Revista Arquitectura

Las teresitas, una playa controvertida

Por Federicogbarba
LAS TERESITAS, UNA PLAYA CONTROVERTIDA La playa de Las Teresitas en Tenerife es un lugar que ha adquirido un estatus como recinto de ocio público inalienable para los habitantes de la ciudad de Santa Cruz. También ha representado para algunos una gran oportunidad de negocio, al haber logrado privatizar indirectamente unas plusvalías ligadas a su valor colectivo. Finalmente, es un ejemplo de una forma negativa de hacer política, lastrada por la sombra de la corrupción urbanística y la evidencia de un engaño ligado a unas supuestas mejoras en su forma de uso.Fruto de esas tensiones solapadas, Las Teresitas se ha convertido en el escenario de una lucha soterrada en el que se dirimen contiendas económicas y políticas que han ido perjudicando cada vez más al conjunto de la ciudadanía de Santa Cruz de Tenerife. Dada la amplía difusión que ha tenido este caso, muchos se han sentido enormemente defraudados y engañados por los responsables políticos que han lidiado con esta situación en el pasado. Sin embargo, y a pesar de los desencuentros, convendría seguir buscando una vía para superar los desaguisados ya cometidos y solucionar -de una vez por todas- los problemas que sigue teniendo la playa como lugar de uso y disfrute para la mayoría de los que habitan esta ciudad. Hoy en día, es también un tramo apetecido de la costa insular espacio que languidece ante la incapacidad para poder llegar a un acuerdo ciudadano sobre como terminar de adecuar un lugar geográfico que se recreó hace varias décadas. La cuestión se ha agravado recientemente con la constatación de la amenaza que supone la acción de las mareas para el vecino barrio costero de San Andrés. LAS TERESITAS, UNA PLAYA CONTROVERTIDA La historia de la generación de ese espacio de ocio surge en la década de 1960 cuando, en plena eclosión y efervescencia del desarrollismo, unos cuantos prohombres de la ciudad se propusieron utilizar un área improductiva como ámbito para hacer una operación urbanística de calado. Se trataba de poner en valor inmobiliario unos terrenos baldíos y estériles atendiendo a las incipientes apetencias y posibilidades de uso sobre la costa. Esta iniciativa urbanizadora, al igual que muchas otras que surgirían entonces en toda España, recibiría un empuje con la promulgación posterior de una ley que permitía la colonización indiscriminada de la ribera del mar con destino a iniciativas turísticas. Así, unos terrenos al borde de una playa incomoda se reconvirtieron legalmente en urbanizables y contaron además con el apoyo de la ejecución de una acción de ingeniería marítima. Esa zona se convertiría así en un espacio altamente accesible a los bañistas, con una extensa lámina de agua protegida de las inclemencias del oleaje y dotada de una amplía superficie de arena rubia, traída al efecto desde el cercano desierto del Sahara.De acuerdo al objetivo de los promotores de la urbanización y contando con el apoyo del Ayuntamiento, aquella operación -sufragada mayoritariamente con dinero público- sería el catalizador para el desarrollo de una gran urbanización en esa parte extrema del municipio. Según la argumentación aportada –algo que desde entonces se ha convertido en un recurso y coartada habitual para este tipo de operaciones- con ello se generarían riqueza y numerosos puestos de trabajo, tanto en el momento de la construcción como en la posterior explotación de las nuevas infraestructuras. Visto desde la perspectiva actual, aquella urbanización hubiera supuesto una masiva colonización edificatoria en un entorno caracterizado por fuertes desniveles y la presencia de importantes valores naturales. De acuerdo al plan urbanístico, desarrollado al efecto entonces, se construiría la totalidad de las laderas traseras a la playa con torres y bloques que se dispondrían en unas condiciones topográficas muy adversas y que, debido a ello, hubieran generado un impacto paisajístico deplorable por su magnitud.El intenso afán especulativo desatado, las múltiples controversias entre los distintos actores intervinientes y las dificultades inherentes al desarrollo de la propuesta llevarían a su bloqueo durante muchos años. Diversos litigios judiciales relacionados con la constitución de la entidad privada que tendría la responsabilidad de su ejecución -y en la que muchos de los propietarios del suelo se verían envueltos sin quererlo- frenaría la radical transformación propuesta y aprobada por el Ayuntamiento en sus inicios.
LAS TERESITAS, UNA PLAYA CONTROVERTIDA Propuesta de reforma de la playa de Las Teresitas. Maqueta de la intervecnión. Dominique Perrault.
