Revista 100% Verde

Las malas hierbas que no amaban a los transgénicos

Por Paco Maestre @Elbiocultural

Ya está listo para salir al mercado el primero de una nuevo generación de cultivos transgénicos, ya sabéis, estos cultivos modificados genéticamente en los laboratorios para mejorar sus rendimientos, calidades, cualidades y resistencia a los elemento adversos que compliquen su desarrollo y que iban a acabar con el hambre del mundo. Y con ellos el ya tradicional debate de entre agricultura moderna y agroecología vuelve a tomar fuerza, ya se están elaborando las líneas de batalla, hoy vamos a intentar explicarlas brevemente.

Somos muchos los que nos preocupamos sobre la inocuidad de los alimentos que ingerimos, nos preocupa nuestra salud y apostamos por una alimentación natural, ecológica o biológica como se denomina, ya no porque los consideremos medicamentos o aporten beneficios a nuestra salud (eso se supone, pero no tenemos la constancia científica de que así sea), sino porque no nos gusta meter dentro de nuestro cuerpo alimentos manipulados con genes añadidos de otras especies, con sabores diferentes a los que conocimos cuando eramos niños, si es que tienen sabor, claro, sin los controles ni estudios de bioseguridad suficientes para garantizar que no son dañinos para nuestro organismo, rociados con grandes cantidades de agro tóxicos de los que dependen para existir, que llevan asociados una gran huella de carbono en su producción que engorda el problema del cambio Climático y cuyas patentes en manos de un puñado de laboratorios, que son los únicos que ganan de verdad en esta historia, probablemente a costa de nuestra salud, arrebatando tierras de cultivo y arrasando bosques para ampliarlas y aumentar sus beneficios. Y es que los productos procedentes de los cultivos transgénicos forman parte de la lista de factores generadores de  problemas medioambientales y sociales y de la composición de gran parte de lo comemos.

 

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Resulta complicado encontrar en las grandes superficies alimentos en cuyo etiquetado encontremos la coletilla de “alimento libre de O.M.G o O.G.M”, unas siglas que quieren decir organismo genéticamente modificado.

Ya os hemos hablado anteriormente de los problemas que implican los cultivos transgénicos, os recordamos brevemente:

  • Perjuicios a nuestra salud. Algunos estudios los relacionan incluso con el cáncer, aunque para ser honrados diremos que no son aceptados como concluyentes, todavía por la mayoría de la comunidad científica. Pero la sospecha es muy gorda.
  • Incremento del empleo de herbicidas y otros agro tóxicos, consecuencia de la práctica de un modelo de agricultura basada en el monocultivo intensivo en grande superficies de terreno que no se da manera natural, lo que favorece la aparición de plagas, enfermedades y proliferación de malas hierbas que merman la producción. Además al cultivarse de forma prolongada en el tiempo el mismo cultivo la fertilidad del suelo acaba agotándose, por lo que es necesario reponerla con abonos químicos, no se regenera de forma natural, con lo que ya no solo son los cultivos los que están sobreexpuestos a tóxicos sino también el suelo acaba fuertemente contaminado y por ende el medio.
  • Son especies nuevas, creadas por la modificación del hombre, que una vez en el medio afectan y modifican a la biodiversidad que les rodea.

Ahora se le añade otro nuevo problema, las súper malezas o las súper malas hierbas, que han desarrollado resistencia al herbicida más comúnmente empleado en la agricultura intensiva, el Glifosato. Este hecho que parece una tontería, no lo es, y que pone en evidencia a los cultivos transgénicos o más bien podríamos hablar que desnuda a la llamada moderna agricultura, mostrando sus carencias, demostrando que no es un modelo sostenible y que debemos buscar una alternativa a ella.

La mayor parte del maíz, la soja y otros cultivos que crecen en los Estados Unidos (hablamos de este país porque en él está completamente permitido cultivarlos y es de donde más datos tenemos para poder opinar con propiedad) están diseñados genéticamente para tolerar el glifosato, un rasgo desarrollado por el gigante Agrotech Monsanto a principios de 1990. Con ellos el uso del glifosato explotó, los agricultores han abusado de él, utilizando dosis y aplicaciones excesivas buscando la mayor eficacia y rendimiento económico de sus cultivos, con criterios cortoplacistas, dejando de lado los criterios ecológicos y biológicos más racionales y largoplacistas, lo cual ha favorecido la evolución de súper malezas, que ahora constituyen una enorme amenaza agrícola, y que han desarrollado de forma natural la resistencia contra el herbicida.

