Revista Opinión

Las peores primaveras

Publicado el 15 junio 2020 por Paco Arenas @voz_republica
A ellos, van estas lágrimas, por ellos va este grito que no pudieron dar ellos.
Las peores primaveras

A nosotros,

que creímos ser el centro del universo,

nunca nos despertaron

 a mitad de la noche las bombas,

ni las patadas en la puerta en la madrugada,

jamás lloramos la muerte de un ser querido

muerto ante los cañones de los fusiles al alba.

Nunca fuimos nadie,

ni lloramos por nada,

a lo sumo,

 nuestras lágrimas desbordadas

fueron ante una pantalla panorámica,

sufriendo el drama de Escarlata O'Hara.

Nosotros,

nunca supimos lo que es una mala primavera.

A nosotros,

nunca nos ladró un perro hambriento,

disputando un mendrugo de pan caído en el suelo.

Nosotros

que nunca supimos del dolor,

que causa hambre en nuestra panza,

siempre la tuvimos harta.

Nunca vimos llorar a nuestra madre,

por no tener una rebanada de pan

para darnos de merendar...

¿Qué sabemos del hambre que no admitía espera,

porque lo que no desayunabas por la mañana,

tampoco lo cenabas a la luz de la luna?

Nosotros,

que no supimos del miedo al látigo,

o a los golpes de los fusiles en nuestra puerta,

ni de colas interminables

ante las puertas de los penales,

de los «vivas a la libertad»

de los fusilados en los paredones,

sin un dios en el cielo

que secase las lágrimas de los perdedores

de todas las batallas,

porque no tenían dios,

 o esos dioses

se había puesto del lado de los traidores.

Nosotros,

Que nos enseñaron de la a «a» la «zeta»,

mientras cambiábamos nuestros dientes de leche,

sin que nunca nos faltase un tazón en la mesa,

ni un capricho en nuestra colegial cartera.

Nosotros,

que antes de abrir la boca,

teníamos la camisa nueva puesta.

¿Qué sabemos de pan apolillado

con rancia manteca como sabroso relleno?

Nos creímos el centro del universo,

siendo que nunca luchamos por nada,

ni siquiera

 cuando les quitaron el pan de la boca a nuestros hijos.

Ellos,

que cuando tenían la risa en los labios,

soñando Libertad, Igualdad y Fraternidad,

sentados en los primeros pupitres

de unas escuelas que comenzaban a andar,

los despertaron los tiros

de una guerra criminal,

que unos militares traidores,

y a fuerza de golpes,

 bombas y cañones,

les robaron la infancia y la leche,

antes de cambiar los dientes.

Ellos,

que cambiaron el lapicero

por el azadón,

que sufrieron la patada en la puerta,

el desconsuelo en el alma,

la rabia ahogada,

por las lágrimas contenidas

al escuchar los tiros

 que se llevaban las vidas de sus padres,

mientras agarrados a las faldas de sus madres,

secaban sus lágrimas

sin un dios al que poder rezar.

Ellos,

que siendo chiquillos,

sufrieron las peores primaveras,

con hambre, penas y mil temores,

remontaron el vuelo

alzando el puño contra dictadores ladrones,

pidiendo Libertad, Igualdad y Fraternidad

frente a los torturadores.

Ellos,

 que salieron a la calle

defendiendo nuestras pensiones,

que no las suyas,

se han ido,

solos y en silencio,

con el criterio miserable:

«de tanto tienes tanto vales»,

cribados entre ricos y pobres,

seguros privados a los hospitales.

Si tienes seguro vives,

de lo contrario…

mueres solo,

sin una lágrima que te consuele…

A ellos van estas lágrimas,

por ellos va este grito

que no pudieron dar ellos.


©Paco Arenas 14 de junio de 2020 -Autor de Magdalenas sin azúcar, novela recomendada por catedráticos de literatura e historia.©Tiempos de clausura (mi nuevo libro de poemas)

Volver a la Portada de Logo Paperblog