Las relaciones del adicto con sus seres queridos
Se dice comúnmente que quienes comienzan a participar activamente de alguna adicción, ya sea el alcoholismo, drogadicción, al sexo, a las apuestas o cualquier tipo de conducta compulsiva, dejan de crecer emocionalmente. ¿Cómo afecta la conducta adictiva a la forma de relacionarnos con otros?
Durante la etapa de adicción, las relaciones se vuelven casi imposibles de sostener. Las personas que se preocupan por el adicto se tornan prácticamente adictas a este, e intentan todas las formas de controlarlos o cambiarlos. Creen que el tipo de control que intentan aplicar es para hacerle un bien al adicto, y por lo general la relación se torna aún peor. En general, esto permite al adicto no tocar fondo y consecuentemente tener la posibilidad de ponerse mejor de una vez por todas. El adicto quiere separarse de aquellos que, según su punto de vista, le exigen una mejoría, para poder así seguir tranquilamente con su adicción.
Una vez que el adicto entra en recuperación, las relaciones que existan entre este y los demás también son muy desafiantes. Cuando se entra en la etapa de recuperación, el adicto comienza a prestar gran atención a los pasos para la misma, quizás aislando al resto de la gente que los rodea, lo que crea una sensación de resentimiento entre estos. Nueve de cada diez matrimonios terminan en divorcio cuando uno de sus integrantes ha salido de la adicción y se ha mantenido sobro por un período extendido de tiempo; probablemente por esta falta de entendimiento en el período de recuperación. Es importante, entonces, que, no sólo la persona adicta sino también su círculo más cercano, tomen parte de alguna terapia psicológica que los guíe en el proceso.
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