Revista Fotografía

“Las horas perdidas” el día que conocí esta canción

Por Magiaenelcamino @magiaenelcamino

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Hace unos días me preguntaron qué canción era la que más recordaba del momento anterior a haber tomado la decisión de cambiar nuestro estilo de vida. En seguida me acordé de una. Creo que con las canciones pasa lo mismo que con los libros. Suelen llegar en el momento justo. Sino es el momento, llegan pero no las entendemos o no les prestamos atención (o, en el caso de los libros, no los leemos y los dejamos apilados en la biblioteca hasta que llegue el momento indicado). Esta es la pequeña historia de cómo conocí una canción en el momento justo, que me dio más energía y me convenció de que lo que estaba haciendo era lo que yo quería. No sé si era lo que “estaba bien” a los ojos de los demás, pero era lo que Dino y yo queríamos. Y cada día que pasa nos sentimos más felices por haber tomado la decisión que tomamos.

Era abril de 2010. Faltaba solo un mes para comenzar nuestro cambio de vida, aunque la decisión ya estaba tomada desde hacía más de ocho meses. Yo estaba en el probador de un local de ropa. Necesitaba comprarme una remera. No soy buena para las compras de ropa. Doy muchas vueltas porque todo me parece caro y casi nada me gusta. Pero ese día vi algo que me gustó y estaba en precio, así que decidí probármelo. Casi todos los locales tienen música funcional a la que no suelo prestarle atención. Es más, si la música está fuerte y el local parece una disco, ni entro. Pero este caso fue diferente. Mientras me probaba la remera, la letra de una canción penetraba en mis oídos como si la hubieran escrito para el momento que estaba viviendo. Fue sensación inexplicable, de ansiedad contenida, de felicidad, de querer salir a gritarle al mundo que escuche esa canción, que no pierda su tiempo, que vaya por sus sueños. Una alegría inmensa me invadió todo el cuerpo. No podía creer lo que estaba escuchando. Salí del probador, llevé la remera y le pregunté al vendedor qué canción era la que acababan de pasar. Solo me dijo “de Zambayonni”. Salí del local con las frases que todavía me retumbaban en la cabeza. Nunca había escuchado ese nombre. No tenía idea de quién era. Parecía que esa canción me estaba buscando.

Cuando llegué a casa, lo primero que hice fue buscar ese nombre. No sabía ni como se escribía (nunca pensé que iba con “z” y doble “n”). Recordaba una parte de le letra: “las horas perdidas” y puse eso en google. Decí que “don google” todo lo sabe (o intuye) y ahí apareció. Como si nada. Una canción llena de significado.

No es una canción muy conocida. Es más, es una canción que se supone que habla de las parejas, de lo que se dejó de hacer con la persona amada y, una vez que esa persona no está más al lado, uno se lamenta. Pero las frases que tiene son tan fuertes, son tan lindas, son tan ciertas que se pueden aplicar a la vida misma.

¿Cuántas veces dejamos lo importante por lo urgente?

¿Cuántas veces no nos tomamos esos cinco minutos para hacer algo “que valga la pena” (aunque sea para descansar)?

¿Cuántas veces no nos contamos los sueños comunes?

¿Cuántas veces le echamos la culpa al cansancio?

¿Cuántas veces seguimos las huellas de una riqueza absurda?

¿Cuántas veces “negociamos” lo que queríamos ser de grandes?

Les sugiero que se relajen, que se tomen cinco minutos y que escuchen la canción. Después de escucharla, díganme si no les generó lo mismo que a mí…

¿Qué están esperando para aprovechar las horas y no perderlas nunca más? Recuerden que esto no implica solo animarse a viajar, sino que hace referencia a la vida cotidiana, a los pequeños momentos que muchas veces no disfrutamos y, después, añoramos. ¡Sean felices!

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