“Las Nieves del Kilimandjaro”, el retrato de Europa

Las Nieves del Kilimanjaro, de Robert Guédiguian

Michel (Jean-Pierre Darroussin), un reconocido sindicalista de la localidad francesa de L’Estaque, acaba de ser despedido, mediante un sorteo de la empresa donde él mismo había metido su nombre para formar parte de él. El acto había sido tomado como un acto de valentía y hornadez por su mujer Marie – Claire (Ariane Ascaride), con la que lleva casado treinta años, por sus hijos, sus amigos y sus allegados. La vida de Michel transcurre amable entre el cariño y el calor de quienes siente cerca, hasta que un suceso estalla contra él, y todo su entorno: él y su mujer son asaltados por dos atracadores que, a punta de pistola, les roban un viaje al Kilimandjaro, y les dejan atados a unas sillar por el resto de la noche.

Semanas después del suceso, Michel consigue identificar a uno de los asaltantes. Christope (Grégoire Leprince-Ringuet), antiguo compañero de trabajo, y que fue despedido en el mismo sorteo que el protagonista. El joven es detenido, y la pareja recupera su viaje a África. ¿Se ha hecho justicia, entonces?

“Las Nieves del Kilimandjaro” (que toma su título de una canción de Pascal Danel) esboza un honesto e inteligente retrato de la sociedad actual, donde la lucha por la supervivencia se mezcla con los valores sociales y el estilo y condiciones de vida que cada persona tiene (o más bien puede) llevar.

Jean-Pierre Darroussin y Ariane Ascaride, durante el filme

Christope, el joven asaltante, el que parece posicionarse como el antagonista del filme, no sólo se mantiene así mismo, sino que cuida también a sus dos hermanos pequeños cuya madre sólo aparece ocasionalmente y no siempre con dinero o, simplemente, esperanzas de una vida más cómoda. Cuando Michel conoce la situación del atracador, intentará retirar la denuncia, ya demasiado tarde: el proceso está en marcha y al joven le pueden sentenciar a quince años en la cárcel.

Michel comienza a plantearse, entonces, si el sorteo que acabó con su trabajo y el del joven fue la manera más justa de conseguir la supervivencia de la compañía. Y con a esta pregunta le siguen muchas otras relacionadas con la coherencia entre sus valores y su estilo de vida: si, acaso, él y Marie – Claire, se han convertido en unos pequeños burgueses, con una prejubilación asegurada, domingos en la playa, y un viaje al Kilimandjaro.

El director marsellés Robert Guédiguian, siempre comprometido con las causas sociales, dará un final a la película, quizás amable en exceso, pero que equilibra perfectamente la balanza desde la dicotomía que partía su historia.

Porque “Las Nieves del Kilimandjaro” goza de una narrativa eficaz y sensible, y que la convierte en una especie de fábula, una fábula en perfecta sintonía con el día de hoy, con los planteamientos de ayer , y con los valores del mañana.

Dafne Calvo

Por afecto o por defecto, pero me encanta el periodismo. Sueño con un mundo dibujado sobre viñetas, donde esté prohibido comer palomitas en el cine.

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