Revista Opinión

Las FIESTAS de mi PUEBLO

Publicado el 11 septiembre 2013 por Pilar Baselga

Han sido las fiestas en mi pueblo. Y no pude evitar que volvieran a mi mente las imágenes de los disparates de Goya.
                        
Jóvenes alcoholizados, perdón, que se divierten,
con vasos de plástico en la mano llenos de un líquido que llaman "cóctel"
chicos y chicas indiferenciados en sus modales e igualmente desaliñados en su apariencia
vestidos con trozos de tela sintética de colores chillones, mal combinados y mal cosidos, que llaman "disfraces"
calzan zapatillas desgastadas
y se zarandean de un pie al otro: piensan que bailan
al ritmo machacante de un  estruendo que denominan música
y que impide cualquier intercambio sensato y educado entre dos personas.
Los ancianos están sentados y miran, sin poder hablar por el ruido
Los cincuentones de pie miran y beben, como los peces en el río.
Me cuesta encontrar el verbo que defina el movimiento de la masa viscosa de  jóvenes en el centro de la plaza.
No hay orquesta sino un camión desconchado aparcado en la plaza con dos tíos en vaqueros a modo de DJ que pinchan temas "populares". Aunque fueran buenos, la calidad de la megafonía  es tan mediocre y distorsionante que hasta la voz más melodiosa suena a rayos. Los cristales de las casas vibran, y los asistentes también, confundiendo esa distorsión y agitación con diversión y alegría.
De pronto,  la peña de los jóvenes del pueblo empieza su desfile por las calles; se denomina "Peña de los Caballeros de San Mahou" - no daba yo crédito- y ejecutan una procesión en la que un enclenque barbudo levanta a modo de crucifijo una gran botella de cerveza. Visten ropas de penitentes cosidas con grapadora y capirotes de cartón,  y llevan alrededor de su cuello, a modo de rosario, una cuerda con chapas dobladas con un alicate.  Les contemplo perpleja y pienso: la realidad siempre sobrepasa la imaginación. Profanar los rituales del pueblo parece ser lo único que sus almas vacías han podido imaginar.
La música no es música
la alegría es fingida
el baile no es tal
la bebida está adulterada
todo es falso, feo, chapucero, sin gracia y de mala calidad
tan sólo parece alegrarles la obscenidad de la profanación del ritual ancestral de las procesiones y la excitación del imaginado peligro de la transgresión
nadie baila
nadie conversa
nadie se toca
nadie se abraza
una masa zombi embrutecida se agita sobre sus pies
satisfecha en su fealdad
se zanrandea enajenada.
se acostarán de madrugada y borrachos, contándose que las fiestas de su pueblo han sido un éxito.
Algunos se quejan de que ¡el ayuntamiento no se ha gastado bastante en las fiestas!
Indago: la fiesta ha costado 5.000 euros, 3.000 para la música. Los DJ cobraron 1000 euros, el intermediario se embolsó 2.000. Todo el mundo está de acuerdo y colabora al esperpento... "con tal que la gente se divierta" me dicen los organizadores...
Sigo indagando: ¿cómo eran las fiestas antiguamente?
Bajaban los pastores con sus flautas y haciendo sonar su cinturón de cencerros labrados; sus mujeres hermosamente vestidas, bruñían grandes panderos, airosamente colocados sobre su cintura, cantando y bailando por todo el pueblo. Me dice el alcalde que los agricultores acostumbraban cantar cuando volvían de labrar los campos. Y para las fiestas y las procesiones, todos vestían sus mejores trajes, algunos eran regionales, otros ya no. Pero la elegancia era indispensable.
La risa, el canto y el baile nunca faltaron en este pequeño pueblo segoviano.
Ahora necesitan contratar una caja de ruidos para que les "entretengan" con aturdimiento envenenado que les arrastra por 3.000 euros hacia las cloacas de la infrahumanidad.
España en su historia atesora la mayor variedad de música local, trajes regionales y tradiciones populares de toda Europa; y la Fiesta ha sido su seña de identidad.
El capitalismo, la Modernidad, el franquismo, la televisión, Belén Esteban o el NWO, o todos juntos, no lo sé,  han logrado la destrucción del alma española en su extraordinaria unicidad.
Es tiempo ya de celebrar su funeral.
Pero por favor, ese día, al menos algunos, cantaremos.


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