepto del MIT de finales de los 90. Los medios de comunicación se han acostumbrado a ofrecer versiones muy blandas de este tipo de tecnología, obviando su valor económico.
Se trata de una tecnología potencialmente disruptiva por su razón de ser: mejorar el bienestar de la vida humana conectando mediante redes inteligentes los objetos que nos rodean, tanto para obtener información como para ejercer control remoto. Conductismo puro.
No sólo cuenta con aplicaciones en la vida cotidiana. La empresa española Libelium y sus sensores para detectar radioactividad, claves en la gestión de la crisis de Fukushima, ejemplifican el alcance de este tipo de tecnología. De momento, el crowfunding es el reino del internet de las cosas.
4. Tecnología de la nube (6 billones de euros):
Es una tecnología estructural porque tiene por objeto la información en sí. Más bien, una nueva forma de almacenarla y gestionarla. Su potencial económico tiene que ver con el valor de estos bits. Basta con teclear en Google las palabras clave sector + nube para hallar una riada de noticias y ejemplos. Las pymes, la banca, los videojuegos, los gobiernos, las universidades, los hospitales, las aerolíneas.
Hasta The Pirate Bay se ha subido a la nube, en ese caso para despistar a las autoridades.
Sin embargo, la nube ofrece más oportunidades de negocio que el almacenamiento y la gestión de información. Por ejemplo, y en ese sentido está vinculada al internet de las cosas, es posible controlar el gasto de luz, agua y gas de una empresa o un hogar mediante tecnología cloud computing, un servicio que en España ofrece la compañía C3M.
5. Robótica avanzada (4,5 billones de euros):
Sector clave para entender las nuevas estructuras productivas, donde la automatización del trabajo es esencial para mantener la productividad de las empresas. No hablamos de androides de ciencia ficción, sino de autómatas con una inteligencia artificial lo suficientemente desarrollada como para realizar de forma programada misiones repetitivas.
Hoy por hoy, teniendo en cuenta los altos costes de esta tecnología, solo las grandes empresas se pueden permitir la inversión. Dos ejemplos: Amazon y su apuesta por la startup Kiva Systems, cuyos autómatas han hecho multimillonario a Jeff Bezos; Foxconn, el alma productiva de Apple, que implementará en sus plantas de producción un millón de androides en 2014.
A medida que los precios se reduzcan, la robótica avanzada se democratizará. Primero serán las pymes las que accedan a ella, como muchas están haciendo a través de robots como Baxter. Después, vendrán los usuarios. Un dato: España es el tercer mercado europeo de robots de limpieza, un mercado de 80 millones de euros.
6. Vehículos autónomos (2 billones de euros):
Existen movimientos, como la reciente alianza de Nokia y Mercedes-Benz para crear un sistema avanzado de conducción autónoma. Algunos hablan de burbuja eléctrica pero, por su parte, Tesla Motors, una de la compañías del momento por su potencial de crecimiento -a pesar de su juventud, el valor de sus acciones supera ya a PSA Peugeot-Citroën o al Grupo Fiat- ha llegado a un acuerdo con Google para desarrollar el primer coche eléctrico autónomo. No se descarta una compra.
Es una tendencia. Si en la actualidad estamos viviendo la edad de oro de las tecnologías como Waze, el GPS gratuito adquirido el pasado mes de junio por Google, que está creando una especie de monopolio global en cuestión de mapas, en los próximos años las tecnologías de navegación se refinarán aún más, prometiendo una competitiva carrera de innovación.
Su potencial disruptivo es enorme, sobre todo en el transporte de mercancías. Hace unos días, sin ir más lejos, una empresa china anunció que están fabricando drones para entregas a domicilio. Nissan habla de 2020 para la comercialización de sus primeros modelos autónomos. Volvo, de 2014. En España, no hay proyectos industriales: sólo el caso de Platero, del CSIC, que en realidad era un Citroën C3 tuneado.
7. Genómica avanzada (2 billones de euros):
Es una de las más interesantes ciencias modernas, por la gran cantidad de técnicas y conocimientos que combina: matemáticas, bioquímica, informática... En esencia, el objetivo de esta rama de la biología es comprender los genomas, y sus aplicaciones en el campo de la medicina están aún por explotar.
Los avances en genómica son claves para el estudio y tratamiento de las enfermidades herediarias. También para la fabricación de fármacos más efectivos. Desde el punto de vista tecnológico, la utilización de ordenadores cada vez más potentes al servicio del análisis de datos biológicos está permitiendo logros relevantes como el de la firma española Plebiotic, un caso de éxito en el uso de técnicas de dinámica molecular por ordenador para diseñar medicamentos.
La cara B del negocio es la especulación de las farmaceúticas con las patentes de genes, con casos despreciables, aunque el Tribunal Supremo de EEUU prohibió estas prácticas en junio. En España, la biotecnología médica sufre la crisis: los grandes grupos farmacéuticos crecen, pero las startups centradas en la investigación y el desarrollo de productos biomédicos pierden empleo, facturación e inversión en I+D, según el informe de la Asociación Española de Bioempresas (Asebio) de 2012.
8. Almacenamiento de energía (1 billón de euros):
La investigación de nuevas técnicas y dispositivos capaces de almacenar energía de forma más eficiente será relevante en la próxima década. Su progreso corre en paralelo al estudio de las energías renovables y los nuevos materiales, como el dióxido de titanio.
Más allá del internet móvil y los dispositivos inteligentes de nueva generación, su impacto económico se relaciona con la irrupción de los vehiculos eléctricos e híbridos, la generalización de nuevas técnicas de generación distribuida de energía y la expansión de las smart grid, redes eléctricas inteligentes de distribución y consumo de energía que permitirán al usuario gestionar su propia demanda.
9. Impresión en 3D (1 billón de euros):
La fabricación aditiva, madre de la impresión 3D, es un concepto con cierto recorrido que los expertos llevan años bautizando como la próxima revolución industrial. Pero una transformación tan radical es improbable que ocurra en los hogares, a pesar de las cifras apabullantes del sector de las impresoras: desde 2008 a 2011, creció un 346% de media cada año, y en 2012 un 46%.
La revolución ha de producirse en los grandes procesos industriales. De momento, el 28% de los 2.204 mil millones dólares que generó el sector global de la fabricación aditiva en 2012 fueron invertidos en productos finales, no en prototipos. En España, sólo hay una empresa bien situada en el sector industrial de la impresión 3D: Prodintec.
De momento, según el último informe Wohlers, el 38% de las instalaciones de fabricación aditiva del mundo están en Japón, seguido de EEUU (9,7%), Alemania (9,4%) y China (8,7%).
10. Nuevos materiales (1 billón de euros):
Son incontables, pero muchos se quedan en el camino ante la imposibilidad de su aplicación industrial. Pertenecen al territorio de la ciencia básica, donde los investigadores se afanan en buscar aplicaciones patentables, buscando a continuación un socio comercial entre las multinacionales para su uso comercial.
De momento, se encuentran en la cola de la lista porque ninguna multinacional ha encontrado el modo de producir a gran escala, y con los mismos costes, sus productos con un material avanzado. El nuevo plástico o el nuevo silicio aún no existen para el gran mercado, y ni siquiera a muchos les interesa que aparezcan, pero las inversiones en I+D para la fabricación de prototipos, en el caso de la tecnología informática, son suficientes para mantener su valor económico.
C. Marco