Revista Cultura y Ocio

Las primas. Aurora Venturini

Por Mientrasleo @MientrasleoS

Las primas. Aurora Venturini

     "Mi mamá era maestra de puntero, de guardapolvo blanco y muy severa pero enseñaba bien en una escuela suburbana donde concurrían chicos de clase media para abajo y no muy dotados. El mejor era Rubén Fiorlandi, hijo del almacenero. Mi mamá ejercitaba el puntero en la cabeza de aquellos que se hacían los graciosos y los mandaba al rincón con orejas de burro hechas de cartón colorado. Raramente un mal portado reincidía. Mi madre opinaba que la letra con sangre entra."
     Sigo siendo una antigua y sigo guiándome por mi librera, así que cuando ella me lo puso en la mano, ni me lo pensé. Investigué un poco al llegar a casa, con el tesoro ya en la bolsa, y mis ganas aumentaron si eso era posible. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Las primas.
     Y conocemos a las primas, que son cuatro. Yuna, la voz que narra la historia, es la buena, la guapa, la normal... al menos hasta que abre la boca, momento en que se nota que algo le falta, o que escribe, donde lo que le faltan son los signos de puntuación. Los conoce, pero le resulta enrevesado comprender dónde ponerlos. Tal vez por eso pinta. Betina, su hermana, es una desgracia en vida, su deformidad, su retraso, su olor... todo en ella es terrible. Y nos faltan dos primas, Carina, que también tiene un retraso, y Petra, la enana, la prostituta. Cuatro primas terribles acompañadas por una maestra abandonada por su marido, una tía puritana o un profesor terrible, forman el universo que Yuna nos cuenta en esta novela en la que todo y todos parecen condenados.
     En el año 2007 el jurado del Premio Nueva Novela organizado por el periódico argentino Página/12 cuyo jurado estaba formado por nombres como Rodrigo Fresán o Alan Pauls, otorgó el primer premio a un libro titulado Las primas y firmado bajo el seudónimo Beatriz Poltrinari. Cuando abrieron el sobre, descubrieron que su nueva promesa era una autora octogenaria llamada Autora Venturini que, pese a haberse codeado en su exilio francés en los años 50 con nombres como Camus, jamás había presentado una obra a una gran editorial para evitar el rechazo. Años más tarde, la misma novela gana el Premio Otras Voces, Otros Ámbitos en nuestro país. Un premio que busca dar una segunda oportunidad a las novelas publicadas el año anterior con ventas inferiores a los 3000 ejemplares. Con esta historia como carta de presentación, es muy difícil resistirse a echar un vistazo al secreto que esconde Las primas.

     Esta novela ha venido a unirse a otras en las que la puntuación o la falta de mayúsculas provocan una sensación apabullante en las primeras páginas para terminar siendo un todo difícil de diferenciar del resto de características de su personaje narrador. Empiezas con extrañeza y terminas siendo incapaz de imaginar la novela narrada de otro modo más convencional. Yuna no hubiera sido Yuna sin escribir así, y no hubiera conseguido empatizar con el lector de haberse presentado como la perfección en semejante entorno: también tenía que tener su propia marca y su necesidad de superación, en forma de diccionario cada vez más utilizado durante la novela. Yuna vive, Yuna ve, Yuna siente y lo relata por escrito en la medida que sabe, lo mismo que nosotros sabemos de su afasia, de su incapacidad, y de su talento tal vez surgido de la necesidad de expresarse sin esas limitaciones. Y esa incapacidad para puntuar como es debido, da el tono justo de la incomprensión, de un suerte de optimismo, que convierte esta novela en una comedia sin normas. Es justo ese el punto en el que lo trágico, lo grotesco, el vómito, se disfrazan de sonrisas en este terrible hogar. Un hogar marcado por la minusvalía y la desgracia, y también por la risa ante lo terrible y retorcida que puede ser la vida. Una vida que, en realidad, no es ni más ni menos que eso, vida.
     Las primas es una novela tan triste como divetida, diferente, potente, con una voz única de esas que se siguen recordando durante tiempo y la capacidad de conseguir que el lector se entregue totalmente a lo que nos está contando con un deje de ternura (o así me iba sonando a mi a medida que avanzaba). Tengo que repetir con Aurora Venturini. Y tengo que seguir haciendo caso a mis libreras. Hoy soy yo quien lo recomienda, no podría no hacerlo.
     Y vosotros, ¿con qué libro comenzáis la semana?
     Gracias

Volver a la Portada de Logo Paperblog