Revista Toros

Las virtudes memorables de don Daniel

Por Antoniodiaz
Las virtudes memorables de don DanielManolo Moreno.

Así nos contó Javier Villán el triunfo de El Juli en Valencia con los toros de Daniel Ruiz.


Javier Villán,

El Mundo
23, Julio, 2010

Ayer fue una tarde gloriosa y ciertamente digna de recordación; para el ciclismo español y el ciclismo en general, quiero decir. Desde lejanos tiempos asocio, indefectiblemente, San Fermín y la Fira de Juliol al Tour de Francia. En parte la culpa de esta afición mía al ciclismo la tiene Carlos Ilian, el de Marca -la Marca que decía la gente allá por los cuarenta, cincuenta, sesenta e incluso los setenta-. Carlos Ilian sabe de ciclismo casi tanto como de toros; a veces le digo que esa erudición por la bicicleta se le ha contagiado Don Mariano Rajoy; y entonces, el crítico taurino, se revuelve como un santacoloma de aquellos que mataba hace años su admirado y admirable Paco Camino, Don Francisco de Camas. Ante esta procelosa aventura encastada, cambio el tercio diciéndole que José Tomás también es aficionado al ciclismo; tanto que, una vez, para ver la ascensión del Tourmalet o del Mont Ventoux -no recuerdo muy bien- un amigo fletó un avión para que el fenómeno de Galapagar llegara a tiempo desde Málaga a las nieblas o los vientos franceses. Nebulosas y ventarrones oscurecieron las mentes de los matadores, menos la de El Juli, firme y contundente.
Los torillos de ayer de Don Daniel que, ¡oh milagro!, se movieron pese a su blandura y, a veces, con dudosas intenciones; era como si las citadas nieblas y ventiscas les hubieran reblandecido los huesos. Las reses de don Daniel Ruiz, ilustre ganadero albaceteño, me ponen. Veo anunciados estos toros y me sobreviene enseguida una descarga de adrenalina que me produce un subidón.
Los toros de los señores Ruiz, padre e hijo, son previsibles. Mas dentro de esa previsibilidad tienen cierta incertidumbre; por ejemplo, en qué momento de la lidia van a derrumbarse, qué tipo de noblota mansedumbre desarrollarán, si la rectante de la babosa o la lanuda del ovejo. Y, sobre todo, qué siniestra mano traidora les ha toqueteado los pitones, que no digo que estén tocados, pero por si acaso. Dejémoslo en grado de sospecha para no herir sensibilidades, que los taurinos son muy suspicaces.
A veces, amagaban la cornada como el segundo, quizá, con el quinto los de más trapío. O sea que a El Fandi le tocó bailar con la más fea sin que pudiera redimirse con las banderillas. Se descubrió Fandila y el danielruiz le pegó una gran paliza. Por lo demás, algunos de los animalejos resultaron indecorosos para una plaza de primera. El tercero era un chota sin cara ni pitones; y al cuarto, se le simuló la suerte de varas.
Esa es otra de las incertidumbres de los toros del señor Ruiz: adivinar cómo se van a simular los puyazos; si con un picotazo o un refilonazo. Como diría un castizo madrileño, `sangre ni para un análisis´. Con estos animalejos, la técnica torera de El Juli anduvo a gorrazos; Manzanares, en cambio, fue desbordado y le rompieron a menudo su exquisita imagen de torero esteta.
In memoriam: es la primera feria en Valencia, desde hace veinte años, que no me encuentro con Jaime Marco, El Choni. Sus amigos echamos de menos su sabiduría, su tomasismo radical y hasta su leve amargura de torero insuficientemente valorado al que le dió alternativa Manolete. Requiescat un amigo y un torero cabal.

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Por  Luis Muñoz
publicado el 22 abril a las 18:07

Asesinos, morbosos cobardes, solo son eso los que disfrutan de tanta barbarie!