El abuso de glifosato en los cultivos transgenicos esta detras de las súper malezas
La agricultura ecológica no utiliza glifosato ni ningún otro tipo de fitotóxicos

Las súper malezas  infestan actualmente una superficie estimada de 28 millones de hectáreas de tierras de labranza, causando cerca de mil millones de dólares en daños. El problema está creciendo rápidamente, y los agricultores demandan  soluciones ante este problema, al que Dow y otras compañías que  incluyen Monsanto, Pioneer y Syngenta, han respondido mediante el diseño de las plantas que pueden resistir combinaciones de varios  herbicidas y no solo al glifosato.

El 17 de septiembre, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) aprobó oficialmente las nuevas variedades transgénicas de maíz y soja de los laboratorios Dow,  Estas pueden soportar tanto el glifosato, el herbicida más utilizado del mundo, y como el 2,4-D. Se espera que el paso previo para su comercialización, el visto bueno de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos tenga lugar en breve, lo que permitirá su cultivo el próximo año.

Y es que estamos en un momento crucial en la historia de la agricultura. Dos enfoques contradictorios, dos maneras radicalmente opuestas de entender lo que es la agricultura se enfrenta en una guerra: una que depende de los productos químicos para combatir las malas hierbas, ideada para producir beneficios más que alimentos y otro que abraza las lecciones de ecología, respeto al medio y basada en los ciclos naturales.

Pero existen voces críticas que se oponen a esta orgia de manipulaciones genéticas, informativas y dosis elevadas de fitotóxicos. Los científicos y ambientalistas que se oponen a estos nuevos cultivos argumentan que esto va suponer un aumento del uso del herbicida  2,4-D, lo cual va suponer una amenaza para las personas que usan los herbicidas, así como también para el medio ambiente. Por otra parte, al contrario de lo que piensan los laboratorios propietarios de los cultivos transgénicos y de los pesticidas, es de esperar que el cultivo de estos nuevos transgénicos favorezca también el problema de las súper malezas. Esto es una manera de agrandar el problema más que resolverlo,  dicen que el uso de más y diferentes herbicidas será acelerar la evolución de súper malezas cada vez más resistentes , y meter a la agricultura en un bucle sin finmás herbicidas más resistencia, una y otra vez. Un chollo para los laboratorios, que en algún punto dejarían de controlar a sus propias criaturas…

Las compañías que los fabrican dicen que están proporcionando una herramienta muy necesaria para combatir la grave amenaza que están empezando a suponer la aparición de malas hierbas resistentes a los herbicidas más habituales empleados en la moderna agricultura basada en el monocultivo intensivo, es decir grandes áreas de terreno dedicadas en exclusivo al cultivo de una única variedad, pero claro, no aportan datos ni estudios y si lo hacen son de elaboración propia, y las autoridades del gigante yanqui han obviado este tipo de cuestiones a la hora de dar el visto nuevo a los nuevos transgénicos. Lo único que sabemos a ciencia cierta es lo ocurrido con la primera generación de transgénicos que ahora se encuentran acorralados por las súper malezas, después de haber empleado ingentes cantidades de fitotóxicos que han quedado en los suelos de cultivo, en los propios cultivos con el que se elaboran nuestros alimentos y en el medio ambiente.

‘LOS HERBICIDAS POR SÍ SOLOS NO SON SOSTENIBLES. LA DIVERSIDAD ES EL ÚNICO CAMINO A SEGUIR “

Pero no seamos ingenuos, la agricultura ecológica a pequeña escala funciona, pero le queda dar un paso hacia adelante decisivo, y es la de demostrar que funciona a gran escala. Para ello, los científicos deben desempeñar, ahora más que nunca, un papel crucial para convertir la agricultura ecológica en algo tan rentable y productivo como lo es la agricultura industrial actual dependiente de los herbicidas, pero insostenible y toxica. Ajustar elementos como la densidad de siembra, época de cosecha, la destrucción de semillas de malezas y el uso de plantas perennes, y trabajar con economistas para demostrar que los métodos de la agricultura ecológica son viables a gran escala.

Ahora lo que sí que tenemos claro es que el modelo actual está en decadencia, se ha mostrado insostenible, no ha resuelto problemas globales como el hambre, se duda de su salubridad, está en manos de unos pocos laboratorios que controlan el proceso desde el principio hasta el fin, se enriquecen con las patentes,  que hace a los agricultores completamente dependientes de ellos, se deforesta, se sustraen tierras a los propietarios del tercer mundo, se empobrecen los productores originales que dependían de esas tierras para su sustento….es la hora de que el cambio empiece:

Hola Agricultura Ecológica!!

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