Revista Cultura y Ocio

Las series de televisión y yo

Publicado el 25 agosto 2015 por Carmelo Carmelo Beltrán Martínez @CarBel1994
Hace tiempo escribí una entrada sobre cómo había empezado a leer, qué novelas me habían marcado y cómo poco a poco fui enamorándome de este arte. Hoy os traigo mis pasos en otro entretenimiento: el mundo de las series.
Las series de televisión y yo

Las series de televisión y yo
Como cualquier niño de mi edad, crecí con la televisión. Su programación no era como ahora, llena de programas de cotilleos que dan vergüenza ajena, no. En nuestra época tenías dibujos animados a diferentes horas del día: por la mañana, a la hora de comer, y sobre las cinco. Si podía no me perdía ni la primera ni la última. Por desgracia yo comía en el colegio. Eso sí, muchas veces mi madre me grababa los capítulos nuevos que se emitían a esa hora y los veía cenando. Debido a esto, las primeras series que comencé a ver eran animadas —aunque en esos momentos yo no sabía que se llamaba anime—  de origen japonés: Pokémon, Digimon, Sailor Moon, Dragon Ball, Flintz y los viajeros del tiempo, Shinzo, Yu-Gi-Oh, Los caballeros del mundo Mon… incluso una de brujitas llamada Doremi. Si tuviese que quedarme con alguna sería con Pokémon y Digimon. Creo que estos monstruos de bolsillo y digitales llegaron a lo más profundo de mi corazón —y todavía no lo han abandonado—. A los niños de la época nos daban la oportunidad de sentirnos tan héroes como sus protagonistas y soñar con salvar el mundo tanto dentro como fuera de casa. Nunca se me olvidarán las charlas que teníamos bajo el sol, sobre las toallas de la piscina, cuando nos habíamos cansado de chapotear y nos poníamos hablar de las últimos capítulos —o de los videojuegos que estábamos jugando—.
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Con el tiempo llegó a mi casa ONO, un servicio de pago que proporciona más de cien canales a sus usuarios. Allí descubrí el mejor canal de la historia: Fox Kids. Una pena que antes de que creciese fuese comprado por Jetix y ahora creo que por Disney XD. La de horas que pude pasar delante del televisor, ya no solo viendo series, sino también esos anuncios en los que te montaban en un personaje y avanzabas por un escenario. Parecía un videojuego en primera persona de los de ahora. Recuerdo que cuando los veía por primera vez se me hacían eternos y que las posteriores me parecían incluso cortos. 
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Este proveedor ofrecía muchos canales para jóvenes: Disney Channel, Fox Kids, Nickelodeon, Cartoon Network… era el sueño de todo niño. Allí, además de más series de dibujos animados, me enganché a otras interpretadas por personas: Phil del Futuro, Raven, Las aventuras de Zack y Cody… 
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Fue también en ese tiempo cuando mis padres empezaron a dejar que me quedase hasta más tarde antes de acostarme, lo cual implicó que también podía ver las series que ellos veían por las noches. En mi casa se cenaba a las 20:30, lo que me dejaba una hora para poder jugar con mi Game Boy Color —¿cuántas horas habré jugado al Pokémon Plata?—. Daban las diez y yo veía por el rabillo del ojo si lo que emitían me iba a interesar o no: Los Serrano, Aquí no hay quién viva, Los hombres de Paco, El internado, Los protegidos… que si bien son series que seguían el mismo formato, era un gustazo que nos sentásemos todos a seguirlas juntos, en familia, mientras comíamos unas patatas fritas o una bolsa de pipas. Años después, estando en la playa, me acuerdo el trauma que nos supuso ver el capítulo de Los hombres de Paco en el que parecía que moría Lucas. Todo un drama. 
Las series de televisión y yo
Las series de televisión y yo
