"Estar con Jamie parecía mi destino. Nos enamoramos, trabajábamos juntos toda la semana y la mayor parte de los fines de semana la pasábamos en su casa. A penas y pasábamos momentos separados".
No obstante, Melody advierte que Jamie se volvió posesivo rápidamente y se enfurecía cuando ella decidía pasar tiempo sola. "Poco a poco Jamie se volvía más demandante. Allí supe que no podíamos continuar juntos".
Al terminar el noviazgo, la joven renunció a su empleo, pues su ex trabajaba allí y no quería verlo. Entonces, él le pidió que fuera a su casa para arreglar las cosas. Durante el encuentro intentó lanzarla por la ventana y la agredió en la calle. La policía lo dejó ir baja la promesa de que no volvería a acercarse a Melody.
"Pero él me bombardeó con textos, llamadas y mensajes en las redes sociales. Prometió que matarme. Mis padres estaban preocupados, pero no tenían espacio donde acogerme. Estaba aterrada, así que fui a quedarme en casa de un amigo".
Cuando por fin se animó a salir a la calle, se encontró con Jamie, quien llorando la convenció de ir a su casa nuevamente. "Cuando entramos en el piso, mi piel se erizó. Sentí que el lugar estaba vacío. Me había llevado a una trampa".
Ya solos, el hombre la golpeó e intentó asfixiarla, después le confesó que la mordería para que nadie más se volviera a fijar en ella. Un vecino escuchó los gritos y llamó a la policía pero cuando esta llegó ya era muy tarde.
"Gritaba como un loco, la sangre salía al rededor de su boca. Me golpeó y me escupió. Pensé que iba a morir y me desmayé. Cuando desperté, mi rostro palpitaba. Allí pensé que tenía razón, nadie iba a volver a fijarse en mí. Parecía un monstruo".
En el ataque, Jamie le propinó fracturas en el hueso orbital del ojo derecho, la nariz y el mentón. Además, recientemente fue diagnosticada por síntomas de estrés post-traumático, por lo que ahora lleva un tratamiento por ansiedad. El agresor fue condenado a dos años de prisión.