Revista Cultura y Ocio

Lecturas encadenadas. Abril

Publicado el 04 mayo 2017 por Molinos @molinos1282
Lecturas encadenadas. AbrilEn abril han caído cuatro libros: tres novelas y un cómic. Tres hombres y una mujer. Sólo uno escrito originalmente en castellano. Al lío.
Entrevistas breves con hombres repulsivos de David Foster Wallace era el siguiente libro para mi taller literario del mes. Es una colección de relatos que me costó dos semanas terminar, primero por falta de tiempo y, segundo, porque a DFW hay que leerlo despacio o te lo pierdes. Los mejores relatos son, sin duda, las entrevistas a hombres repulsivos. Una genialidad de DFW en que la presenta a hombres despreciables, mentirosos, manipuladores, narcisistas y, alguna veces malvados. Lo más increíble ha sido que mientras leía a esos hombres me encontraba muchas veces empatizando con ellos o, incluso, admitiendo sus ideas y argumentaciones como acertadas.
David Foster Wallace lo piensa todo de todas las formas posibles, desde todos los ángulos y todos los puntos de vista. Lo argumenta de una manera y luego le da vuelta, retuerce los pensamientos para que no se le escape nada intentando captar toda la amplitud y todas las derivaciones de cada idea, de cada reflexión. Expone un argumento con toda una batería de poderosas razones y en el párrafo siguiente lo desmonta con igual contundencia. Deslumbra esa increíble capacidad de pensamiento y esa lucidez. 
Tiene muchísimos extractos muy brillantes pero me quedo con su reflexión, presente en varios de los relatos, sobre el papel de víctima, en cómo transformamos el dolor y el sufrimiento en una cualidad que nos eleva por encima de los demás. Ser una víctima, considerarnos así, sufrir, nos hace más, más sabios, más experimentados, lo sentimos así. Es un pensamiento horrible en frío pero consolador en el momento del sufrimiento, sufres por algo, para algo. 
«Estoy diciendo que tenemos una perspectiva tan visceral y condescendiente sobre los derechos y la justicia perfecta y proteger a la gente que no nos paramos a considerar que nadie es solamente una víctima y que nada es solamente negativo y solamente injusto: casi nada es así».
Fuera de las entrevistas breves, me ha gustado muchísimo el relato "En lo alto para siempre", es como estar en un cuadro de piscinas de Hockney. Un delirio de detalles que te trasladan a esa piscina que, para mí, simboliza el momento en el que te haces mayor, en el que eres consciente de que ya no eres un niño. El chico sube al trampolín como se trepa por los años creyendo que lo que se desea, que la finalidad de la vida, es ser adulto, uno quiere llegar a ese sitio inalcanzable que es "ser mayor" representado por el trampolín y el salto a la vida que es la piscina. Una vez arriba, todo se ve diferente, desaparece la magia y uno querría volver abajo, al momento anterior a empezar a trepar por la vida, por la escalera, uno quiere volver al sitio seguro que es la infancia, pero es consciente de que es imposible, no hay vuelta atrás.
«Has decidido que el miedo lo causa básicamente el hecho de pensar»