Internet entró con fuerza en nuestra vida y supuso una revolución en el mundo de las series. En un principio únicamente lo usaba para las reposiciones de las series que emitían en televisión y que por alguna razón no había terminado de ver. Así descubrí el servicio que Antena 3 y Telecinco ofrecían. ¡Cómo odiaba los anuncios que te salían cada diez minutos en el reproductor de Antena 3! Así no era capaz de ver El internado en condiciones. Poco después, cuando el messenger todavía estaba en auge, descubrí que un amigo veía películas online. Yo no sabía que eso era posible más allá de los servicios de televisión. Al preguntarle me explicó que no solo películas, sino que también series de. A partir de entonces un mundo se abrió para mí. Una de las primeras que vi fue One Tree Hill, recomendada por una amiga, la cual no era más que la típica serie de instituto hecha para adolescentes. Aún así me encandiló y la vi de principio a fin. Posteriormente empecé a descubrir muchas más: Six Feet Under —la cual es mi serie favorita—, Homeland, Breaking Bad, Sherlock, Castle, Elementary, Game of Thrones… Todas ellas impresionantes. Si echo la vista atrás, me doy cuenta de que no he visto tantas series como pensaba, pero hay que decir que muchas de las nombradas tienen muchas temporadas. Probablemente es el pasatiempo al que más horas le he dedicado en toda mi vida, incluso por encima de los videojuegos —desde hace varios años mi tiempo de juego ha descendido muchísimo—. ¿Quién no disfruta sentándose cincuenta minutos en el sofá mientras le cuentan una historia?
Las series de televisión y yo
Las series de televisión y yo
A medida que pasan los años, me he dado cuenta de que mi proceso con una serie de televisión es siempre el mismo:
  • Me da pereza empezar cualquier tipo de serie. Su primer capítulo se me hace cuesta arriba en la mayor parte de las veces. No me engancha. No conozco a los personajes y tienen que hacer algo muy impresionante para que quiera coger el segundo al momento. Por ello siempre suelo tardar un tiempo en continuar, en caso de que lo haga. Y es que en muchas ocasiones ni siquiera he llegado a terminar el piloto —hola Outlander—, lo cual ha implicado que me pierda muy buenas series, pero, ¿qué le vamos a hacer?
  • Si consigo ponerme con el segundo lo más normal que es que termine la primera temporada. Pero como en el caso anterior, suelo tardar mucho en empezar la segunda y no siempre lo llego a hacer.
  • Si llego a la segunda, normalmente suelo engancharme completamente a la serie, razón por la que acabo devorando todos sus capítulos. Por ahora los casos más extremos los he vivido con Six Feet Under y Shameless, obras de las que he podido perder una tarde entera sin levantarme del sofá, dejando de lado cualquier responsabilidad. En otros ámbitos, eso solo lo ha conseguido El nombre del viento en literatura y Pokémon en videojuegos.
Actualmente paso más tiempo viendo series que leyendo, aunque esto depende del momento. Sin embargo, sí que es verdad que, últimamente, al ponerme delante de un libro, por mucho que me atrape su historia, me resulta una tarea realmente difícil, por lo que soy incapaz de encadenar dos o más capítulos seguidos. 
De pequeño, mi tiempo se dividía entre ver dibujos animados o jugar a videojuegos en casa y jugar al fútbol con mis amigos en la calle. Hubo alguna serie que se convirtió en una obsesión, y todavía recuerdo ir en el Citroën de mi padre por el puerto de Alicante, metiéndole prisa porque me iba a perder el último capítulo de Galactik Football. No me quiero ni imaginar lo pesado que pude llegar a ser.
Ahora mismo, la serie que estoy devorando es Shameless, como os decía más arriba. Me queda un capítulo para acabar la quinta temporada y ponerme al día. No parecería muy enfermizo si no tenemos en cuenta que el 1 de agosto empecé su segunda, pero oye, estamos en verano, dejadme perder el tiempo.
Las series de televisión y yo
Por último, quería acabar esta entrada haciendo algunas recomendaciones:
  • Una serie que creo que es buena: Six feet under. Siempre lo digo, es la serie que más me ha hecho pensar. Me parece una obra maestra de la HBO. El espectador acaba sintiéndose como un miembro más de la familia. La manera en la que entiendes a cada uno de los personajes es espectacular.
  • Una serie que a mí me gusta: Sherlock. Soy fan desde pequeño del detective más famoso de todos los tiempos, y entre todas las películas y series que he podido consumir en mi vida, me parece el personaje que más se aproxima al de los libros.
  • Una serie que creo que sería buena para el mundo: Shameless. La gente tiene que darse cuenta de que la vida no hay que tomársela tan en serio. Que es bueno dejarse llevar, reír, y que muchas veces las cosas no son tan importantes como las pensamos.

Espero que os haya gustado la entrada. Como os dije hace tiempo, quiero empezar a traer contenido dedicado a otros ámbitos culturales, por lo que espero que le deis una buena aceptación.
@CarBel1994

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