A comienzos de los años 80, el problema lo heredaban los ediles de la primera corporación democrática de Santa Cruz, que lo enmarcarían en la revisión del Plan General de Ordenación Urbana. El encauzamiento de una posible solución que superara el bloqueo existente quedaría plasmado en aquel documento para la planificación del desarrollo de la ciudad, aprobado definitivamente en 1992 y que 20 años después, aun sigue vigente. Sería el resultado de un intenso proceso negociador en el que se involucrarían tanto los promotores como los responsables municipales y que contó, ya entonces, con un incipiente movimiento de contestación ciudadana a la concertación asumida. La solución propuesta por los técnicos responsables de la redacción de aquel plan urbanístico, que revisaba la idea inicial, apostaría por una reducción radical de la superficie comprometida y la disminución a menos de la mitad de la edificabilidad otorgada por el anterior estatuto legal. Según aquella idea, la ordenación urbana se dividiría en dos partes, una organizaría el frente de playa y otra ocuparía el valle trasero de las Huertas. La idea urbanística aprobada entonces para el ámbito de la playa hubiera supuesto la construcción de un inmenso edificio laminar continuo de 9 plantas de altura, destinado a varios hoteles, que se desplegaría a lo largo de todo el frente de la playa artificial realizada y se complementaría formalizando un gran viario central para articular el espacio construido con las zonas de baño y paseo. Aquella avenida integraría un paseo peatonal y plazas de aparcamiento públicas destinadas a los usuarios de la playa. De haberse hecho, probablemente se hubiera logrado una formalización urbana escenográfica de baja calidad, con unos edificios estéticamente sometidos al fuerte interés especulativo de los promotores privados, volcados entonces en lograr un nuevo espacio para el desarrollo residencial. Un diseño que ignoraba completamente el entorno paisajístico al que daba la espalda y generaría así unas zonas traseras sin un tratamiento adecuado de transición de jardinería ni accesibilidad peatonal. Así, el problema se habría cerrado en falso con una mala organización arquitectónica que era, probablemente, el resultado de las tensiones especulativas en acción. Un nuevo error colectivo que se encontró con una oposición creciente de los ciudadanos a una iniciativa que supondría la privatización de un espacio que ya tenía una consideración eminentemente pública en el imaginario común. De hecho, ante la falta de apoyo, los problemas judiciales y la escasa capacidad financiera de los impulsores iniciales, esta segunda alternativa tampoco ha podido desarrollarse.La creciente oposición popular y la búsqueda de otras posibilidades llevarían a los responsables municipales a la convocatoria en el año 2000 de un concurso internacional de ideas para la reordenación del frente de la playa. Al mismo se invitarían a varios arquitectos internacionales reconocidos junto a otros equipos de profesionales locales. El jurado constituido al efecto otorgaría el primer premio a la propuesta presentada por el arquitecto francés Dominique Perrault. Su idea recogía gran parte de las reivindicaciones colectivas al proponer una solución en la que se eliminaba gran parte de la edificación prevista en el frente de la playa y, con ello, se disminuía nuevamente de una manera considerable la edificabilidad asignada. Al mismo tiempo se proponía una plantación masiva de arbolado en la franja colindante con la arena, actualmente ocupada por aparcamientos. Se propondría concentrar allí los servicios a los usuarios en puntos específicos, añadiendo así nuevos atractivos para la práctica deportiva en esa superficie. 
LAS TERESITAS, UNA PLAYA CONTROVERTIDAPuerto Deportivo, Promotorio y Ciudadela. Zona Oeste de la intervención propuesta por Perrault, ganadora del concurso celebradoSin embargo, la propuesta adolecía de una visión excesivamente arquitectónica y recurriría debido a ello a la proposición de nuevas edificaciones con destino a un recinto de congresos, centro comercial y varios hoteles que ocuparían los espacios donde están actualmente ubicadas tanto el local social de los pescadores como la totalidad de la superficie del montículo de la batería de defensa costera que existía anteriormente en su extremo oeste. Es lo que la propuesta del concurso denominaría eufemísticamente como la ciudadela y el promontorio, unos recintos en los que se colocarían edificios de volumen considerable y que albergarían aquellos usos señalados. Nuevamente, estos nuevos aprovechamientos lucrativos serían el germen de la situación actual de bloqueo institucional, ya que una parte de lo propuesto se colocaría supuestamente dentro del dominio público marítimo terrestre y generaría así nuevas expectativas empresariales.Las arquitecturas propuestas por Perrault tampoco contribuirían a generar la confianza necesaria para sacar adelante un proyecto de este tipo. Su estética fría, de volúmenes cúbicos, inspirada en mallas metálicas y transparencias que enmascaran la edificación, genera suspicacias populares y se adapta mal a un entorno paisajístico caracterizado por las visiones distantes. Si añadimos a lo anterior que esas nuevas arquitecturas que se proponían se concentran justo en el punto de único acceso al recinto, tenían una volumetría considerable y significan la radical transformación de la geografía preexistente, el conflicto estaría nuevamente servido. Ese cuello de botella innecesario podría suponer la asignación de facto del espacio colectivo de la playa a los usos privados que se situarían allí y que ejercerían de alguna manera el control de acceso. Toda una serie de argumentos negativos que invalidarían nuevamente ante la ciudadanía aquellas propuestas en las que se concentró el esfuerzo técnico, político y empresarial durante la pasada década.La solución final adoptada por el arquitecto francés en el proyecto ejecutivo definiría la forma de construcción de esos espacios privatizados con destino a actividades generadoras de movimiento económico. Unas posteriores actuaciones administrativas discutibles, que han autorizado el inicio de unas obras no consensuadas con el estado, responsable de la costa, han derivado finalmente en el dispendio de varios millones de €uros en una construcción que ha sido paralizada y sobre la que pesa un acuerdo municipal de demolición. La acción posterior de denuncia de algunos ciudadanos y el amparo judicial ha acabado añadiendo aun una mayor confusión a una situación ya muy compleja de por sí.