David Golder de Irene Némirovsky.  Este libro me lo trajeron los Reyes y llevaba años en mi lista porque, desde que cayó en mis manos Suite francesa, leo todo de esta autora. Unas cosas me gustan más y otras menos pero Némirovsky consigue trasladarme a ese ambiente de los años 20, justo antes de que todo se desmoronara, con mucho realismo y mucha crudeza. No hay idealización ni fantasía, probablemente porque era su tiempo, su época, su vida y lo que hace es retratarlo tal cual lo vivía, sentía y sufría.
Esta novela se parece muchísimo a El baile. Me gusta Némirovsky porque no finge que el ser humano es bueno, ni que tiene siempre un trasfondo de bondad y que son las circunstancias y el entorno el que lo hace malvado. Sus personajes malos lo son hasta el fondo de su alma, gente rastrera y despreciable, que el lector odia pero que, como ocurre muchas veces en la vida, se salen con la suya.
Retrata una época  casi impensable o quizá no tanto, quizás exista ahora mismo también, quizás nunca haya dejado de existir, en la que la sociedad vive solo para el dinero, el dinero lo es todo: tenerlo y ostentarlo. Da igual como se haya ganado, el trabajo que haya requerido, los esfuerzos realizados, lo que importa es tenerlo, poseerlo y gastarlo. En este caso el padre, David, un viejo judío acaudalado representa la ética y la épica del trabajo, con sus miserias y traiciones pero con cierto fondo honorable. Su mujer y su hija son despreciables, avaras, egoístas, miserables, irresponsables, malvadas, manipuladoras. No hay ni una concesión hacia ellas, ni un atisbo de algo que no provoque rechazo en el lector, un rechazo profundo y visceral.
Es una novela terrible y muy cruel que contrasta en su fondo con el espacio en el que transcurre gran parte de ella, el feliz Biarritz de los años 20 con todo su lujo, frivolidad y superficialidad.
Detrás del hielo de Marcos Ordóñez. A Marcos Ordónez le tengo un cariño especial, y como son los cariños verdaderos, es desinteresado, sincero y, a prueba de desilusiones. Tras leer esta novela sigo queriendo a Marcos Ordóñez a pesar de que esta novela me ha parecido un pestiño, algo obvia y sobre todo un inncesario batiburrillo de muchas cosas. En defensa de Ordóñez y por el cariño que le tengo, he decid que es una novela de 2006, reeditado once años después y que durante esos años ha escrito cosas muchísimo mejores. ¿Era necesario reeditarla? Creo que no, pero yo que sé, no soy editora.
¿Qué cuenta Detrás del hielo? Cuenta la historia del despertar a la vida de Klara con K, junto con Oscar y Jan. ¿Algo nuevo? No, pero el problema no es ese. Lo bueno de la literatura, de las novelas es que pueden contarte lo mismo un millón de veces y que todas sean distintas. El problema es cuando la manera que eligen para contártelo se parece a todas las que has leído antes, no aporta nada y sobre todo, sobre todo, flota en la nada. Ordóñez coloca esta historia en un país imaginario, Moira, con un gobierno de izquierdas, comprometido y correcto que se ve arrasado por un populismo de derechas que conquista el poder. ¿En qué tiempo ocurre todo? No lo sé, no sé si es 1948 o 1970 y, ese es el mayor problema de la novela que flota en la nada, le falta anclaje, le falta realidad, le falta cimiento. Leyendo me sentía como si Ordóñez quisiera contarme un conflicto real, unas vidas reales en un país mágico. ¿Por qué ha tomado esta decisión narrativa? ¿Por qué no situarlo en un entorno y una época que él conociera? ¿Por pereza documental? ¿Por tener máxima libertad narrativa al poder inventártelo todo? Quizás, no lo sé. El problema es que esa falta de realidad en el "decorado" resta credibilidad al resto de la historia,  a los personajes, a los conflictos. No sé si me explico, pero en vez de ver cine, estás viendo una tv movie.
En defensa de Ordóñez diré que es una novela que se lee sin más, sin problemas, sin aburrirte (casi) pero sin dejarte huella, como una tv movie.
«Oskar sonreía como si me viera por primera vez. Esa es la sonrisa que prefiero en un hombre. La sonrisa de la curiosidad alegre, de la eterna primera vez». 
El cómic del mes ha sido Yo, Réne Tardi. Prisionero de guerra en Stalag IIB de Tardi. Trata, obviamente sobre la II Guerra Mundial, sobre los campos de prisioneros de guerra en Alemania. El padre de Tardi, a petición de éste, rellenó, al final de su vida, unos cuantos cuadernos con su historia  y sus recuerdos de la guerra y sus cinco años en un campo de prisioneros en Pomerania, al norte de Prusia. El propio Tardi se introduce como personaje en el cómic y aparece en las viñetas interpelando a su padre, haciéndole preguntas y lamentándose por no haberle preguntado en vida determinados detalles que han quedado sin aclarar. Más que contar la historia de su padre lo que hace es ilustrar la historia de esos cuadernos. Leyéndolo tenía, a veces, la sensación de estar viendo La gran evasión por la cotideaneidad que el padre de Tardi da a los detalles: el hambre que pasaban, el frío, la manera de dormir, de cagar (me fascina como este tema tan escatológico tiene una importancia crucial en condiciones de supervivencia extrema), lo que fumaban, cómo se entretenían, en qué pensaban. Es cómo si centrarse en los pequeños detalles les alejara de la consciencia de lo terrible de su situación o, quizás, es que esos pequeños detalles a los que no damos importancia en el día a día se revelan como lo verdaderamente importante de la vida cuando estamos privados de todo lo demás: qué comer, cuando y como cagar, cómo abrigarnos, conseguir dormir.  Es un comic interesante pero sólo si te gusta la II Guerra Mundial.  
Termino este post de lecturas encadenadas con algo que me da mucha vergüenza. Es un libro que no he leído aún pero que he escrito en parte: Vástagos de la editorial Next Door.  Para todo hay una primera vez y, en este libro, que recoge diez relatos sobre la maternidad está mi primer relato de ficción (que es sobre la paternidad)Lecturas encadenadas. Abril, se titula «El jardinero desubicado» y empieza así: 
«¿Has empezado a sospechar que en tu casa se habla un idioma que no entiendes, un lenguaje cifrado al que no tienes acceso? ¿Encuentras prendas en el cesto de la ropa sucia que te hacen ruborizarte al poner la lavadora? ¿Te avergüenzas por ruborizarte? ¿Te has comprado un pijama en los últimos seis meses? No estás solo. No eres el único. Somos muchos. Conéctate a nuestra web y participa en nuestras reuniones on-line semanales, un espacio para exponer tus dudas y preguntas y sentirte comprendido».
Por si os apetece echarle un vistazo a mi relato y a todos los demás escritos por otras nueve mujeres e ilustrados por Mónica Lalanda.
Y con esto,  un bizcocho y una tonelada de astenia primaveral hasta los encadenados de mayo.

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