Revista Cine

Las películas que Hitchcock nunca filmó (por Agustín Galván)/III

Publicado el 28 abril 2011 por Diezmartinez
Las películas que Hitchcock nunca filmó (por Agustín Galván)/III
Seguimos con la serie de películas que Hitchcock nunca filmó... aunque debió hacerlo. El Exigente Duende Callejero (aka Agustín Galván) propone la siguiente cinta:
Hubo muchos adjetivos que acompañaron al estreno del primer largometraje del chileno-español Alejandro Amenábar, Tesis (1996), y que yo recuerde, uno de los que casi no fue mentado fue el de hitchcockiano. Alfred Hitchcock sí encabezó las listas de las referencias, pero el adjetivo de marras apenas y se leyó o escuchó. La razón, supongo, primero: el no caer en el siempre odioso lugar común que todo lo empaña. Y, bueno, lo segundo: Tesis, más que una película perdida de Hitchcock se señala a sí misma como un mero homenaje que logra aglutinar en sus, eso sí, criminales dos horas de duración, los méritos suficientes como para apelar su mote de hitchcockiano. Abanderada por una premisa whodunit, aderezada con una algo tardía subtrama de falso culpable y, faltaba más, apadrinada por su McGuffin (la tesis del título), la opera prima de Amenábar se aferra a la baranda de un cine que en su cuidada forma, enarbola su fondo. Algo que justo a la mitad de la cinta se ve coronado por su mejor momento: Ángela y Chema, interpretados por Ana Torrent y por Fele Martínez, ya embebidos por la trama que ha acarreado muertes, desapariciones y la certeza de un asesino que los acecha, recorren unas catacumbas. Los ilumina las llamas de las cerillas que él va encendiendo cada tantos pasos. Cuando la débil llama se apaga, los dos se quedan en completa oscuridad. Las cerillas están por terminarse, pero el túnel sigue y sigue (y sigue). Sus respiraciones, cortadas, profundas, explotan la tensa pista sonora hasta que Chema comienza contar un cuento. Amenábar lo ha dicho: ahí se rinde un homenaje a Charles Laughton y su Noche del Cazador (1955). Yo solo acoto: quizá Amenábar, quizá, pero basta ese momento de Tesis para verdaderamente añorar que Alfred Hitchcock hubiera llegado a los noventa, aún haciendo sus cuidados dibujos y parándose en la esquina de un set, viendo que todas sus órdenes fueran obedecidas al pie de la letra.

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