Revista Cultura y Ocio

Las guerras de Elena

Publicado el 05 mayo 2014 por María A. Ayuso @MariaysuMundo
Hace unos meses leía y reseñaba 'El final de Ave Fénix', primera parte de la trilogía de Marta Querol. A comienzos de este 2014, 'Las guerras de Elena', el segundo volúmen, era publicado en papel por Ediciones B (desde aquí mi agradecimiento por el envío del ejemplar). En la reseña de la novela os hablaba de la relación entre Elena Lamarc y Carlos Company, la infancia que ambos tuvieron y cómo todo se tuerce... 
AVISO: Al ser la reseña del segundo libro de la trilogía tendré que contar detalles que pueden interpretarse como spoilers. Sabéis que no me gusta mucho hablar del argumento en sí, pero por las circunstancias de la reseña es inevitable.

Las guerras de Elena

Portada de 'Las guerras de Elena'


 (ARGUMENTO y posibles SPOILERS)
Elena está cansada. Cansada de Carlos Company, que la abandonó por Verónica, cansada porque siempre se le tuercen las cosas y cansada por no tener un apoyo familiar suficiente para sentirse reconfortada. Después de su traumática separación, tendrá que empezar de nuevo, aunque esta vez con la pequeña Lucía, la única hija fruto de su matrimonio. Carlos tampoco lo tendrá fácil y es que Elena es una mujer de armas tomar que hará lo imposible para que pague el daño que le ha hecho. Lo peor es que la niña Lucía siempre estará en medio de todas las discusiones y de los intereses personales de los adultos. Verónica, la novia de Carlos, es un personaje retorcido y fundamental que si bien se dejó ver en 'El final del Ave Fénix', en esta segunda parte se crece y resulta muy fácil que la odiemos. Actúa como la madrastra mala del cuento: sin piedad, haciendo todo por sus propios intereses económicos, sin tener en cuenta lo que Carlos ha perdido por ella.


Así, en plenos años 70, cuando el dictador Francisco Franco muere, cuando en España comienzan a colarse los primeros rayos de luz, Elena decide volver a tomar las riendas de su vida y de su negocio. Así viaja a Beirut con motivo de la feria de moda MOTIFEX, y es allí donde la guerra civil del Líbano la sorprende, y donde conocerá a Djamel, ella, que prometió no enamorarse nunca más... Aunque no es el único sobresalto que sufrirá hasta el final de la novela.

(FIN de SPOILERS)

Cuando terminamos de leer 'Las guerras de Elena' pensamos que eso de segundas partes nunca fueron buenas es totalmente falso. Este libro va creciendo como su protagonista, capítulo a capítulo va madurando como lo hace también la pequeña Lucía, la persona más frágil del relato. Y es que Elena, sigue siendo mucha Elena. Lo que más me gusta de ella es que es muy de verdad, dura como una roca, aunque esa dureza a veces nos desespere, pero también es una mujer frágil y avergonzada (aunque no lo reconozca) por ese episodio que vivió al final de la primera novela. Es capaz de lo mejor y de lo peor, aunque su madre sigue siendo su gran influencia y en realidad la adora, pese a que nunca lo vaya a reconocer. Elena es una mujer que ha sufrido mucho y que lo sigue haciendo por su familia, una losa que parece no se va a quitar nunca de encima: primero con sus padres y después con la que ella misma formó. En medio de este vendaval de sentimientos entre ella y Carlos Company (y Verónica) nos encontramos con Lucía, una niña muy especial y que será el daño colateral de la turbia y difícil relación que mantienen sus padres. La pequeña es lista como su madre pero con una sensibilidad más parecida a la de su padre. Se cría en una casa desestructurada, algo raro para la época y en la que su madre llevaba el dinero a casa. La pequeña aprovecha cada rato con su padre para reír y ser un poquito feliz, algo que Elena, a diario, le pone muy difícil...

Para mí, Marta Querol, es una de las grandes. Si con 'El final del Ave Fénix' hablaba de su talento innato, en 'Las guerras de Elena' crece para dejarnos, en las últimas páginas, con la boca abierta. Marta escribe de manera perfecta, con un léxico cercano pero muy trabajado, que nos hace disfrutar de cada situación, de cada palabra. Y por no hablar de esta historia que ha construido de la que todavía nos debe la última parte, ese redoble de tambores final que, estoy convencida, nos va a hacer enmudecer. Porque seguro que da para mucho, porque esta historia no ha terminado, porque nos quedan por saber muchas cosas y ver como Lucía crece y ver si se posiciona y el papel que terminará jugando.

De 'Las guerras de Elena' me ha gustado todo, incluida una maravillosa y sugerente portada. Me ha encantado que la autora deslice también una banda sonora, con las canciones que sonaban en el momento y que pudimos disfrutar en directo el día de la presentación en Madrid. Preciosa. Me encantan que los personajes no sean ni malos ni buenos, que sean reales, que les podamos odiar o que nos causen ternura, simpatía e incluso pena. 




Son 458 páginas vibrantes, mágicas y absorbentes. Lo mejor de todo (o lo peor) es que la historia de Elena, de Carlos y de la pequeña Lucía se tiene que cerrar y, para eso, todavía tenemos que disfrutar de una novela más que espero no tarde en llegar. Imprescindible. 

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