Maqueta del hotel a situar en la ciudadelaTodo un ejemplo de como ciertos proyectos públicos mal enfocados, y sobre los que pesan intereses económicos enmascarados, acaban generando una enorme insatisfacción y el rechazo colectivo. Es un hecho que la creciente intervención en los procesos de actuación pública de un mayor número de agentes está conduciendo a una paralización cada vez grave del progreso y la mejora de la vida en común. Ante estos hechos, los ciudadanos de Santa Cruz deberíamos reclamar mayor cordura a aquellos que administran nuestros recursos colectivos. E intentar también contribuir a clarificar la situación y apoyar una racionalización sobre las posibles soluciones a un problema enquistado desde hace varias décadas.En principio, no parece lógico derribar totalmente una edificación ya realizada, al margen de que haya sido ejecutada supuestamente en base a defectos formales para su autoirzación. En el caso de que ocupase parte del dominio público podría legalizarse por la vía de la concesión administrativa temporal de ese espacio. O en cualquier caso, lo ya edificado siempre puede mantenerse en su mayor parte, demoliendo aquellas superficies situadas dentro de lo ocupado en el dominio marítimo terrestre. Algún uso podrá tener lo ya hecho, considerando que se prevé que lo ejecutado forme parte de un gran aparcamiento subterráneo destinado a los usuarios de la playa y que en la idea propuesta finalmente quedaría enterrado bajo la rasante de un futuro paseo. Su superficie superior podría albergar algunos servicios de atención al público que actúen como antesala de la playa, sin ocupar más espacio ni aumentar alturas.
En segundo lugar, habría que mantener y activar la idea de convertir la playa en una frondosa zona de árboles, palmeras y otras especies de vegetación tropical. Un recinto en el cual se podrían situar los imprescindibles servicios de vestuarios y aseo, pero también instalaciones deportivas, restaurantes, kioscos con terrazas y demás espacios de ocio previstos en el proyecto del arquitecto francés. Y ello, porque las necesidades de los usuarios de la playa siguen existiendo y el abandono de lo ejecutado hace ya bastantes años hace recomendable todavía la mejora en ese sentido. Una instalación para la práctica de ejercicios acuáticos monitorizados y el baño terapéutico podría ser también una iniciativa complementaria de interés ahí, ya que hay capacidad aprovechable más que suficiente.También parece razonable la ejecución de un paseo peatonal que bordee el litoral, que articule de alguna manera la lámina de arena existente con las futuras zonas arboladas y permita el acceso de los usuarios de la playa a aquellos servicios proyectados. Como complemento se debería permitir un acceso rodado restringido y las localizaciones adecuadas para garantizar una provisión de suficientes plazas de aparcamiento, considerando la fuerte demanda de uso que se produce en los meses de verano.
LAS TERESITAS, UNA PLAYA CONTROVERTIDACentro de atención a visitantes, "Infobox". Las Teresitas, Dominique Perrault. 2006Dada la situación de enconamiento popular a la que ha conducido una administración inadecuada de lo público, y también las desmedidas apetencias económicas de algunos, lo que debería eliminarse definitivamente en el frente de playa es la localización allí de usos que generen expectativas especulativas de enriquecimiento. Tanto el centro comercial como los hoteles previstos deberían olvidarse definitivamente en aras de una concertación con el interés ciudadano.La realización de un nuevo proyecto que incluya lo señalado más arriba u otras opciones alternativas que surjan del debate es el camino para lograr tener un espacio de ocio con el que se encuentren conformes los habitantes de Santa Cruz de Tenerife. El problema es la obtención de los recursos necesarios para ejecutar las obras que se consensúen y como acometer la gestión de su realización en un próximo futuro.Y, fundamentalmente, lograr una forma de comunicar, explicar y contrastar con la ciudadanía lo que se vaya a proponer. Para que se perciba realmente y en su justa magnitud aquello que se vaya a hacer desde la esfera pública. Es una forma, insoslayable hoy en día, de comprobar sin ningún género de dudas que ese esfuerzo se realizará efectivamente en beneficio colectivo. Sin manipulaciones interesadas desde todas las partes involucradas y proclives a mantener un conflicto abierto indefinidamente.LAS TERESITAS, UNA PLAYA CONTROVERTIDA

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